Jaula de Aves

Ciegos y Mudos

11 de Abril de 1943.

La cocina estaba en trabajo, preparaban la merienda para los soldados y la comida para los prisioneros. Dora termino de picar las patatas y las deposito dentro de una marmita.

—Dora. Te necesitan en enfermería.—le llamo la jefa de cocina. Dora perpleja no dijo nada, se limpío sus manos con la franela y se quito el mantel.

—Por allá.—señalo la jefa de enfermeras.

Dora accedió a la orden sin reproche. Sus cursos de enfermería debían de valer la pena, camino entre los estrechos corredores de camillas vacías y unas llenas, un escalofrío le recorrío el cuerpo.

Llegó al enfermero que atendería, se nego a verle el rostro y se dirigió al carrito con el botiquín, el herido tampoco mostraba señales de querer hablar.

—Oliwia...—musitó el enfermo.

Dora dejo la vendas lentamente dentro del botiquín, se dió media vuelta con lentitud para ver al herido y su corazón se detuvo unos segundos al ver que aquel desahusiado era nada menos que el hermano de su amor.

—¿Conrad?—preguntó perdiendo el aire y el suelo al mismo tiempo. Conrad soltó un quejido de dolor y se tomo el hombro de dónde venía la dolecia.

—¿Que haces aquí?—preguntó Conrad. Dora alzó la mirada y vio a la jefa de enfermeras que se aproximaba.

Tomo la venda y el alcohol y camino hasta él.—No hables.

Dora le rompío la camisa dejando al descubierto su hombro con la piel podrida, la llaga le estaba consumiendo desde media espalda y no tardaba en llegar al cuello.

—¿Tan mal estoy?—preguntó Conrad al notar que Dora que no hacía nada después de verlo.

—Conrad. Tienes que contarme dónde estan...

—¿Dónde esta quien?

—Otto, mi papá, tu mamá, ellos.—insistía moviendo su mirada de un lado a otro mientras destapaba la botella de alcohol.

—¿Para que, para que los vuelvas a abandonar...?—preguntó y Dora vacío media botella en la llaga haciendo que Conrad gritara de dolor, estrujo la sabana y tomo aire.

—Dime...

—Yo, no lo sé, Oliwia. Se llevaron a Otto del gueto... papá y mi abuela murierón en la liquidación y... y perdí de vista a mamá en cuanto subi a ese vagón...

—Haz memoria, lo que sea.—insistía.

Conrad estaba ya muy débil hasta para hablar, tocío con dolor y dejo reposar todo su peso sobre su espalda.—Busca... busca en Gros-Rossen, busca en todos lados, busca en Aushwitz inclusó.—hablaba cada vez mas bajo sus ojos se cerraban y el aire le faltaba—Oliwia... mi hermano...

—¿Que hay con Otto?—preguntó quebrada.

—Dice... que Stevenson.. quizó ser Poe pero había un problema... era virgen. Es, es tonto...—musitaba con una sonrisa. Solto un quejido seguido de un espasmo y poco a poco se desvanecia.

—Conrad...—le llamaba Dora moviendole la cabeza—, Conrad—insistía tomandolo del brazo pero no había reacción. Dora soltó una lagrima que comenzo a deslizarse por su mejilla.—Me hubiera encantado discutir sobre Poe y Stivenson contigo...

Cuando el pecho de Conrad dejo de subir y bajar, Otto le beso discretamente la mejilla y le cubrio la cara con la sabana, descubriendo sus pies al hacerlo.

12 de Abril de 1943.

La mañana de aquel día lavo muy eficaz su mejor vestido de un rosa pastel con botones oro y zapatos de charol color negro. Antes de entrar al majestuoso y murmurado cuartel de la SS Greta peino su cabello ensalivando sus dedos de la mano derecha.

—Buen día.—le saludo el guardia.—¿Que tramite desea realizar?

—Dejeme pasar, es urgente.—contestó apresurada.

El guardía la vio muy alterada.—Deje que la revise.

—¿¡Por quien me trata, eh!?

—Señorita es solo el protocolo.

—¡Vi a mas personas entrar antes que yo y nadie fue manoseada antes de entrar. No traigo explosivos dentro de mi sostén ni munuciones robadas en la bolsa. Dejeme entrar!.

El guardia le abrió la puerta.—Bienvenida.

Greta entro y movió su bolso hacía el frente, protegiendolo. Camino en el lugar infestado de gente hacía las ventanillas.

—Buen día.

—¿Nombre?

—Greta Bronwyn Lenz. Requiero hablar con alguien de este cuartel.

—Digame de quién se trata y le dire sinesta disponible para hoy.

—Es... de carácter urgente.

—Son gente muy ocupada cómo comprendera, todos sus asuntos son... de carácter urgente.—contestó la recepcista con una sonrisa enorme.

Greta asintió y volvio a peinarse.—El agente Hiram Moser.

La recepcionista bajo la persiana dónde al final se seguían viendo sus grandes dientes. Greta trato de azomarse pero antes de intentar gritar levanto la persiana.

—Lo siento, el agente Moser no se encuentra en el cuartel por ahora.—contestó otra mujer completamente diferente, esta era algo vieja y gorda, con ojos pequeños.

Greta se desanimo.—¿Y... cuándo volverá?

—No tengo idea, lo siento. ¿Se le ofrece algo más?

Greta negó.—Volveré mañana entonces.

—Si claro.

Greta se fue sin soltar su bolso y cuidando en toda esquina alguna señal del agente Moser.

[...]

Dora fue solicitada en un área privada lejos del campo dónde se había organizado una comida especial en memoria a los alemanes caídos en la batalla de Vimy Ridge, para el cuerpo militar de la zona y solo dejaban que mujeres decentes les antendieran.

—Capitán Göth.

Pidió permiso Dora al supervisor de Plaszow para que pudiera dejar la bandeja con bocadillos sobre su mesa. Amon se inclinó un poco a la derecha.

—Dora—dijo su nombre—, tan amable como siempre, gracias.

—Es un placer señor.

—Dejame presentarte a algunas personas—la tomo de la cintura y ella se incomodo pero no lo demostro.—Al capitán Lorenz Landstorfer.

Dora dió una reverencia suave. Aquel hombre, sentado junto a la esposa de Göth, era alto y con una cabeza muy grande, y una mirada de perdonavidas que le erizo la piel cuándo le tomo la mano a Dora para besarle.—Un placer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.