Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo XXVI

“Las palabras son una medicina para el alma que sufre”

Esquilo de Eleusis

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El impacto de mi declaración fue tan grande que toda la sala se quedó en silencio, aunque el rostro de mis amigas, el de mi tía y más el de Demian fueron los que más se quedaron asombrados con aquella revelación que todos desconocían; realmente nunca pensé que tendría que decir aquello, más al tener que recordar cada segundo lleno de temor que tuve que vivir cuando Tomislav no me dejaba salir de mi habitación y cada momento me daba una bofetada para callar mis gritos.

— ¿Sería amable de contar los sucesos? —Jugué con mis dedos.

Por primera vez me doy cuenta de las cosas sin haberlo imaginado… Las últimas semanas no he estado nerviosa o presionada por el caso, más bien, ha sido por la tensión y el estrés de tener que relatar lo sucedido con Tomislav, eso es lo que ha hecho que no tenga paz, debido a que es algo que me jure guardármelo, no por vergüenza, sino porque a quien le contara, ¿qué pensaría de mí? ¿Me creería? ¿Me daría la espalda? Una vez intente que me creyeran y pensaron que solo era más que una chica con sus berrinches llamando la atención de un chico que la rechazo.

—Tenía diecisiete años, en unas semanas cumpliría dieciocho. Luego de llegar del instituto me quedaba sola con Tomislav, ya que mi tía y su esposo trabajaban todo el día y llegaban hasta la noche. —Le di una mirada a ella. —Un día, ellos llegarían más tarde de lo común, así que, a las cuatro de la tarde, él entro a mi habitación, era habitual que lo hiciera y tuviera que sacarlo de ella para que me dejara en paz. Pero esa vez todo fue diferente. —Me mordí el labio al sentir como este temblaba.

— ¿Puede ser un poco más específica en eso? —Pregunto mi abogado.

—Parecía tenerlo todo planeado, es a lo que me refiero. Él cerró la habitación con llave y la escondió en su bolsillo, se fue acercando a mí mientras que me decía que ese día sería suya, tuve miedo, tanto que, intente esconderme en el baño, pero me sujeto y me tiro a la cama. —Tome aire para sentirme capaz de hablar. —Forcejeamos varias veces, intente huir, pero tenía la llave de mi habitación, me la había robado y se me hizo difícil poder quitársela. Por un momento pensé que las cosas no podían empeorar, pero, paso… —Sentí un nudo en la garganta. —Empezó a desgarrar mi ropa, me abofeteo varias veces para no gritar y… —mi piel se erizo —varias veces acercaba su miembro a mis partes.

— ¡Eres una estúpida perra mentirosa! —Tomislav se levantó de su asiento gritándome. — ¡Tú querías eso! ¡Lo pedías! ¡Lo deseabas! —Me señalaba con rabia.

— ¡Orden en la sala! ¡Calme a su cliente abogado Pavić! —Le dijo el juez al abogado de Tomislav.

Veo como Tomislav termina por obedecer no sólo las palabras del juez, sino que también las que le dice su abogado muy cerca de su oreja para que nadie los escuche. Termina por controlarse, pero no del todo; su mirada es amenazante tanto que por unos minutos me hace temer por mi vida, sin embargo, no es el momento para pensar en ello, más porque debo de seguir siendo fuerte.

—Y ¿qué sucedió después, señorita Blažević? —Me pregunto mi abogado.

—Se masturbo al ver el miedo que me estaba ocasionando, como también, los golpes que me proporcionaba; y luego me volvió a agredir durante varios minutos como si eso le provocara placer, ni siquiera puedo describir el temor que sentí cuando estaba en ropa interior, había sujetado mis manos detrás de mi espalda con una de sus manos mientras que con la otra me tocaba. Varias veces intenté huir, pero sentí que era insuficiente con mi fuerza. —Pestañeé repetidas veces para no llorar.

Recordé muy bien la sensación de miedo, cuando sus dedos empezaron a entrar en mis bragas y como apretaba los ojos con fuerza intentando ignorar lo que podría suceder. Por primera vez en mi vida, me había sentido vulnerable y frágil.

— ¿Y luego? —Suspiré.

—Simplemente, no sé si fue cosa del destino o suerte mía, un amigo de él apareció tocando la puerta de su casa, él me cubrió la boca para que no gritara y pidiera auxilio, sin embargo, su amigo insistió hasta que no le quedo de otra que irlo a ver. —Apreté mis manos. —Me encerró en mi habitación mientras atendía a su visita, pero me vestí rápido y hui de la casa rompiendo una de las ventanas del baño, era el único rincón donde podía irme. —Termine por contar la historia.

— ¿Por qué no le pidió ayuda a su amigo? —Pregunto el abogado.

—Los amigos de él no eran buena influencia, así que no podía confiar de que su amigo podía salvarme. —Explique.

— ¿Qué hay de la denuncia que hizo? —Hice una mueca.

—Fui a la estación policial a hacer una denuncia, sin embargo, no había pruebas ni testigos de lo que decía, solo tenía el rostro rojo por las bofetadas y eso era insuficiente para demostrar que él intento violarme. —Comente. —La denuncia fue escrita pero nunca lo investigaron, ya que los policías creyeron que era una niña que solo quería meter en problemas a un chico, así que no creyeron en mi historia. —Encogí los hombros.

—Eso es todo, señoría. —Termino mi abogado.

(…)

Salgo de la sala para empezar a caminar rápido, necesito salir de aquí para darme un buen respiro, ya no sé si sentirme mal porque tendré que esperar un mes más para la continuación del juicio luego que el juez no pudiera determinar nada aún o sentirme feliz porque tengo tiempo para buscar nuevamente a las testigos quienes me pueden ayudar con el caso. No quisiera darme esperanzas en ello, pero al menos debería intentarlo nuevamente al estar en la cuerda floja con saber que mi versión de los hechos y la tragedia pasada que tuve con Tomislav no fueron suficientes para convencer al juez del todo.




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