Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo XII

“Serás doblemente desgraciado si no sabes sobrellevar tu desgracia”

Blas de Prinea

⁎⁎⁎

— ¿No cree que debería irse ya?

Absorbí mi nariz y me limpie una lágrimas en el momento en que eleve mi cabeza para ver a mi jefe a mi lado con los brazos cruzados; realmente no tengo idea sobre por qué sigue aquí cuando podría estar en su casa tomándose una copa de sus espectaculares vinos recordando todo el espectáculo que monte hace un par de horas intentando que no me quitaran la casa, pero por órdenes judiciales y con mis propios documentos legales de la casa en manos de un desconocido, no pude hacer mucho además de poner una denuncia por difamación porque nunca firme esos papeles.

—Yo no le he pedido que se quede, desde hace cuatro horas pudo haberse marchado. —Le dije sollozando.

—Y ¿permitir que entre nuevamente a esa casa para que luego le pongan una orden de alejamiento por entrar a una propiedad privada que ya no es suya? —Achique los ojos.

Me quedo ojiplática al darme cuenta sobre cómo sabe de mis intenciones; sin embargo, no le daré el gusto de poder afirmar a su interrogante, de todas formas, no iba a robar nada, simplemente pretendía quedarme unos momentos más en mi hogar esperando obtener un milagro que dudo que vendrá porque la única forma de poder tener de nuevo los documentos de mi casa en mis manos será pagándole a ese hombre, diez mil kunas que no tengo idea de dónde las llegaré a sacar porque a estas alturas, con todo lo que estuve pagando los últimos meses, ya no tengo muchos ahorros y más porque la inseminación artificial fue la que termino por costarme más.

—En serio, debería irse —empiezo a perder la paciencia con mi jefe.

— ¿Puede dejarme en paz? No se da cuenta que estoy mal porque acabo de perder mi hogar y lo único que quiero es poder pensar a solas. —Le explico lento.

—Y ¿por qué no reflexiona en otro lugar? Porque, aunque Croacia sea uno de los países con menos delincuencia no le da la credibilidad que no le suceda nada —me levanto para confrontarlo.

— ¡Demian me estás sacando de mis casillas! ¿Puedes irte? O ¿quieres que te empuje hacia tu auto para que me dejes llorar con libertad? —Me pongo en frente de él.

— ¿Así que he pasado de ser tu jefe a tu amigo? —Hago un gesto extrañado.

¡Ay mierda! Lo he llamado por su nombre en vez de utilizar su apellido, la verdad es que la culpa la tiene él por ser demasiado insistente en ciertas cosas, lo que no me entra en la cabeza es porque le importa tanto mi seguridad cuando ya le dije que el bebé es mi responsabilidad y que puedo cuidarme sola, sin necesitar a alguien a mi lado.

—No se equivoque, que no quiero ser su amiga. —Me sincere. —Además, es su culpa que le haya llamado por su nombre cuando realmente no comprende mi situación. —Pongo mis manos en mis caderas.

Encoge los hombros con indiferencia mientras le da una mirada a toda la zona en donde resido, la verdad es que he perdido la vergüenza ahora que mis vecinos saben que he sido desalojada de mi propio hogar gracias a Rade, añadiendo de la pelea que tuve con aquel hombre y ahora que me he quedado con algunas maletas y cajas esperando que la suerte me lleve a su camino.

— ¿No tiene dónde quedarse? —Respiro profundo y pongo los ojos en blanco.

— ¡Y sigue dándole con el mismo tema! —Digo agobiada de seguirlo escuchando. —No, no tengo donde quedarme si eso es lo que quiere saber. —Farfullo.

— ¿No tiene familia? —Veo que le gusta preguntar.

¿Qué si tengo familia? ¡Claro que la tengo! Pero irme a vivir con mi tía es volver a entrar al infierno que viví durante tres años con el esposo de ella y su hijastro, además para que volver a repetir esa historia cuando al cumplir mi mayoría de edad pronto quise escapar de esa casa para no vivir el mismo tormento todos los días.

— ¿Amigos? —Vuelve a preguntar al ver que no le respondo.

En estos instantes irme a vivir con algunas de mis amigas es pésima opción, porque, aunque ellas me tendrán consuelo ante este momento, no dudo que me repetirán varias veces que me advirtieron que Rade no sería más que una mala influencia en mi vida haciendo que no quiera escuchar eso; lo peor es que pedirles ayuda a mis compañeros de trabajo es algo que descarto muy rápido porque apenas nos conocemos para querer que ellos me brinden algo que superficialmente debería darse con mucha confianza.

— ¿Alguien de confianza? —Suspiro resignada.

— ¡Bien! Me voy —digo aburrida al ver que no se irá si yo no me muevo.

—Y, ¿dónde piensa ir si no tiene familia y amigos? —Hace un ademan con su mano.

—En ningún momento he dicho que no tenga familia y amigos —puntualizo.

— ¿Entonces? —Espera que diga algo.

—Iré a donde no meta su nariz en mis asuntos. —Se asombró con mis palabras.

Realmente le estoy mostrando a mi propio jefe una faceta que desconoce mucho de mí, quizás eso le enseñe a no creer que todas las mujeres que ha conocido o que conocerá, son muy fáciles de tratar como él lo supone; ya ha sido suficiente la humillación de este día no sólo de su parte al creer que le pediré algo en cambio de mi silencio por el bebé, añadiendo la parte en la que no pude defenderme como debía con el hombre que se adueñó de mi casa, darle una buena explicación al oficial y no ir a buscar ahora mismo a Rade para encararlo sobre lo que me ha hecho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.