Jaula de Aves

Caína

19 de Agosto de 1944. 

Los Fuhrmann y su familia junto con sus huéspedes temporales Erich y Eugenia, estaban cenando en el gran salón, el comedor era largo; el silencio invadía y era interrumpido por un tosido o el caer de los cubiertos de la Sra. Lowenstein que era bastante distraída, y no dejaba de ver la misma inquietante pintura sobre el sofa.

—¿No comera tu tía, Nicolás?—salto Erich con los cubiertos en sus manos.

—Erna esta muy indispuesta. Como siempre de hecho. Las sirvientas le llevan comida a las horas debidas, ya sabra ella si come o no.—respondio evasivo cortando su carne con tenedor y cuchillo.

—Deberias ponerle más atención. No es que este muy sana, necesita de alguien que vele por ella.
Nicolás se hizo el sordo y continuo comiendo.—Es mi tía Erich. Yo la conozco de siempre. Es mi problema.

Tocaron a la puerta, Charlotte fue a ver pues Nicolás se hizo el que no escucho nada, Charlotte pasó la servilleta por su boca, se levantó y acomodó su vestido, los demas seguian comiendo. Charlotte abrió la puerta, no había nadie, solo un paquete envuelto con papiro arrugado color marrón, con la leyenda "Jaque, traidor".

Charlotte lo abrió confundida, al ver el contenido vió que eran copias de los documentos de guerra de su esposo y sus estrategias de batalla fallidas, Nicolás al notar su tardanza fue a revisar, la vio boquiabierta y con cara de susto.

—¿Qué pasa?— preguntó cerrando el entrecejo.— ¿¡qué pasa mujer!?— Marco oyó el grito y se levantó, pegó su oreja a la esquina del muro del pasillo para escuchar. Charlotte le dió las cartas y Nicolás se las arrebato. 

—¿Como… como saben eso?, ¡como saben todo esto!—gritó furioso con los papeles en su mano y blandiendolos como un arma.

Marco recargo su espalda al muro y recordó la escena con la Sra. Nolte. Nicolás se sobaba el mentón y la mejilla frustrado con su mano, se dirigió a la caja fuerte y se dió cuenta de que no estaba el portafolio verde.

—¡Tu lo hiciste!.— le gritó a su esposa— ¡tú hiciste todo esto desgraciada!—Erich se levantó y detuvo la mano de Nicolás que estaba apunto de golpearla.

Marco se dirigió ante el, tomo aire y le dijo con franqueza—Fuí yo.

Nicolas quedó perplejo, se acercó con su hijo.—¿Qué has dicho?

—¡Que, fuí yo!— le gritó ultrajado. Nicolas lo abofeteó, y lo tomo del cuello de su camisa.

—¡Te das cuenta de lo que hiciste! ¡nos has condenado!—respondio Nicolas quitandose el parche de su ojo.—¡Ves esto, esto lo hice por ti y por nuestra nación!—le grito ultrajado restregandole en la cara la cicatriz de su ojo que lo dejo ciego.

—¡Estoy harto! ¡Cansado de tu indiferencia, que solo veas tus interéses! ¡Tu ineptitud con nosotros!—lloraba.—¿Cuándo te vamos a importar de verdad? ¡Déja todo esto y voltea a nosotros!

Se hizo un silencio aterrador, Nicolas alzó su brazo con intenciones de golpear a su hijo, este puso su mejilla ante los ojos de su padre. Nicolas retrocedio. Miro a todos con despecho y subió a su alcoba, bajo con maletas y llamó a su chofer y soldados de confianza que le harían guardia.

—¡General, le esperan!—boceó uno de sus hombres.

—Aguarden.

Todo quedo en calma. Nicolás dejo si maleta en en suelo y camino a su familia que con la mirada decepsionada veían la escena de su huída.

Se paró frente a Marco.—Lamento defraudarte, lamento no ser un buen padre—entre silencios tomo su mano—  tienes razón, ahora tu estas a cargo, se de corazón… que serás mejor que yo, en todo sentido.— le dijo Nicolas de lo más profundo y arranco de su chaqueta la Medalla de herido en plata y se la entrego a él.—Para heridas de verdad...

En el emotivo abrazo Charlotte moqueó. Nicolás se separó y de el, tomó las manos a Charlotte y les beso.

—Charlotte. Mi amiga, mi mejor amiga.—un charco de lagrimas se formaba en los ojos de ambos—¿Podrías... perdonarme?

—Gral. Fuhrmann—importuno uno de sus hombres a sus espaldas—, ya esta todo listo, tenemos que irnos rapido. 

—Dilo.—susurro el General con el tiempo encima.—Necesito oírlo. Dilo y me iré.

—Te perdono.

Soltando las manos de su esposa, se quitó el parche del rostro y lo apreto en su puño, con el cuerpo tembloroso y mil y un miedos en su cabeza dió vuelta para emprender la huída.

Con paraguas para cubrirse de la precipitación que caía sobre la ciudad aquella noche veían a Nicolás irse. Subió al auto, y antes de desvanecerse por la cortina de lluvia que opacaba la imagen miró con nostalgia a su familia. La puerta se cerró, y el auto escolatado partío.

—Charlotte—Eugenia la tomo de los hombros.—Vamos adentró... no tardarán en llegar.

Una mano cálida palmeo el brazo de Marco. Se giró para ver, era Erich, se vierón con una sincera mirada de resignación. Y antes de darle la espalda a la calle un auto llego, ilumiando la verja y la entrada principal con sus luces. El motor se apago y de el bajo un hombre de vestimenta miliar, alto, blanco y cabello ondulado corto.

—Tob.—susurró Charlotte viendolo parado a la distacia con firmeza.

—Vengo por lo que es mío, Charlotte.—espeto con una engrosada voz.

Charlotte asintió tras ver dentro del auto y a luz tenue visualizar a una mujer y un imperativo bebé en sus brazos. Trago saliva, entro a la casa y salió con el bastón de Theodor Schön en sus manos, y personalmente lo entrego a su hijo Tobias Schön, quien a menor distancia, mostraba un semblante castigado.

—Me dió mucho gusto... verte.

Dijo Charlotte. Pero Tobias no tenía muchas palabras, solo empuño el bastón y volvió a su auto. Luego se marcho en la misma dirección por la que llego.

—¿Quién era él, mamá?—preguntó Marco.

Charlotte también se había quedado sin palabras.

27 de Agosto de 1944

Le voltearon el rostro de un martillazo. Sangre y saliva escurria de su labio, tenia sus ojos hinchados y rojos, estaba atado a una silla de pies y manos.




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