Nuestras risas no duran para siempre, pero tampoco las lágrimas. Decimos que esta vida no es perfecta. Y no lo es. No es del todo bueno. Pero tampoco es del todo malo.
En este mundo, lo que más abunda en ellos es la tristeza. No solo sucede en esta época, si no en todas. A veces hay que entender que la vida es un arco iris que incluye el negro.
Cuando somos niños lloramos muy fuerte para llamar la atención, sin embargo, al crecer lloramos muy bajito para no tener que explicar la razón. ¿Alguna vez te has encerrado en el baño para llorar, luego se miran al espejo, limpian su cara y sales como si no hubiera pasado nada?
Yo casi nunca lloró de tristeza, lloro más de coraje, impotencia o porque se me acumula todo y explotó. Lo que más detesto es que se me quiebre la voz cuando estoy hablando de algo que me duele. A veces no tengo ganas de decir que estoy mal, ni explicar que me pasa, solo quiero que alguien lo note y me abrace bien fuerte.
En Apocalipsis 21: 4 dice, “Y Dios enjugará todas las lágrimas de tus ojos; y no habrá más muerte, ni dolor ni llanto, ni habrá más dolor”, me encantaría conocer a alguien que hiciese lo mismo conmigo.