Hoy tengo ganas de hablarte la verdad de mi pasado, como llegue a ser esto, que fue lo que me motivó a tomar esta mala decisión.
En mi infancia fui feliz, pero algo no encajaba en ella, era como si no me sintiera llena.
Me acuerdo que estaba rodeada de juguetes y me regalaban más juguetes y así consecutivamente. Pero yo no quería eso, quería afecto. Quería pasar mucho tiempo con mis padres, pero siempre estaban ocupados.
De un momento a otro empecé a sentirme reemplazada, ya que todos los elogios se iban a mis primos. Supuestamente ellos tenían todo lo que yo no tenía, eran perfectos.
Ya en mi adolescencia es donde se desata todo. Me intenté suicidar, me odiaba, odiaba a los que me rodeaban, ya no quería esta vida. Hubo un año en el que todo se derrumbó, y los secretos salieron a la luz. Mi padre estaba engañando a mi madre con otra mujer, siendo así, que una tarde ellos estaban discutiendo por ese tema, hasta que el agua rebasó el vaso. Mi madre estaba tan enojada que se abalanzó contra mi padre y lo apuñaló, una y otra y otra vez. Para finalizar la tragedia, ella bebió veneno y acabó con su vida.
Todo ese suceso me marcó, me quede sola recordando lo sucedido, o eso creía yo hasta que llegó el Mayor. El Mayor es la primera devora almas, la única que puede compartir esta maldición. Ella me extendió su mano y me crio como su hija hasta cumplir mis quince años, que en la época en la que estaba viviendo ya estaba en edad para casarme. No obstante, una tarde me ofreció la vida eterna a cambio de un precio, mi libertad. Yo acepté sin saber toda la parte del trato, es como cuando uno no lee la letra pequeña.
Los años pasaron y me percaté que no era completamente una devora almas, ya que podía ingerir los alimentos sin miedo a una descompostura grave. Soy como una especie de semi devoradora de almas, esto quiere decir que no preciso alimentarme de corazones para seguir subsistiendo.
De enserio, me alegro de haberte conocido.