Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo XXVIII

“Un mal pequeño es un gran bien”

Proverbio griego

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—Llámame cuando llegues a Grecia, mamá. Y si es posible también cuando ya estés en Tolo. —Le dice Demian a su madre quien está a punto de abordar dentro del auto para que Lovro la llevé al aeropuerto.

—Sí, hijo. No te preocupes. —Ella le da un beso en la mejilla a él. —Danika.

La señora Dionne se acerca a mí para brindarme un abrazo antes de despedirse, realmente los últimos tres días nunca me la había pasado de lo mejor con su compañía, ya que además de conocerla también me enseñó a hacer varios platillos griegos que me sugirió hacerle a Demian cuando quiera quedarse en la casa de la finca; no puedo decir que será una forma de convencerlo o propiciarle un acercamiento hacia el bebé pero sí pude descubrir que la intención de ella es que su hijo tome la decisión de cambiarse de residencia para que ahora viva en la finca antes de tener que estarse moviendo de un lado a otro sólo para visitarme.

—Sería un placer que nos acompañes en navidad y año nuevo —mencionó ella.

— ¿En serio? —Dije admirada de su invitación.

—Claro, sería maravilloso… —Fue interrumpida antes de seguir hablando.

—Mamá, por favor despídete o puedes perder el vuelo. —Le sugirió Demian.

Realmente será un reto tener que aceptar esa invitación, porque a pesar que Demian y yo hemos dado un paso adelante ante la extraña relación de amistad que tenemos, aún sigue considerando que no es apropiado que mantenga una conexión con su familia, no por el bebé sino más bien porque después de todo, tenemos que respetar ciertos límites que estoy segura que él no quiere que me entrometa considerando que haber conocido a su madre, ha sido algo que tuvo que dejar pasar ya que no podía prohibirle a su mamá que no me dirigiera la palabra o que sucediera cualquier otra cosa.

—Te espero en navidad. —Fue lo último que me dijo la señora Dionne antes de abrazarme y darle una caricia a mi vientre.

Entro al auto para luego ver cómo se despide de nosotros para ir al aeropuerto, sinceramente la extrañare, su compañía en estos días fueron los mejores, es como haber tenido a una madre que no sólo se preocupó por el bienestar de su hija embarazada, sino que también, me consintió y aprovecho cada momento que estuvo en casa para mantener una cercanía con su nieto o nieta.

—Debemos irnos también, no quiero que tengamos un retraso en el camino. —Dijo Demian mientras va por su auto.

Me pongo unos guantes al sentir como la temperatura ha comenzado a bajar mediante pasan los días, fuera absurdo decir que el clima en Zagreb no es frío pero viviendo en una altura muy elevada, el clima ha dejado de ser fresco para empezar a congelar mis manos, me he tenido que abrigar muy bien para poder agarrar calor, al menos no me siento agobiada de tener que estar casi envuelta por completo de cabeza a pies, sino es probable que ya estuviera comenzando a quitarme toda la ropa porque sería cargar con un enorme peso que no me está favoreciendo en nada.

Demian estaciona el auto en frente de la casa para luego bajarse y abrirme la puerta del copiloto en donde entro sin tener problemas a que él tuviera que ser demasiado caballeroso para hacer eso; al entrar él a su vehículo, se pone el cinturón y se asegura que también me lo haya puesto, solo así, es cuando empieza a manejar en dirección a la clínica del doctor Horvat, esta se puede decir que será la penúltima cita que tendré antes que entre a los últimos dos meses de embarazo y esa sea considerada la última.

Esta ocasión puedo considerarla muy diferente que las dos anteriores, ya que ahora además de sentirme segura y alegre porque tendré un bebé, me siento entusiasmada porque volveré a ver de nuevo a mi hijo o hija en una pantalla después de dos largos meses. Sinceramente no imagine que el tiempo pasará rápido, aunque cada mes que pasa se vuelve cansado, lo digo por los cambios que está sufriendo mi cuerpo y no habló porque estoy empezando a subir de peso, sino más bien, porque el ritmo de mi respiración y de mi corazón comienzan a trabajar cada vez más, añadiendo que, al ser madre primeriza, he tenido que estarme acostumbrando a esos procesos.

— ¿Nerviosa? —Me da una corta mirada para no distraerse al estar manejando.

—No, estoy emocionada —digo con una enorme sonrisa.

—Quisiera estar igual que tú —menciona.

—No deberías temer a nada, me he cuidado muy bien durante estos dos meses —le explico para que tenga confianza.

—Lo sé, pero es que… —Lo interrumpo.

—Confía en mí, ¿sí? —Me da otra breve mirada.

—Confío en ti. —Deja ir una sonrisa relajada.

El camino se vuelve un poco más lento para tener cuidado con las calles que se han vuelto un poco más resbalosas por los cambios de clima, así que mientras que hubo un silencio cómodo durante nuestro trayecto no hice más que descansar y escuchar la música de la radio, sin embargo, en mi mente se cruzaron pequeños momentos y pensamientos que hicieron que mi estado de ánimo se elevará, al recordar cómo estos días Demian se ha mantenido más pendiente de mí, no digo que antes no lo hiciera pero últimamente se ha vuelto más cercano, estas dos últimas noches ha ido a mi habitación para leerle un cuento al bebé, añadiendo que me prepara un baño caliente, me complace con ciertas comidas y pasa más tiempo a mi lado intentando conocerme más y compartiendo momentos conmigo.




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