Je Te Hais

1

Samara Isabella Rojas Blair era una niña de diez años cuando descubrió que su sueño era ser actriz luego a los dieciocho también expandió su sueño un poco más y ya no quiso ser sola una actriz deseo con todas sus fuerzas actuar en la tan aclamada Broadway incluso si eso se significaba tener mucha presión sobre sus hombros e inclusive el rechazo de sus padres por no querer seguir los sueños de ellos, querían tenerme bajo sus alas en aquel negocio familiar.

Distribuir ropa no era lo mío, ni crearla, a lo mucho aprendí de mis abuelas a hacer postres ¿cómo haría ropa con mis torpes manos? Me gustaba meterme en la piel de otra persona, me encantaba interpretar la variedad de personajes en mis clases. No nací para que la gente ignorará mi talento, nací para exponerlo y que la gente lo disfrutará.

—Me estas diciendo... que Austin no ha dicho nada de mí ¿cierto?

Asiento a la pantalla donde mi mejor amiga se refleja de cabeza con la tonta idea de que si se pone de cabeza el cabello le crecerá, ella solía portar una hermosa cabellera color menta pero en un arrebato por su corazón roto se lo cortó a los hombros y ahora vive arrepentida.

—Ni siquiera ha ido a la cafetería en estos días —le vuelvo a recordar. Como por quinienta vez en lo que va de la llamada.

Ella hace un puchero —¿Por qué no deja a la novia insípida que tiene?

Me encojo de hombros —¿Por qué ella ha sido la novia de toda la vida?

—Ella es una perra que cada año le pone los cachos con un nuevo género, no me cabe duda de que ya lo hizo con un perro.

Arrugó la cara asqueada —Gracias por la maldita imagen visual.

—Oye, es muy probable ¿recuerdas que lo engañó con su mejor amigo y resultó ser su primo?

Ladeo la cabeza sin encontrar una forma de defenderla —Él la decidió aún así.

Bufa cruzándose de brazos y yo solo podía preguntarme cuánto tiempo había estado así como para desarrollar esas habilidades.

—¿Debería regresarme a Nueva York?

—¡¿Estás demente?! Te salió una gran oportunidad en Francia ¿enserio estas considerando regresar por un chico?

Ella se voltea con fuerza casi cayéndose por el movimiento —¡No es solo un chico, es el chico!

—Pues si esta destinado para ti pasara en su momento y sin abandonar tus sueños ¿queda claro?

Se cruza de brazos enfufurruñada —Si.

—No te oí.

—¡Que si!

—Muy bien —acomodo la toalla rodeando mi cuerpo.

—¿Cómo vas con su hermano?

Esta vez el puchero lo formo yo —Me ignora, como siempre.

Se ríe en mi cara la muy maldita —A Samuel le gusta hacerse el difícil o realmente no le gustas.

Dejo el cepillo de dientes a un lado —Le gusto. Necesito ser paciente y pronto se dará cuenta de sus sentimientos por mí.

—O te coloca una orden de alejamiento.

—Muy graciosa —alzo el cepillo de dientes señalandola con el.

—Vamos sabes que tengo razón, has estado detrás de él ¿qué... un año y medio? Si estás ahí para él todo el tiempo ¿cómo no puede verte?

Termino de poner la pasta en el cepillo quedando colgada de la pregunta, no es la primera vez o la primera persona que me dice lo mismo, miro mi reflejo, se que soy preciosa pero ¿lo suficiente para llamar su atención? ¿Soy lo suficiente para tenerlo? Todo el tiempo me dicen lo preciosa que soy sin embargo no solo eso llama la atención de un hombre, debes ser educada e inteligente, cautelosa, respetuosa, si bien es cierto que en ocasiones carezco de estas cualidades, frente a él si que las aplico. Si que trato se dar una buena apariencia.

¿Qué me falta?

—No importa cuánto tiempo tenga que esperar, se que al final terminaremos juntos.

—Espero que así sea, bebé.

—¡Antonella! ¡¿dónde carajos te metiste?! —la voz de un hombre suena con fuerza.

—¡Que mi nombre es Natalia! —replica ella furiosa.

—¡Y yo que estoy practicando!

—¿Ensayos a esta hora? —le preguntó.

Asiente dejando a la vista un chico salido de revista —Ese es Gabriel, esta jodiendo todo el tiempo con salir perfecto y esa mierda.

—¿No deberías estarlo tu también?

Hace una pose engreída —Yo soy perfecta.

—¡Antonella!

—¡Como me vuelvas a llamar así te juro que me levanto, te arranco los huevos y te los hago comer! ¡¿quedo claro?!

—Si —musito con miedo.

Mi mejor amiga se gira de nuevo a mí —Debo irme preciosa, no olvides llamarme y avisarme de la vida de Austin.

Pongo los ojos en blanco —Pues también te amo.

—Y yo a ti perra —pega su boca a la cámara comenzando a besuquearla —, ¡adiós!

Luego de eso cuelga. Dejo el celular comenzando con mi limpieza bucal, amo a Natalia pero a veces no puedo evitar el sentimiento de envidia a sus triunfos, venimos del mismo pueblo con el mismo sueño y sin embargo es ella quien ha podido participar en películas con uno de los directores de cine más importante del mundo, en situaciones como estas donde me encuentro sola en mi cama en un departamento vacío no puedo dejar de preguntarme si haber rechazado la oferta de mis padres fue mi mejor decisión.

¿Qué hubiese sido de mi si en vez de negarme a seguir el legado familiar lo hubiera hecho? ¿Dónde estaría? ¿Sería feliz? ¿Hasta qué punto me arrepiento? Porque si el arrepentimiento es fuerte ¿me obligará a ir con ellos?

Las lágrimas ruedan por mis mejillas dejándolas húmedas, soy un fracaso con tan solo veintidós años. Vivo en un diminuto departamento con nada más que una cocineta, dos platos, dos cucharas, dos vasos, una ventana con una pobre cortina colgando de ella, una cama desgastada, paredes grises, el baño casi unificado a la sala.

Tengo deudas nada más respirar.

Quedarme dormida de tanto llanto ni me sorprende cuando el sol golpea mis ojos obligándome a levantar, me doy una ducha de agua helada saltando en el pequeño espacio buscando un poco de calor, vivir en una de las mejores ciudades del país no me da los lujos con los que se imaginan los de mi pueblo.




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