Jaque

2

Mirando a través de la ventana del cuarto piso se encontraba Bram mientras hablaba por teléfono con su prometida. Ya eran las doce del dia, la operación a la que fue sometida la joven a la que había atropellado fue un total éxito y estaba fuera de peligro, aunque seguía en observación en una habitación privada que el mismo había requerido, queria que ella estuviera cómoda mientras estuviese allí internada, que serían algunos días según recomendaciones del doctor Sipriano.

—¿Cuanto tiempo mas vas a quedarte? — Gabriela le cuestiono desde el otro lado del auricular mas haya del fastidio. Lo que ponia a Bram entre la espada y la pared, por una parte queria estar viviendo ya con ella, pero por el otro no podía abandonar asi aquella chica que al parecer no existia legalmente.

En las ultimas horas se hizo miles de preguntas al enterarse de ello. ¿Como era posible que alguien fuera asi de invisible para la sociedad?. No tenia cuentas en ninguna red social, no habia registro de credencial, familiares, vamos que no existia registro de acta de nacimiento. Era un enigma esa mujer, y todo el mundo en el hospital estaba conmocionado ante tal suceso.


—No lo sé — respondio con la mayor sinceridad que pudo. Ya no queria pelear nuevamente, esperaba que ella fuera mas comprensible.


—¿Como que no lo sabes? esto no sera solo un pretexto ¿verdad? Bram, dios...— balbuceo cada vez mas irritada por la situación. Gabriela queria entender, pero ya estaba harta de que siempre Bram tuviese un "pero" — estoy cansada y no se que hacer, soy tu prometida, ¿que eso no te importa?

Chantaje, era lo ultimo a lo que queria recurrir, sin embargo, si eso hacia que Bram entrara en razón e hiciera lo que le había prometido no le importaba. En cuanto estuvieran viviendo juntos se daria prisa en convencerlo para que se casaran de inmediato antes de que la verdad la alcanzara.

Suspiro antes de contestar.

—Si me importa, todo esto es muy dificil y me gustaría que lo entendieras un poco, no puedo irme cuando he atropellado a una mujer, casi la he matado.


El no le había contado toda la historia sobre que la joven se le atraveso y que antes de hacerlo ella ya luchaba por su vida por una herida de bala, aquello solo haria que Gabriela se agarrara a algo para conseguir lo que quería. Bram siempre dejaba que ella ganara en todo, no obstante, no habia podido hacerlo con respecto a vivir juntos. Ahí se habia tenido que aguantar hasta que el arreglara sus asuntos antes de llevarse el bufette de abogados hasta la otra punta de la ciudad.

—Solo promete que en cuanto se solucione estaras aquí — accedio por que no tenia mas remedio que hacerlo. Sabia de sobra que esa batalla estaba perdida, por eso le gustaba Bram como futuro esposo, por su enorme compasión.


—Lo prometo, ahora tengo que dejarte.

Sin esperar respuesta colgo la llamada. Estaba irritado por las horas que habia pasado sin dormir con la preocupación y por el agotamiento mental que le causaban las peleas con Gabriela.

—¿Donde estoy? — una vocecilla debil murmuro a su espalda. Inmediatamente giro sobre sus talones para ver a la rubia intentar incorporarse.


—No, quedate quieta que lo unico que haras es lastimarte.

Aquello no le gusto mucho a la joven que fruncía el ceño ante su orden. Alargo el brazo y tiro de la sábana que la envolvía, con la cabeza alzada le reto mirando directamente a sus ojos azul profundo.


—No suelo hacerle caso a los hombres, nunca lo he hecho y no empezare ahora — dijo con una firmeza que le sorprendió. No esperaba que aquel dulce rostro ocultara una personalidad dura y hostil, aquello le conmociono y removio en sentidos que ni si quiera se dio cuenta.


—No estaba dandote una orden, era una recomendación.


—Para mi suena a lo mismo — dijo en un tono gruñón de que no estaba de humor para chorradas.

Bram queria tranquilizarla, pero se sentia desubicado. Ella era como un cachorro abandonado que había sufrido maltrato y ahora ya no confiaba en nadie. Al darse cuenta de su absurda comparación, pues ella no era un cachorro, era una mujer, pero aquello le ayudo a comprender lo que debia hacer. Ganarse su confianza.


—¿Tienes sed? — su voz sono suave y melodiosa. La rubia fruncio el ceño al notar el cambio de actitud del hombre frente a ella, este no se habia movido de lugar, si hubiera querido hacerle daño habia tenido mucho tiempo para hacerlo antes de que despertara.

Asintió bajamente. Bram señalo un punto a su lado, una mesa. Este pronto se acerco y de una puerta que abrió saco una botella de agua que le tendió. Ella la tomo rápidamente abriéndola para dar un trago que casi le llevo todo el contenido. El castaño le brindo otra a la que nego con la cabeza.


—¿Quien eres tú? no tienes pinta de doctor.


—Es por que no lo soy, jamas hubiera funcionado — encoje los hombros sonriendo de oreja a oreja. Aquello desconcerto a la rubia — me marea la sangre, asi que no creo que sea bueno para un paciente que su cirugano se desmaye en la sala de operaciones — dejo escapar una risita de su propio chiste — soy abogado.

—¿Abogado?

—No estas en problemas — añadió al notar el tono de la joven — fui yo quien te atropello accidentalmente, y bueno...estoy avergonzado asi que me he hecho cargo de los gastos que han surgido y...

—Yo la cruce sin fijarme.

—Lo sé, pero también sé que venías huyendo de alguien, ¿recuerdas quien?, por que la policia estará muy agradecida de saber algo sobre los tipos que buscan.

Aquello salto la alarma en la cabeza de la rubia, tenia que huir de allí, desaparecer anttes de que dieran con ella otra vez. Aparto lo que quedaba de la sábana arremolinada entre sus pies dispuesta a ponerse en pie.

—Tengo que irme.

—¡¿Que?! no puedes irte, aun no te recuperas del todo y necesitas reposo absoluto por un par de días — balbuceo con la preocupación tiñendo su voz.




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