La música es mucho más que solo garabatos en un pentagrama, cualquiera con el privilegio de poder escuchar una orquesta, un cuarteto de cuerdas o un piano, estaría de acuerdo con ello, pero para Anne,todo eso significaba incluso mucho más, era su lugar seguro.
Cuando tenía diez años y las tormentas de primavera se aproximaban, ella solía tocar tan forte como fuera posible con el único propósito de no escuchar los truenos. Cuando cumplió quince, y la pubertad golpeaba su carácter y llenaba su mente con cosas que no podía decir por ser una señorita, se desestresaba y distraída tocando aquellas teclas; las viejas costumbres no se perdían,pues eso era exactamente lo que estaba haciendo en aquel momento.
Todos tenían un lugar seguro, el de Lucy,su hermana menor, era el jardín, pues era una gran fan de las hortensias que habían en aquel lugar y amaba estar al aire libre. James prefería estar en su oficina,en ocasiones solicitaba a la ama de llaves que llevaran a su perro llamado «Algodón» a una de las camas que James habilitaba para que lo acompañara a estudiar o hacer sus deberes como asistente de su padre. James también encontraba confort en la música,pero no tenía tanto tiempo libre como Anne.
Por otro lado, el lugar sagrado de Anne era el salón del piano, donde se encargaba de componer, practicar y despejar su mente. El lugar en el que estaba ubicado el salón era perfectamente oportuno para Anne,pues había una ventana grande que daba a la entrada de la casa, y de esa manera no se perdía por completo en su mundo.
Aquella mañana Anne se encontraba en un proceso creativo muy extraño,probando componer algo con la tecla que tocara su mano tras dejarla caer con los ojos cerrados, pero eso no la hacía sorda a sonidos externos, pues la provincia en la que estaba ubicada su casa no era tan transcurrida, y había escuchado al menos dos carruajes pasar cerca, solo que no le dió verdadera importancia hasta que empezaron a escucharse gritos.
Con echar un vistazo a la ventana se quedó paralizada por un segundo, habían dos hombres peleando justo allí,casi de inmediato supo de qué se trataba a pesar de no poder verlos tan claramente desde allí.
Bajó corriendo por las escaleras, exactamente lo que le había recomendado no hacer a Lucy hace unos días, y con toda la razón, pues sus zapatos solían resbalar un poco en el perfectamente pulido piso de madera, y eso fue exactamente lo que se pasó,pero eso no la detuvo a caminar lo más rápido que pudo a la entrada, con todo y una torcedura de tobillo.
Los guardias abrieron las puertas apenas ella se acercó.
Ella se corrió rápidamente al jardín de la entrada de la casa,no gritó, no hizo más nada que acercarse, notablemente molesta por que la interrumpieran; observó a Arthur y Charles con su peor cara.
Ambos se detuvieron en seco al percibir su presencia, pero Charles seguía tomando a Arthur por el cuello, como para evitar que huyera.
-Muy bien, ahí la tienes - Charles jaló del cuello de la camisa de Arthur y lo tiró al suelo,justo delante de Anne, haciendo un característico sonido al impactar con las piedras del camino- ¿Porque no le cuentas la razón por la que estás justo ahora así?-
Arthur tenía los ojos hinchados y el labio inferior sangrando, igual que la nariz. Anne se preocupó casi de inmediato al ver su estado, pero no sabía que se supone que podía hacer ella para ayudar,y muy en el fondo no sentía justo seguir preocupándose por un hombre que no se preocupó inicialmente por ella.
-Anne, no te cases con este tipo- Arthur tosió, escupiendo un poco de sangre- es muy cruel, estoy seguro de que no dejará de serlo solo por estar contigo -
-¿Pero de que estás hablando ahora?- Charles se acercó dispuesto a terminar de golpearlo, pero la mirada de Anne lo detuvo... No ... No era solo la mirada de Anne,habían al menos otras ocho personas mirando a la distancia el espectáculo -
-Fué suficiente - Anne los miró a ambos con una frialdad que el principe reconoció de inmediato, la mirada que tuvo cuando lo vio por primera vez- vete-
-Perdoname, Anne Marie, esto fue un error, no debí seguir mi instinto- Charles sintió vergüenza al notar las miradas de todos a su alrededor y por hacer espectar todo aquello a Anne -
-Tú no- Anne se mantuvo con esa mirada de enojo- me refería a tí- miró a Arthur como si valiera lo mismo que un pedazo de excremento... Nada, y daba asco-
Una de las ventajas de drenar sus emociones a través de la música, era que cuando tenía en frente a aquellas personas que extrañaba o que le hirieron mucho, no lo demostraba en absoluto, era como si ya no quedaran palabras dentro de ella, esa era la verdadera razón de su mirada.
-No comprendo...- Arthur se levantó del suelo,sacudiendo su traje,y buscó con su mirada el ramo de tulipanes que había comprado para ella, luego se acercó a él y lo tomó,aunque estaba destrozado luego de la paliza que le habían dado- traje esto- las levantó en dirección a ella, junto a su anillo- no pudiste olvidarme tan rápido, teníamos algo, ¿Crees que volverás a sentirte así con él?, ¿Dónde está la Anne que no se interesaba en el rango?-
Arthur realmente quería escuchar una respuesta de Anne, y ella lo sabía, por eso no dijo nada.
No había nada que decir, después de todo, su miraba hablaba por sí sola.
Arthur miró las flores y el anillo, cabizbajo, reconociendo que no importa que tanto hiciera, ella jamás lo miraría de la misma forma,no otra vez.
Anne y Charles se quedaron viendo fijamente, era un juego de miradas inexpresivas, hasta que el carruaje de Arthur se fué, ninguno de los dos dijo una sola palabra.
-Puede hacer lo que desee, excelencia, pero procure realizar sus actos violentos lejos de mi hogar, tiene suerte de que mis padres no se encuentren aquí está mañana- Anne dió un paso hacia adelante para no tener que alzar la voz, pero había olvidado que su pie se encontraba sencible, y tambaleó sintiendo un dolor como un calambre en su tobillo-