Jaula de Aves

Calvario

05 de Diciembre de 1942.

—¿Trato de huír acaso?—interrogaba el hombre con las manos en la espalda a la mujer atada de manos y pies a la silla—¿encerio creyó que podía burlar a Alemania?, pues estaba muy equivocada...

La mujer se forzejeo.—¿Dónde estan mis hijos?.—preguntaba.

—La verdad... no tengo idea. Pero dónde sea que esten, estan mejor, no merecen tener una madre traidora y cobarde...

—Los cobardes son ustedes. Que clase de personas arrancan de su lado los hijos a una madre—demandaba con refunfuños—que haría usted en mi lugar.

—No hacer idiotecez—respondío poniendose a la ofensiva Egon—, gente tan falsa como usted es la razón del porqué hay gente como nosotros... en este gran país que no al parecer no quiere dejarnos deshacernos de tanta estúpida peste. 

—A la mierda tu puto país.—demandó y el soldado la tomo de sus cabellos. La puerta se abrió dejando entrar luz.

—Señor Cordes. ¿Tiene autorisación para hacer eso?.—preguntó el superior. Cordes soltó a la mujer, se volvío a firmes y negó con un meneo de cabezo.

—Ya lleva muchas amonestaciones, señor, odiaría reportarlo de nuevo para que lo echen a patadas de una buena vez...

—Eso lo haría feliz, ¿no es verdad, general Weiss?—respondío Cordes con un tono que no era agradable, se negaba a poner una postura de vulnerabilidad.

—Es cierto.

—Sepase usted, que no merece ese puesto que tiene, le falta mucho carácter.

Cordes salió chocando hombros con Weiss. Cerró la puerta, Weiss caminó a la mujer y le tomo la barbilla, la mujer soltó una mueca de dolor y miedo.

—No te haré daño—insistía—, confía en mi, quiero ayudarte.

—¿Pero que tontería esta diciendo?.—respondío. Weiss tomo su navaja y dandole vuelta a la silla le revento los cabos que la tenían atada.

—Sus hijos. Vaya a Viena, lo más rapido y no regrese, búsque a Magnus Müller y a Fransizka Klaine... y no hable con nadie.—musitaba— , ¿como se llama?.

—Wiara, Wiara Meerhof.

[...]

Todos hacian sus labores en la casa; Gabrjel, Conrad y Aldo trajeron leña para el horno, incluso Aldo se había peleado con algún hombre por un manojo de palos secos que ambos vieron en al mismo momento. Entrarón a la casa y como bienvenida tenian a Magdalena, sentada en una silla con los brazos sobre la mesa y la mirada perdida. 

—¿Ya te cansaste, Magdalena?.—pregunto Gabrjel con coraje.

Los tres volvierón a salir, uno detras del otro y Conrad cerró de un portazo. 

—Iré... iré a la lavar las verduras.—comentó Rut, vertiendo las escazas verduras en una caserola. Luego salió tambien de la casa, dejando a su nuera a solas con Magdalena.

—Deja de holgazanear, Magdalena, no se te van a caer los dedos por siquiera hervir agua. 

—Llevo tres años viuda.—susurró.—Hoy... cumplen tres años... desde que quede viuda.

Debora iba a levantarse para poner a hervir el agua, pero algo le impidió levantarse de la silla, quiza la curiosidad de tener la oportunidad de ver a aquella despreciable mujer en debilidad.  

—Era pianista.—susurró tamborileando lentamente sus dedos de las manos contra la mesa.—Tocaba un cafe, en el centro de Cracovia...  era hermoso.

Los ojos de Magdalena se humedecieron con el fantasma de un recuerdo. Abrio levemente sus labios dejando ver sus dientes.

—Era 05 de diciembre de 1939. Había mucha gente... mas que cualquier otro día.—su cara se transfiguro a una de desdén.—Y ellos llegarón... los de la ebastica negra en sus uniformes... se sentaron y pidieron café oscuro. Yo no les preste atención....veía a mi Heubert, tocar tan bello... solo Csezlaw me dijo "mamá, y-ya hay que irnos" y no le hice caso. 

La voz de Magdalena se rompió y solto unos gimoteos. Debora le paso la servilleta con la que se limpiaban las manos y Magdalena se seco la cara enlagrimada.

Recobro la voz.—Y de pronto... ellos se levantarón... no le quitaron la vista de encima. Heubert dejo de tocar... y esos idiotas... le pidieron que tocara su apesto himno. El se nego, le insistieron más de una vez y él se nego todas las veces... yo me levanté, deje a Csezlaw en la silla. Todos los veían, como un espectaculo o un cine de inmersión... nadie hacía nada... quize acercame p-pe-pero no importo... le dispararon en las dos manos.

Debora dejo escurrir una pura lagrima cristalina de su ojo derecho. Magdalena enterro sus uñas en la mesa e inflo y desinflo su pecho.

—Grite... y el grito... el piano quedo empapado en su sangre. Los nazis se fueron... sin nada mas que decir, ni siquiera tocaron su café.—agudizo su voz y carraspeo su nariz congestionada.—Lo pusé en mis piernas... me miró a los ojos y me dijo "G-gracias", y se fue...

Magdalena volvió a escurrir lagrimas. Trato de soportar no llorar pero le fue imposible en ese momento.

—Mi vida no fue bella... desde niña, mi infancia fue cruel, y la vida misma me hizo dura. Hasta que lo conocía a él... y me mostro mi corazon... y no me gusto lo que ví.—recobraba poco a poco la voz.—Me cambio con su amor, su paciencia, y su lealtad. Cúando la luz se escapo de sus ojos.... mi corazón que le entregue... se fue con él.

—Mag.—susurro Debora. No le salían palabras de aliento, sentía su pecho estrujado e impotente. 

—Por eso soy así... y me duele, me duele las palabras que digo. Pero no puedo evitarlo. No quiero perdón, quiero venganza.

—N-no desquites tu odio con nosotros, hermana.—susurró.

—Ya lo sé. Pe-perdoname, Debora. Perdoname...

Sacudió su cuerpo enmedio de otro amargo llanto. Debora le abrio los brazos y ella se apoyo de su consuelo para llorar. Rut había escuchado todo desde el otro lado de la puerta, pero no entro, en su lugar se quedo recargada y muy abatida.

06 de Diciembre de 1942.

Gueto de Cracovia.

Se decía, que por un precio considerable, u objetos valiosos, podías alargar tu vida un par de días. Podía ser tu pase para prolongar la muerte segura. Y Sara tenía su pase refundido en lo más profundo de una gaveta.




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