La mayor herencia que una persona puede dejar son las tradiciones, y en la casa real existía una que nadie conocía, pero que seguro muchas jovencitas matarían por vivir.
La reina guió a Anne hacía una gran puerta en medio del palacio, con los adornos dorados que todo el palacio solía tener, pero está era mucho más discreta que las otras en cuanto a los colores.
Ninguna de la dos dijo una palabra hasta llegar frente a la puerta, fue entonces cuando la reina Eleanor se dirigió hacia Anne con una sonrisa tranquilizante.
-Tranquila,no voy a reprenderte, se trata de una tradición - se giró nuevamente en dirección a la puerta- Guardias- dió la orden de abrir las puertas con un solo movimiento de manos-
Antes de acercarse Anne seguía confundida, no parecía tratarse de nada más que un salón común, pero luego de dar unos pasos dentro, notó al menos unas cien joyas, diademas, un poco de todo, sin embargo, Anne no dijo una sola palabra al respecto, se limitó a escuchar.
-Cuando estaba por casarme con el rey, el me trajo aquí- se giró de nuevo a Anne, detallando el salón con nostalgia, se notaba que le traía buenos recuerdos - me contó que es tradición familiar que todas las reinas traigan aquí a sus nueras, y concedan una de las joyas del almacén real para que la usen en su boda- suspiró viendo uno de los collares que tenían al lado- es una especie de buena suerte-
-Oh no majestad- Anne se sintió apenada de inmediato- No podría tomar nada de este salón, yo no...-
-tranquila, es un regalo para tí de parte de nosotros- La reina tomó las manos enguantadas de Anne- Cuida de mi Charles, ¿Si?- sus ojos se cristalizaron, pero de inmediato recobró la postura, y empezó a caminar por aquel salón -
Anne se mantuvo congelada, sus pies de pronto pesaban el doble.
-Majestad- La reina se giró de nuevo hacia Anne apenas escuchó su voz- Quizás no conozca lo suficiente al duque Charles Vaughan - Anne tragó saliva, tratando de soltar las palabras sin detenerse- Pero cuidaré de él y de su corazón - su respiración empezó a agitarse- porque es mi deber como su compañera de vida-
La reina sonrió con tranquilidad.
-Se que lo harás - Eleanor extendió su mano hacia Anne- ven, hay uno que creo que se parece mucho a tí-
Ambas caminaron a través del salón, Anne intentaba controlar su mirada de asombro, después de todo, habían joyas exclusivas de la corona y totalmente preciosas.
Finalmente,se detuvieron frente a un collar de diamantes y Topacios, que combinaban a la perfección con el anillo que había recibido de Charles como compromiso, pero ver aquellas joyas de ese tamaño, hizo que inmediatamente recordara que las opalinas tenían el color de los ojos de Charles,color miel... La verdad no podía esperar menos del posesivo de su prometido.
-¿De aquí proviene el anillo?- Anne detalló la similitud de diseño entre el collar,los pendientes a juego y su anillo-
La reina asintió, acercando la mano de Anne a la vitrina, comprobando que así era.
-Por eso te lo enseñé,aunque eres libre de escoger cualquier collar en esta sala-
-No- dijo Anne de inmediato- este es... Es perfecto- a penas logro pronunciar esas palabras correctamente de la emoción que sintió -
Aunque el regalo la hizo avergonzarse por completo, ya que fue completamente inesperado, Anne no podía dejar de sentirse extraña, estaba por casarse, estaba por ser duquesa, estaba por... Cambiar su vida por completo.
La despedida fué tan formal como el saludo inicial, Anne y Charles ni siquiera pudieron hablar, solo se dirigieron una sonrisa amistosa, después de todo,tampoco había mucho que pudieran decirse entre sí con sus familias frente a ellos.
El paquete con el collar y los pendientes llegó a la casa del conde un día antes del último baile al que asistiría siendo una señorita soltera, ya que el siguiente sería su boda.
El tercer baile de la temporada este año iba a ser presentado por El marqués y la marquesa Cavendish, es decir, la prima de Anne. Era el primer baile oficial que preparaban juntos como pareja casada, por lo que a Anne no le asombraba que quisieran hacerlo lo mejor posible. La temática que habían elegido eran máscaras.
A pesar que era una temática común a lo largo de la época victoriana, en la actualidad no era muy común que ese tipo de bailes se realizaran, ya que tenía un margen importante de error: era más fácil colarse sin ser reconocido.
La noche previa Anne apenas y logró dormir una hora antes de despertarse de nuevo a media noche y no poder retomar su sueño. No sabía que le sucedía, últimamente el tema de la boda le generaba un tipo de histeria en sus sueños que no lograba aliviar.
Cuando por fin se dió por vencida, bajó hasta la mesa del té en medio de las hortensias, envuelta en una manta, pues hacia considerablemente frío. Para sorpresa de Anne,ya había alguien allí, de inmediato reconoció a su amiga Amelia, quien le dirigió una mirada triste.
-¿Estás bien?- Anne se acercó a ella preocupada-
-Si, debería estar bien, estoy... ¿Felíz?- Amelia mantenía su mirada al horizonte, concentrada en el oscuro jardín solo alumbrado por la luz de las estrellas-
Anne se sentó a su lado.
-¿Que fué lo que sucedió?- mantuvo su mirada fija en ella, intentando comprender qué le ocurría -
-Mi padre está gravemente enfermo- la voz cortada de Amelia le indicó a Anne que estaba a poco de llorar- hoy recibí una carta de su parte, quiere que me case pronto para poder dar la herencia a mi esposo y no a mis tíos- miró a Anne con tristeza-
-Yo... Lo siento tanto Amelia- Anne extendió su manta y la rodeó con ella- se que tú sueño era seguir viajando con los negocios de tu padre, pero quizás casarte no te vaya a limitar-
-lo hará - unas lágrimas rebeldes escaparon de sus ojos- me ha comprometido a un hombre en américa, es un barón importante del cual ni siquiera conozco su nombre- se noto la amargura en su mirada-