Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo XIII

“Cada lágrima enseña a los mortales una verdad”

Platón

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Intento seguir poniendo atención a la reunión que tenemos con toda la junta directiva pero se me hace imposible luego de recordar las facturas que llegaron el día de ayer, recordando el dinero que debo abonar o pagar para que el banco deje de seguirme insistiendo acerca de cobrarme cargos e intereses por no ser puntual con los pagos; el gerente administrativo sigue explicando la gestión que se harán en los próximos meses en cada uno de los departamentos de la empresa con el fin de poder evaluar si las operaciones, obligaciones y deberes se están llevando a cabo correctamente, como a su vez, si ha llegado a haber un buen uso de los recursos que provee la compañía con el negocio de los vinos y licores.

Me siento un tanto cansada, que ni siquiera he podido dormir tranquilamente con tanto problema que se me ha venido por encima, añadiendo que tuve que comprar el ácido fólico para que el bebé pueda desarrollarse bien; sin embargo, últimamente el niño o la niña no me lo está poniendo nada fácil cuando tengo náuseas matutinas y no puedo comer cualquier tipo de comida sino soy capaz de correr al baño para ir a vomitar.

Por otra parte, desde la semana pasada que le deje claro a mi propio jefe que no tomaría su dinero o cualquier tipo de propuesta que me causara desaparecer de su vida, dejo de seguir insistiendo, algo que se lo agradezco porque no soy capaz de discutir nuevamente el asunto cuando ese día salí agotada del hotel y termine por quedarme en un apartamento de solteros muy sucio y pequeño. Además, tendrá que tolerarme los próximos meses porque por ley y código de trabajo, no puede despedirme al estar embarazada, sino es probable que pueda caer una demanda de su parte al desemplear a una mujer sin una justificación razonable.

Con Rade no he tenido muchas esperanzas de encontrarlo, es como si se hubiera convertido en el hombre invisible y fuese poco probable de encontrarlo, siendo sincera, ya estoy aburrida de seguir yendo a los casinos a buscarlo cuando no es un lugar que me guste entrar y más cuando varios hombres ya me han perseguido buscando de mí algo más que jugar a las máquinas o apostar dinero. Así que no me quedo de otra que reportarlo como desaparecido para que las autoridades lo busquen y así, él pueda encargarse de sus propios problemas.

Me acaricio el rostro y bebo un poco de agua de la botella que tengo encima de la mesa para poder despertar, está vez es inútil poder ocultar mis ojeras y también lo aburrida que estoy, por lo menos los demás gerentes se encuentran atentos a lo que dice el gerente de administración, mientras tanto yo, a pesar que quiera entender lo que explica, al final mi concentración se termina por desviar haciendo que mis apuntes se terminen por leer con poca coherencia; miro el reloj de mi mano para darme cuenta que faltan diez minutos para que esta reunión termine, por lo menos luego llega la hora de almuerzo, eso ayudará a animarme, aunque sea comiendo.

Cuando el gerente administrativo deja de hablar, al final inconscientemente el jefe termina por decir algunas palabras antes de marcharnos, haciendo que cada uno de los gerentes y otros directivos le entreguen sus reportes de la semana para que evalúe el rendimiento laboral que ha llegado a haber en las últimas dos semanas tanto con el trabajo como con los empleados. Antes de poder acercarme a él, levanto la cabeza con dignidad para entregarle mi carpeta en donde él solo me da una mirada para luego tomar mis papeles, me doy la vuelta y me marcho esperando que no quiera hablar conmigo, pero cuando salgo de la sala de reuniones para irme con Alen, Fabijan y Vladimir, respiro con más tranquilidad al saber que ha pasado otro día más en el cual, ambos nos ignoramos como si no hubiera sucedido nada.

Alen y yo nos dirigimos a la cafetería mientras que Fabijan y Vladimir van por su comida a sus oficinas, realmente la comida del lugar no es de mi devoción pero con todos los arreglos que he tenido que hacerle al apartamento y la poca motivación que he tenido los últimos días para levantarme temprano para prepararme el almuerzo donde solo el desayuno me alcanza, al final, no me queda otra opción que tener que comprarlo, a pesar que solo lo hago dos veces por semana porque mis recursos monetarios se agotan cada vez más.

— ¿Te encuentras bien? —Le doy una mirada a Alen.

—Sí, ¿por? —Él empieza a agarrar un trozo de bayadera[1].

—Vamos Danika, somos amigos y sabes que soy muy observador —me reprende al darse cuenta que no quiero decirle nada.

¿Por qué debería contarles a los demás sobre mis problemas? Alen es un gran amigo y siempre se preocupa mucho por las personas que él quiere, es extraño decirlo cuando solo llevamos meses de conocernos y ser amigos, sin embargo, ha mostrado una cercanía muy directa a mí al darse cuenta que hay cosas en las que coincidimos, como también, en algunos consejos que nos repartimos mutuamente para nuestra vida laboral y personal.

No quiero que Alen se preocupe por mis propios problemas, además es posible que si le cuento mi situación económica no dudara en darme diversas alternativas para ayudarme a salir adelante, sin embargo, nada funcionara cuando debo más de veinte mil kunas en varias cuentas de banco, sin decir que, tengo la obligación de pagar la renta de la pequeña habitación del apartamento y seguir con los cuidados prenatales del bebé que de por cierto ni siquiera he asistido al obstetra para saber cómo va su crecimiento y si se encuentra sano.




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