Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo VIII

“El secreto del humor es la sorpresa”

Aristóteles

⁎⁎⁎

—Demonios, Marija cada día se supera en ponerte el almuerzo —comentó Alen en el momento en que observó cómo Fabijan saca un kit de comida hecha por su esposa.

Fabijan quien no se extraña que todos los días su esposa le ponga un diferente kit de comida a fin de llenar su estómago y hacerlo feliz; me doy cuenta que él saca diferentes recipientes de todo tamaño como color para esparcirlos por toda la mesa, la verdad es que me quedo asombrada como Alen y Vladimir —el gerente de proyectos—, quienes no dejan de ver cómo nuestro compañero de trabajo, empieza a abrir cada uno de los recipientes de comida haciendo que el olor de jamón, queso, aceitunas, albahaca, tomate, entre otros vegetales, logren que todos aquellos aromas se sientan deliciosos.

De mi recipiente de comida saco un trozo de soparnik[1] para luego llevarlo a mi boca, siento como el sabor salado de la tarta plana con un relleno de acelga suiza le da un cosquilleo a mi boca; realmente es lo mejor que pude hacerme temprano antes de salir de casa, no sé si es por el embarazo o por el cansancio de los últimos días, que me he puesto un poco más perezosa en mi hogar, casi solo quiero pasar en cama y por si fuera poco que me mimen… ¡Dios! Esa no soy yo. Nunca he necesitado que me tengan que estar contemplando o, por si fuera poco, que me derramen cariñitos cuando eso me irrita; pero ahora, todo es muy diferente, tanto, que debo de tener mucho cuidado con aquellas comidas que me dan náuseas.

—Comes como una ballena —le dijo Alen.

Fabijan encoje los hombros sin importar que Alen lo vea alimentarse como si fuera el último día de su vida, aunque típicamente, todos los días es así, aunque los platillos varían lo único que no cambia son las frutas de postre; no es de menos que la esposa de mi nuevo amigo se tome la molestia de prepararle un súper almuerzo cuando todos los demás empleados —agregándome en la lista— apenas llevamos un platillo como almuerzo o simplemente, cuando hay días que no llevamos nuestra propia comida provocando que tengamos que encargar algún almuerzo tradicional de la cafetería.

— ¿No te preocupa que Marija sea un poco obsesiva en ponerte toda esa comida? —Alen señala con su tenedor toda la comida.

—Es cierto, se ve un poco fuera de lo común… —Dice Vladimir quien no deja de revolver su crni rižot[2].

—Oh vamos, es adorable. —Comente. —Considerando que se ha tomado la delicadeza en hacerle toda esa comida. —Muerdo un pedazo de mi tarta.

—Ya quisiera decir eso, mira mi esposa… Solo son dos recipientes con comida y ya —dice Vladimir casi en tono de dramatismo.

—Eso es porque la última vez que Slavica te hizo mucha comida, terminaste por devolver la mitad de ella y se molestó —Fabijan le explicó a él —. Así que ese fue tu problema.

Evite dejar salir una risita cuando Vladimir hizo un puchero al darse cuenta que la explicación de Fabijan tiene una lógica a su protesta; así que simplemente él siguió comiendo su risotto negro, mientras que permanecía callado como si acabaran de recordarle una vergüenza que hizo.

Antes de poder seguir hablando sobre nuestra vida y nuestro día en el trabajo, observamos como un par de ejecutivos junto con nuestro jefe entran a la cafetería para pedir un almuerzo que puedo suponer que debe ser uno muy lujoso, nada de lo que a veces comemos los empleados. Él parece seguir escuchando las palabras de los otros dos hombres que se mantienen a su lado mientras que compra una botella de agua y con unas cortas palabras le dice algo a una de las cocineras hasta que está se marcha.

Varios de los empleados que nos encontramos en la cafetería empezamos a verlos con minuciosidad; antes el lugar mantenía un sonido muy bullicioso debido a que las conversaciones que tenemos todos, se escuchaban con el eco de las paredes, pero desde que ellos entraron, ahora lo que apenas se escucha son unos murmullos muy bajos que no sabría decir si eso puede sonar como una mala educación.

— ¿Quiénes son esos? —Musita muy bajo, Alen.

—Supongo que los nuevos socios de Demian. —Responde Vladimir con el mismo tono de voz.

Intento no ser tan obvia en girar la cabeza a cada cierto tiempo para poder ver aquellos tres hombres bien vestidos y con una actitud tanto autoritaria como profesional; es probable que sí sean unos socios del jefe, aunque debemos suponer que para que estén aquí y se hayan reunido con él es porque ha surgido algo muy importante.

—Escuche que Demian comprara un nuevo viñedo en Pula. —Todos nos sorprendimos con aquella noticia. —Así que ya saben que habrá una nueva comercialización.

No es de menos que el jefe quiera expandir su producto a otras tierras, de todas formas, así como van las ventas tiene que tener otros recursos para seguir produciendo más vino, ya que a pesar que sus diversos viñedos se encuentren extendidos por varias zonas de Croacia, sabemos que no toda su fabricación se debe de componer de una sola fuente o de un solo tipo de uva.

—Ay… eso significa que habrá más trabajo —Alen terminó por poner su cabeza en la mesa con decepción.

—Dímelo a mí, hoy en la mañana me mandó a llamar y me dio la orden de comenzar a realizar una nueva gestión de proyectos para otro viñedo… —Dijo desanimado Vladimir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.