Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo XLIV

“Todo fluye, nada permanece”

Heráclito de Éfeso

⁎⁎⁎

Dejo de jugar con el anillo para ponerle atención a mi hijo quien me ha tirado un juguete en mi regazo; al ver que me he llegado a asustar suelta una pequeña risa contagiosa que me hace verlo con amor y ternura, me acerco a él para tomarlo de los brazos a fin de derramar varios besos en sus regordetas mejillas, deja ir varios grititos llenos de diversión que me hace amarlo cada vez más, sin dudarlo es la única persona que me puede sacar una sonrisa en estos malos momentos.

Pongo nuestras cabezas juntas y pronto acaricio su nariz contra la mía hasta que le provoca un cosquilleo que lo hace sacar una nueva sonrisa; Hades no parece ser ese bebé serio y huraño a pesar que haya heredado el físico de su padre, más bien, los que empiezan a conocerlo hacen referencia que el pequeño tiene ciertas peculiaridades que pudo haber obtenido de mí, por lo que logra atraer con facilidad a toda persona que se le acerque, haciendo que se refunde en su simpático carácter y se divierta con sus risas.

— ¿Cómo se encuentra este pequeño sol?

Suspiro para sentir como mi sonrisa se borra en el momento en que escucho su voz, no tengo duda de que ha venido a arruinar mi felicidad al querer ver cómo se encuentra nuestro hijo, sin embargo, no puedo hacer nada por ello cuando compartimos la crianza y los cuidados de Hades en esta etapa.

Demian se acerca y pronto sin que me diga algo le entrego a Hades en sus brazos, giro mi rostro con el propósito de no verlo, pero a la vez, de no oler su fragancia que ya me ha sido difícil tener que rechazar las sensaciones que me provoca.

—Te veo más grande, es probable que hayas crecido un poco más… No dudo que estos pies serán enormes, como todos los de un gran hombre, ¿no es así? Oh Dios, hasta huelen a queso…

De reojo veo como Demian bromea e interactúa con nuestro hijo, mientras que hace el intento de olerle sus piecitos para luego hacerle un gesto de desagrado hasta que lo cambia por uno lleno de diversión en el que termina por hacerle pequeñas cosquillas a Hades en la planta de su pie derecho ocasionando que el bebé ría sin detenerse; eso provoca una cierta ambivalencia en mí, porque por una parte, mi corazón no se resiste ante ese momento y más cuando padre e hijo están compartiendo un buen tiempo juntos; sin embargo, está ese lado que logra que recuerde lo sucedido ocasionando que lo odie.

—No lo agites mucho, acaba de comer y puede vomitar tu traje —le digo mientras empiezo a guardar en una bolsa los juguetes de mi hijo.

—No sería un problema —me responde —, al menos espero que te hayas llevado una manta para cubrirte mientras le das el pecho, no creo que sea bueno que te expongas a otros —giro mi cabeza y lo miro anonadada.

— ¿Qué intentas decir? ¿Qué soy una exhibicionista? —Le tiro la pregunta molesta.

—Solo digo que deberías cubrirte si haces las cosas fuera de la recamara, aquí trabajan muchos hombres y no quiero que vean que les das de amamantar a Hades cuando puedan que en sus cabezas imaginen cosas morbosas. —Pongo los ojos en blanco.

Desde que volvimos a Croacia las cosas se han vuelto tensas entre nosotros, pero siendo sincera, ya no sé si es porque luego de revelarle mis sentimientos termino por rechazarme de la forma más infame y nefasta que no podía haber creído que obtendría de él o es que no sabemos arreglar el asunto como todos unos adultos que deberían dejar a un lado el pasado para llevarse bien por su hijo.

Realmente, cual sea la razón ninguno de los dos hemos podido llegar a un acuerdo de llevarnos bien, mayormente la tensión e incomodad parece estar sujeta entre nosotros cada vez que estamos juntos, pero recayendo a la realidad, en estos momentos será difícil que nos distanciemos cuando tenemos a un hijo en medio de nosotros; aunque últimamente he estado pensando sobre muchas cosas y entre ellas, si debería ser hora de irme de acá cuando me estaría haciendo un favor para olvidarlo a él como todos los buenos recuerdos que coleccionamos y ahora son más que un estorbo para poder continuar con mi vida como si no fuese ya suficiente tener que tolerarlo día y noche.

— ¿Dónde fueron en la mañana? Me sorprendí en saber que Hades no se encontraba en su cuna y la única que pudo haberlo sacado de ella eres tú —lo escucho decir.

—Lo llevé a que tomara un poco de sol y fuimos a los viñedos, tus empleados estaban ansiosos de conocerlo —le respondí mientras terminaba de recoger lo último que quedaba en la manta.

— ¿Segura? —Pareció no creerme.

— ¿Tendría una buena razón para mentirte? —Le digo mientras me pongo el lazo del bolso en mi hombro.

—No sé, tú dime. —Me dice serio.

Intento no pelear con él luego de que las discusiones cada vez se han vuelto tediosas, cansadas y constantes. Sinceramente, quien hubiera dicho que sería más fácil hacer enojar a Demian que sacarle una sonrisa, a estas alturas debería conocer eso, pero sabiendo que todo cambio en las últimas dos semanas, sé que ya nada puede volver a ser como antes, logrando que ahora desconozca a la persona que tengo en frente.

Agarro a Hades de sus brazos para llevarme a mi hijo dentro de la casa, no quiero empezar a irritarme, pero Demian ha empezado a conseguirlo, a punto de que tenga que ignorar sus pasos que me siguen a todo lugar que vaya.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.