Jayden Helms: Orígenes

Pesadilla bajo tierra: Soñando despierta

Si pudieras contar tu peor historia, donde no sólo te duele el recuerdo sino el alma, ¿cuál sería? No la reprimas. Vívela como su hubiera sido ayer, y si es acaso hoy, tómala de la mano… no, no, no… ¡Mejor aún, abrázala con todas tus fuerzas! Pues te aseguro que nadie ha disfrutado el éxito sin sufrimiento. Y no, no es una charla motivacional barata. Yo no he logrado el éxito todavía y eso que llevo más de 500 años intentando… pero la esperanza sigue ahí.

Era el año de 1781, lo recuerdo con precisión. Creo que fue la mejor época para los vampiros. Eramos sólo un mito… ya nadie creía que existiéramos, y tenía gran tiempo que no veíamos a nuestro peor enemigo… las brujas… Nos sirvió a la perfección esa alianza para que fueran quemadas por los humanos… de los cuales nunca se imaginaron que estaban acabando con la bestia para enfrentarse al diablo. Quemaron fácil más de un millón de hechiceros. Por primera vez tomamos la delantera y hacíamos lo que queríamos, donde queríamos, cuando queríamos. Fue tan sencillo engañar a los humanos… Un par de historias incrédulas y todos tenían miedo. Todos menos Pierre, o Pedro si ya estamos en confianza. Esa noche cacé a once humanos. Yo no soy una vampira normal. Yo deseo más que mi clan… mi clan se detiene al satisfacer su necesidad de supervivencia, yo me detengo cuando quiero… Como algunos ya sabrán, somos seres malditos, y no porque asesinemos, sino porque nuestra mayor fortaleza es nuestra peor bendición. Podemos vivir eternamente, pero a la vez no podemos sentir nada… no sentimos amor, no sentimos tristeza, no sentimos placer, no sentimos dolor… lo aparentamos que es diferente, puedo cortarme el dedo y mi cerebro mandará la señal de dolor, mi cuerpo dará un espasmo. Saldrán lágrimas de mis ojos, claro, depende de la calidad de la sangre que hayas tomado… pero será todo, después seguiré como si nada…  El punto es que esa noche sentí algo que jamás había sentido desde que he sido vampira. Tuve una emoción… Sentí desprecio hacia mí… ¡Sentí asco! Quería vomitar por todo lo que he hecho, por todas las personas que he descuartizado. Fue por un segundo, tal vez menos… pero sentí. Sentí tanto que dejé escapar a Pierre, no me lo creía… sentir es lo más maravilloso de este mundo y me paralicé… ¿Qué pasó? ¿Por qué me pasó eso? ¿Me estaré convirtiendo en humana nuevamente? Eso es imposible… ¿o no? Bebí la sangre de todos y cada uno de los que no pudieron escapar como Pedro, pero ninguno me dio esa sensación de libertad… drené literalmente toda su sangre en la bañera y de la cual tomé un baño en ella mientras al mismo tiempo bebía para darme cuenta de que no tenía la más remota idea de que sucedía. Regresé con mi clan y los interrogué.

—¿Qué harías si pudieras sentir otra vez? —dije, pero sólo recibí burlas. Habían pasado tantos años que ya ni siquiera sabemos qué es sentir… Tenemos sed, buscamos saciar esa necesidad y lo hacemos a toda costa… al final, de eso se trata, de sobrevivir así seas un ser demoniaco… pero al satisfacer esa necesidad no sentimos placer. Simplemente dejamos de buscarlo hasta que la sed vuelve a comenzar. Pero esta ocasión, es diferente, ya no necesito saciar mi sed, ahora necesito sentir. Sea culpa o sea dolor, no importa… Maté a más de cien mil personas y con ninguna pude experimentar lo que sentí con la gota de Pedro…

Me acuerdo perfecto de esa noche, estaba más cerca de Pedro de lo que estuve jamás. Ya había matado a cincuenta personas esa tarde cuando se me presenta Jack. Por si no lo conocen él es el protector de los vampiros… se ganó ese título al salvar a más de un millón hace un milenio… aunque esa es una historia que tal vez les contaré en otra ocasión… tal vez no… El punto es que no había vampiro que se le enfrentara. Todos le guardaban respeto, por no decir miedo. Se puso enfrente de mí y me pidió que lo acompañara. Pero no podía, estaba en un dilema. Él era el rey de los vampiros y acaba de ver que Pedro entraba en aquella cantina. Pasé tanto tiempo buscándolo, maté a tantos humanos para encontrarlo, que esta era mi oportunidad.

—No, lo siento —dije. Traté de apartarlo para poder pasar. No sé siquiera de dónde saqué el aliento para decir eso.

—Fingiré que no escuché eso sólo por nuestra historia y lo repetiré como si no hubieras escuchado. Acompáñame, es una orden —me dijo sin pestañear. Casi olvido informarles; Jack, el rey de los vampiros, también es mi ex novio.

—No, ya lo dije y lo volveré a decir. Esto es lo más importante que he descubierto en la historia, jamás he visto nada igual. Te juró que cambiará el mundo.

—¿Cuántas veces te he escuchado decir eso? La batalla de Hemmingstedt. La guerra de los Treinta Años, la Gran Guerra Turca… siempre estuviste presente por no decir que la idea nació en ti.

—Cambiará nuestro mundo, no el humano…

—Ya estoy harto, no puedo dejar pasar una más de tus acciones sólo por lo que fuimos.

—¿Me amas?

—¡Por supuesto que no! Sabes que eso no es posible y aun así ha pasado mucho tiempo. Ya no eres aquella niña ingenua.

—Si te dijera que no es imposible ¿me dejarías ir?

—No, en tan poco tiempo has destruido todo lo que hemos logrado… asesinar vilmente en la calle, a miles de personas… ¿En qué estabas pensando?

—En no dejar testigos.

—¡Ni tampoco comida! ¿Qué crees que pase cuando se extingan los humanos? Dependemos de ellos lo quieras o no.

—No, ya no, estamos evolucionando.

—¡Suficiente! —dijo. Sentí cómo sus colmillos se clavaron en mi cuello. De un momento a otro se encontraba ahora detrás mío y me amarró con sus brazos como si fueran dos sogas que ataban mi cuerpo.




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