Jaque

Prólogo

Pasado...
 

Aquella muñeca de vestido color rosa, mugriento y roto al igual que una de sus piernas; era lo único que quedaba de su inocencia. Había sufrido tanto para ser tan pequeña y aun así tenía la fortaleza de seguir sonriendo.
 

Se levanto asomando su mata rubia por la puerta de la habitación, a lo lejos la sala parecía estar sola; con osadía, se atrevió a salir con el juguete en mano en la búsqueda de algo que funcionara para arreglarlo. Sus pasos se volvieron mas sigilosos al pasar junto a la puerta de la habitación de su madre; que al parecer estaba al teléfono.
 

Llego por fin a la estancia y por encima del sofá sucio echo un vistazo hacia arriba de un mueble viejo. Yacía en las alturas un canasto con agujas, al alcance de su mano y tan lejos de poseerlo.
 


 

Se levanto por completo, a pasos lentos y cuidadosos se acerco mirando donde la tela de colores entrelazada sobresalía. Dejo su muñeca en el suelo para desocupar sus manos que se aferraron a la madera que crujió cuando alzo su pie desnudo; estaba encima, se estiro un poco, solo dos peldaños más; unos centímetros y se haría del canasto. La maderase estremeció partiéndose, de la boca lanzó un grito mientrascaía a lado de su muñeca. No le dio tiempo de sopesar él golpe cuando un estremecimiento atizó su pequeño corazón que bombeaba de prisa al escuchar unos pasos acercarse, trago saliva, el estomago le dio un vuelco, cerro los ojos lo más fuerte que pudo con la creencia de que si no podía verle, tal vez no existiría.
 


 

—¿Que ha pasado... — la voz de la mujer se silencio al ver el desastre — niña insolente — gruño enfurecida, cogió del brazo a la pequeña lastimando su hombro.
 


 

—Mami...no...mami — chilló — mami...mami...
 


 

—¿Que demonios hacías? — la jalo ignorando las suplicas.
 


 

Empujo a la pequeña que cayo de nuevo. Hizo ovillo su cuepecito en el suelo frío.
 


 

—Queria arreglar a Sam — susurro. Se abrazo a la muñeca acercándola lo mas que pudo a su pecho.
 


 

Se refugiaba en aquella tela sucia y desgastada, pero era lo único que poseía, lo que realmenhe a acompañaba en las noches de llanto y las tardes de juego. Lo que amaba.
 


 

—Todo por esa horrible cosa, te dije que la tiraras — tomo por los pies la muñeca — no se para que te permití tenerla...— mascullo para si misma.
 


 

—No...— gimió al sentir el tirón de la tela que se rompía aun más.
 


 

La mujer era fuerte, más grande y logro arrebatarle el apreciado juguete ignorando las suplicas agonizantes de la pequeña de ojos celestes.
 


 

—Ya no la necesitarás, no eres una niña, eres una mujer y las mujeres no juegan con muñecas.
 


 

—Damela mami, por favor — lágrimas hacian surcos en su rostro — mami, por favor, te prometo ser buena...mami...— unio las palmas junto a su boca — por favor...dame a mi princesa.
 


 

Su mirada no se apartaba de su amiga en manos de la mujer que le había dado la vida. Quería recuperarla y echarse a correr hasta su habitación donde se escondería entre el pequeño hueco en la pared.
 


 

—Las princesas no existen, entiendes— con el dedo golpeó su sien varias veces mientras pronunciaba con desdén — no e...xi...s...ten.
 


 

Da un brinco en la colchoneta en aquella habitacion oscura, fría donde se encuentra sola...sola una vez más. Había dejado en lo mas profundo de su mente aquel horrible recuerdo. Echa ovillo entre las sabanas, se sentía como aquella muñeca vieja, sucia y rota. "Estaba completamente destruida"
 


 




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