Jaula de Aves

Moscas

MOSCAS
 


 

04 de junio de 1943

Sachsenhausen.
 


Cada día el sol hacía relucir más su cara y le devolvía su tersa piel junto a su claro color. El cabello ya no le lucía maltratado y se veía en ella una mujer decidida guiada por un sádico objetivo.

Entro al campo presentandose con un nombre falso ya que le habian retirado la ciudadania. Camino hacía las oficinas administrativas con mucha decencia.

—¿Greta?

Escucho su nombre salir de la boca de Aarón. Ella se detuvo y volteo a verlo molesta.—¡No-me-digas Greta!

—¿Que haces aquí, eh?—pregunto acercandose a ella con pretención.

—Tampoco me hables.

Greta ya se iba pero Aarón la detuvo.—¿Que haces aquí, dime?

—Busco al agente Moser.

—¿Como para que quieres a ese imbécil. Tratas de negociar, que tienes para ofrecerle?

Greta se jalo del brazo para soltarse de la mano de Aarón.—¡Quiero justicia!

—¿Quieres que te encierren también?

—Rieté, idiota. Carajo, no sientes ni un poco de culpa.

—¿Porque habría de tener culpa? Fuerón ellos los que quisieron ser buenos vecinos.

Greta arrugo su gesto en enojo.—¡Llevasté a esa zorra judía a la casa! ¡Por ella Margaret murió y por ella ocurrió todo este... vino a estropearlo todo! ¡Ha arruinarnos!

—¿J-judía? Pero ¿Ahora que tontería dices, Greta?

Greta sacó la identificación de su bolso y se la extendió a Aaron.—Abre los ojos, Aaron.

Aarón la tomo confundido. La abrió y quedó inerte, vió esa cara inolvidable en la esquina del documento judío.

—¿Cómo hiciste esto?

Greta se la quito de las manos.—¡La encontre. Refundida dónde esta gata rastrera creyó que nadie la vería. Y busco a Hiram para que la declare una judía prófuga. Aparte de asesina es prófuga ¡se ha ganado doble boleto a la cárcel, a un campo o a dónde sea que envien a las escorias desgraciadas como ella!

—¡Greta!—le gritó al verla tan histerica.—¡Ya basta!

Negó sudando y enrojezida de ira.—No. Su nombre es Olga Skowron, tal y como esta escrito y hasta tiene su maldita firma. ¡La zorra vivía en Cracovia y ahí es dónde pertenece con los mismos idiotas de su clase!

—¡Estamos en zona de riesgo, Greta!—alzo un poco la voz.—Dios santo, ¿Crees que con esto salvarás tu estúpida vida?—le estiró la identificación.—No cuentes conmigo, Greta.

—¡¿Y quien pidió tu ayuda? Puedo sola!

Greta se fue. Aarón se limpio la cara con la manga de su suéter. Volvio la vista al frente dónde tenía a un judío que limpiaba los jardines con la mirada perdida y parecía que lloraba.

—¿Que miras judío?

Aarón se fue de ahí.

Otto tiro el rastrillo.—Estas viva. Estas viva, Olga. Estas... viva.

05 de junio de 1943

Obendorf tenia invitados en su oficina, llena de humo e incienso para espantar los olores y las moscas. Dora caminaba por la rampa hacia su oficina, llevaba un portafolio con documentación.

Berowski la tomo del brazo antes de entrar a la oficina.—Sera mejor que tragues mucho aire.—sugurió casi musitando

—¿Por que?—preguntó y Gina soltó una risa, soltó a Dora y se marcho.

Tan pronto abrio la puerta, los humos golpearon sus narizes.—Oh, Dora.—reacciono Sebastian y sus invitados giraron la cabeza para ver a la joven en la puerta.

La acompañante del invitado arranco un pedazo de papel de los libros frente a ella, y con su pluma bajo su torso comenzo a escribir en él.

—Este tabaco, es el mejor que haya probado señor Licona.—dijo Obendorf poniendose de pie y elogiando el trabajo mexicano.

—El tabaco de México es del mejor que hay, si gusta puedo mandarle una cajetilla en cuanto regrese.—respondio el invitado.

—Yo encantado.—murmullo e hizo pasar a Dora.—Dora, te presento al embajador Álvaro Licona.

—Mucho gusto, señor Licona.—saludó Dora dando una reverencia.

——El gusto es mio señorita. Puede decirme solo Álvaro.—respondio estirandole la mano.

Dora la tomo y Licona le beso. Dora no se imagino jamás como sería un mexicano, y hasta ese momento no sabia que necesitaba nuevas expectativas. Alvaro lucía elegante y decente, con un bien cepillado bigote bajo su nariz.

—Y ella es mi joven prometida. De pie Rosario.—mintió el hombre.

Rosario se puso de pie, era muy joven, Dora se veía raramente reflejada en ella. Quedo fascinada con la piel morena de la mujer. Unas orejas pequeñas de donde colgaban aretes de varias cuentas, unos ojos grandes negros y unos labios anchos pero a su parecer perfectos.

—Saluda, Rosario.

Le pidió Alvaro y ella le estiro la mano a Dora. Dora la tomo. Cuando sus manos se estrecharón, Dora pudo sentir su miedo, el miedo que le atacó cuándo su pedazo de papel calló al suelo bajo la silla de Licona. Dora la miró a los ojos, sus ojos temerosos, luego incorporo su brazo y actuo normal.

—Debes probar su tabaco, Dora. Del mejor que he probado.—elogío Sebastian.

—Llegarón ayer, cierto—pregunto Dora guardando el papel en su puño.

—De México, si—saltó Álvaro—necesitabamos, un respiro de el, no querida.—dijo el hombre y tomo del brazo a Rosario provocandole escalofríos.

—Bueno creo que no llegarón en un cereno momento.

—Ya sabemos de la guerra, no es un tema privado para Europa. Pero al mal tiempo, buena cara, eso decimos en mi país.

Un soldado de Obendorf entró a la oficina.—Sr. Obendorf, traigo los diarios que pidió.

Obendorf lo hizo pasar.—Esa inútil de Berowski los olvido.—alegó y el soldado abrió en el escritorio para poner los periodicos.

Dora los miró de reojo.

'UNA TRAICIÓN ESO ES"
Emre Nemcová y Ferenc Horvath; denuncian que el agente a cargo del caso de sus hijas, Reginald Kepler, les oculta los hechos y avances de las investigaciones. 
 


 

[Estaba insertada una fotografía de Reginald Kepler rodeado de microfonos y estorbosas camaras, cubriendose la cara con su mano]
 




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