Jaula de Aves

Matiz

21 de Septiembre de 1944.

Oliver salió muy temprano con "su hija" Sophie, la mañana era fresca con algo de frío. Tan pronto llegó Erich, Lisa le abrió la puerta y él se abalanzó hacia ella, Erich le beso apasionadamente y cerró la puerta con su pie.

Al poco rato Oliver llegó inesperadamente, las clases de esgrima de Sophie se habían cancelado.

—Lamento que se haya cancelado tu práctica.—le dijo Oliver mientras cerraba la puerta de su auto.

—No te preocupes, además hoy no tenía ganas.—Sophie le beso la mejilla y Oliver abrió la puerta. El ruido de Lisa y Erich era muy alto que no notaron la llegada de Oliver e Sophie.

—Sophie… lleva esto a la cocina y aguarda ahí.—Oliver le dio una bolsa con los abastos y subió sigilosamente las escaleras hasta la alcoba. Pegó su oído a la puerta dónde estaba Erik con la esposa de Oliver; los placenteros ruidos pusieron nervioso a Benedict.

—Erich…—gimió Lisa el nombre del hombre con el que estaba. Oliver se llenó de ira y pateó la puerta, los tres se quedaron atónitos, Lisa se amarró una sábana y camino hasta Oliver avergonzada. Ella quería tomar el rostro de su esposo pero este la abofeteó y luego le escupió.

—Una sucia ramera, eso eres, ¡una perra callejera!. ¡Y tu… maldito hipócrita!.—Oliver se acercó a Erich y le dio un duro golpe con su puño en su cara, Erik se tumbó al piso y se quedó quieto.

—¡No!—gritó Lisa aterrada—, ¡déjalo, Oliver!

—Te da envidia.—respondió Erich en el suelo con un fluido de sangre emanando de su labio—, te da envidia de que yo si pude darle una hija a Lisa...

—¿Qué dices?, ¿¡qué demonios estás diciendo!?—Oliver lo tomó de los cabellos y lo levantó.

—Que… Sophie, es mi hija.—le dijo Erich agitado. Oliver lo tomó del cuello e intentó asfixiarlo.

—¡Basta, basta!—le gritó Lisa paranoica. Lisa cargó el arma de Oliver.—Déjalo... déjalo Oliver—amenazaba con la boca del arma apuntándole. 

Relajo las manos y soltó el cuello de Erich.

Oliver volteo a ver a Lisa.—Dime que lo dijo no es cierto… ¡dímelo maldita sea!—le gritó ultrajado.

Lisa empezó a llorar y agacho su cabeza, su silencio la denunció y Oliver camino hasta ella.

—Yo-yo no quería...—lloriqueaba.

—Mientes.—respondió con un bajo tono de voz.—Te la has estado mintiendo todo este tiempo. Me mientes a mi, le mientes a tu hija, a todo mundo. Igor y Lydia deben estar revolcándose en sus tumbas, sabiendo que siempre dijeron la verdad.

Le tomo las mejillas sin parar de llorar.—Oliver...

—Me das mucha lastima, Lisa.—le tomo las manos y las quito de su cara. Retrocedió y volteo a ver a Erich—Quédatela. Siempre fue tuya.

Se fue decepcionado de la habitación. Lisa quedo en la pared, mientras veía todo su mundo venírsele encima, Erich tomo su camisa y salió del mismo modo.

[...]

Se habían reunido en Viena. El rostro de la Sra. Nolte seguía igual de palido. Estaba ella y sus invitadas en la sala de la casa.

—¿C-cómo esta?—preguntó Anna Fuchs, sintiendo lastima por aquella mujer.

—Bien, en lo cabe. Gracias por preguntar, Sra. Fuchs.—respondió con una voz muy suave y perdida.

—Anna, puede llamarme Anna.

Agata bebió un trago a su té.—Aveces por las mañanas salgo a caminar con mi cuñado y mi sobrina. Se siente bien... respirar aire fresco.

—La entiendo, sí, creame.

Darrel, el hijo de Anna entro corriendo al salon y cayo en los brazos de su madre.

—Darrel, Darrel, ven acá.—regaño Izydora tomando al niño del brazo y llevandolo a ella.

Agata le sonrió.—Solo lo tienes a él, ¿no es cierto?

—N-no, Marius estaba casado cuándo lo conocí, tenía tres hijos con ella. Se llamaba Betti.

—¿Se divorciarón?

—Se suicido.—respondió Izydora muy firme.—Una madre nada ejemplar, si no hubiera sido por mi querido hijo, mis nietos serían todos unos miserables malvivientes.

Anna asintió y regreso la vista a Agata.—Era un buen hombre, Sra. Nolte. Amaba a su familia más que a nada, Robert, Gilda y Ulla; sus hijos, me tratarón cómo a su madre, sirven a Alemania, Marius y yo nos opusimos pero son tan fuertes cómo lo era él. Por lastima, su obseseción con el armisticio lo llevarón al aislamiento, a otros rumbos.

—Te entiendo, sí.—respondió Agata.—Ni él, ni Magnus, merecian ese final.

Anna suspiró y puso su pañuelo bajo su nariz.—No, no lo merecían.

Agata se puso de pie, a pasos lentos fue hasta un rincón del salón y sacó una maleta. Izydora solto entonces a Darrel y él corrió a con su madre, ambas estaban ansiosas. Agata puso la maleta en las manos de Izydora y volvió a sentarse.

—Fue todo lo que mi marido logro juntar.

Izydora la abrió y ahogo un grito al ver más dinero del que esperaban. Anna apreto el brazo d su hijo y recargo su cabeza en el hombro de su suegra.

—Gracias...—susurró Anna—, en verdad, muchas gracias.

—E-esto supera... supera nuestras expectativas, Sra. Nolte, muchas gracias.

—Espero sepan utilizarlo, señoras.—dijo Agata.—Magnus lo hizo con todo su corazón, y con la única señal de que ese niño—apuntó a Darrel con su dedo—, es su nieto. Mas les vale que no hayan mentido.

—¡De ningúna manera, Sra. Nolte!—espetó Aidée ofendida.—El Señor sabe que no mentimos.

Agata asintió y se levantó.—Esta bien. Si eso es todo.

Aidée e Izydora se pusierón de pie también. Agata les estiró la mano pero Anna prefirió ir hasta ella y abrazarla. Agata correspondió.

Luego de las despedidas, la familia Fuchs se fue.


02 de Octubre de 1944.

Mandaron llamar a Sophie entro con lágrimas y mirando a todos en el tribunal intimidada por las miradas.

—¿Sophie?—le llamaba el juez y ella se ganó su atención—quiero que me digas como era tu mamá, Lisa, en una sola palabra.

Volvió a verla, a Erich y a Oliver de reojo. Desorientada no sabía que responder.




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