“No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho”
Aristóteles
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Intento que mi respiración se pueda acompasar mediante tengo la conversación más seria de toda mi vida con la doctora Jukić, quien hasta el momento no me ha dado una explicación lógica sobre la inseminación artificial que me han hecho, ni siquiera tiene una buena justificación que mencione que todo ha sido una equivocación por su parte y que aquí ni Rade ni yo incluimos sobre esté error y problema.
Me acaricio mis sienes intentando no perder el control de mi cuerpo al saber que estoy embarazada de la peor persona que jamás creí que se incluiría en mi vida privada; porque exactamente de mi jefe, ¿por qué él de tantas millones de personas en el mundo? Había muchas probabilidades y de todas esas, sigo sin poder comprender como es que termine por ligarme con esta situación con mi jefe, ya era suficiente tener que verlo cada quince días para que tenga que mentalizarme que llevo un bebé de su sangre en mi vientre.
Fuera fácil hacerme la de los ojos ciegos y oídos sordos si no tuviera que tampoco engañar a Rade haciéndole creer que en mi vientre llevo a su bebé, no podré vivir bajo una mentira en los próximos nueve meses, ni siquiera tengo la idea de cómo será el físico de nuestro hijo porque todo dependerá del gen más fuerte, y sí llega a ser el de Demian, por claras y contundentes razones mi esposo se dará cuenta que el bebé no se parece a ninguno de los dos.
Dios mío, cómo le explicaré esto a Rade y sin dudarlo, no sé cómo se lo llegará a tomar cuando le diga la verdad, porque no quiero despertar a cada mañana sabiendo que otro día más le he ocultado este secreto, como también, verlo a los ojos con esa ilusión de creer que llevo a su hijo cuando en realidad no habrá una compatibilidad sanguínea en ambos.
No sé qué tipo de prueba me ha puesto Dios, pero también aquí sabré si él es lo suficientemente bueno para querer quedarse conmigo a mi lado, criando un bebé que no tendrá su sangre, pero que si será su hijo. Estoy preocupada con todas las decisiones que he tomado hasta el momento que no tengo idea a que camino me llevarán cada una, lo peor de ello, es que sé que cosas buenas no me traerán, dejando a un lado al bebé que llevo en el vientre porque sé que él o ella no tienen la culpa ni la responsabilidad de todo este caos por el que estoy pasando.
Veo como una chica entra a la oficina de la doctora Jukić para entregarle una carpeta en sus manos, ella empieza a tomar unos papeles en donde al leerlos detenidamente empieza a buscar el error del caso, quisiera poder acercarme a verlo pero ya sería demasiado tener que rebalsar el límite de mi insistencia, porque a pesar que tengo toda la razón para estar molesta y disgustada por lo que acaba de sucederme, tampoco puedo tomarme como justificación ciertas actitudes cuando debo de actuar con madurez en estos momentos.
—Pero, aquí no hay un error, señorita Ivanović —quedo desconcertada al escuchar eso.
— ¿Qué? ¿Cómo que no hay un error? Si usted misma sabía que deseaba hacerme una inseminación artificial con el esperma de mi esposo, no de un donante —le mencioné mientras ella asentía con la cabeza.
La misma chica que le llevó la carpeta de mis documentos de nuevo entro en la oficina para darme una taza de té con la finalidad de tranquilizarme, pero sé que para que eso suceda, tendré que tomar más que una taza de té porque ahorita en vez de poder resolver mis dudas, empiezo a tener más con cada palabra que dice la doctora como si fuera la culpable de que me hayan hecho un IAD.
—El consentimiento y el registro para hacerse la inseminación artificial aprueban de que usted consideró hacerse una inseminación artificial por medio de un donante de esperma. —Abrí la boca y no supe que decir.
¿Cómo puede ser eso posible? En ningún momento fui yo quien pedí hacerme la inseminación artificial por medio del esperma de un donante y no sólo eso, ¿cómo pretendía saber que el esperma electo sería con las características de un griego quien es mi jefe? Por el amor de Dios, quiero llorar de la rabia pero no es momento para ponerme en esa postura cuando lo único que exijo son respuestas ante lo que ha sucedido.
—Quiero que lo observé para que se dé cuenta. —La doctora me entrego los documentos.
Sinceramente ahora que lo recuerdo, yo no llené la documentación sino más bien quien lo hizo fue Rade, pero al ver la letra con la que fue llenada los papeles no parece ser la caligrafía de mi marido quien ya conozco lo legible que es su escritura, pero lo que me hace quedarme consternada es que su firma no parece haber sido copiada ni siquiera tiene alguna equivocación que diga que la persona quien lo hizo se pudo haber confundido o retractado en alguna parte.
Dejo los papeles en mis piernas y empiezo a pensar en lo sucedido, si la letra no es de Rade, pero su firma parece que sí, ¿cómo es posible que él haya hecho otro tipo de escritura? O más bien, ¿por qué él quería que me hiciera una inseminación artificial por medio de un donante de esperma cuando fue el primero en negarse en esa opción? La respuesta la tengo en la punta de la lengua pero sería muy rápido sacar conclusiones al creer que lo hizo con el propósito de saber que sus espermatozoides no harían perfectamente el trabajo, pero aun así, aunque hubiera tomado ese camino hubiera sido más favorable que discutiéramos el asunto de qué donante elegir por medio de sus características, ya que sabemos que los nombres de estas personas se mantienen en anonimato y la única casualidad de conocerlos es que si el niño o la niña al crecer quiera saber quién es su padre biológico, ya que es el único que puede tener el derecho de saber el nombre y otros datos personales.
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Editado: 22.07.2021