Jefe, tendré un hijo suyo

Capítulo XLIX (Cap. Plus)

“El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido”

Platón

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[ Demian ]

Entro pronto al hospital viendo como varias personas se cruzan en mi camino, algunas enfermeras se molestan conmigo debido a que empiezo a correr sin detenerme entre los pasillos, busco a mi hermano y a mi padre pero no los ubico por ningún lado hasta que cuando voy a pedir información por Danika, pronto Lancer aparece logrando que se acerque a mí, su mirada sigue siendo de preocupación que no me atrevo ni siquiera a preguntarle qué es lo que le está sucediendo a Danika, pero a penas mi padre llega cuando me abraza y me da unas palmadas en la espalda.

—Tienes que ser fuerte —abro la boca admirado por lo que dice.

Lo aparto un poco de mí para poder hacerle esa pregunta de la cual me está dejando sin esperanzas de pensar que Danika pudo sobresalir de esto; mi corazón late tan rápido que nuevamente el miedo incrementa y la angustia ya está vigente por cada parte de mi cuerpo que ha provocado que mi voz se pierda y mis piernas empiecen a temblar.

— ¿Ella…? ¿Ella…? —La palabra que no puedo mencionar se queda a mitad de decirla — ¿Murió? —Digo con voz entrecortada.

—No, pero… Tuvieron que reanimarla debido a que tuvo un shock de… —Mi hermano intenta acordarse de las palabras —su alergia.

— ¿Pero vivirá? —Les pregunto.

—No sabemos, Demian. Todo es cuestión de que los doctores sepan cómo devolverle la vida. —Trago hondo.

Ambos me comentan con detalles la forma en que llegaron a encontrarla, lo peor de ello es que si los oficiales no hubieran llevados a perros policiales es probable que no terminaran encontrándola a tiempo cuando estaba en un punto ciego de un bosque en donde la tapadera del agujero ya hacia cubierta de hojas y ramas para que fuera más complicado en encontrarla.

El estado de ella es grave, tanto que a primera instancia no le podían encontrar el pulso de su sangre ya que su piel se había enrojecido e hinchado con la alergia del polen de las rosas, no sé sabe el promedio de tiempo que estuvo ahí, pero lo máximo debe de haber sido entre quince a veinte minutos por lo que los paramédicos se encontraban sorprendidos que aún no hubiera muerto, sin embargo, eso no muestra que se encontraba bien cuando apenas al sacarla del agujero supieron que sus vías respiratorias se habían obstruido, ocasionando un paro cardiorrespiratorio donde tuvieron que reanimarla para poder ponerle epinefrina y así llevarla al hospital lo antes posible.

Acaricio mi cabeza al sentir un fuerte dolor al no poder creer todo lo que está sucediendo, primero Hades, luego ella, encontramos a nuestro hijo con vida y salud, mientras que Danika, está en sala de emergencias luchando por su vida al casi ser arrebatada. Quisiera ir a buscar al maldito de Rade en estos momentos, pero no es tiempo de pensar en venganzas, golpes y peleas cuando la mujer que últimamente se ha ganado mis pensamientos y mi corazón se encuentra debatiéndose entre la vida y la muerte.

Pensar en ello me provoca más que una preocupación y dolor cuando no deseaba que las cosas se llegasen a repetir, pero de una manera mucho más horrible. Hubiera querido que, esto no terminase pasando y haber seguido mi instinto que ella podía cometer un suicidio teniendo que obedecer cualquier orden secreta que el propio Rade le hubiera dado a fin de encubrirlo de los oficiales y de mí para evitar que a nuestro hijo le sucediera algo, pero ahora, es ella la que se encuentra detrás de aquellas puertas y paredes en las que no puedo cruzar y por ley, debo esperar hasta obtener una respuesta de ella.

— ¡Demian!

Varios amigos de Danika, como su tía, prima y añadiendo a mi madre y hermana llegan al hospital intentando saber algo de ella, pero me es difícil de comentar aquello que me resulta irreal cuando podía haber esperado cualquier cosa que no fuera que estuviera intentando reanimarla luego de que haber sufrido una alergia grave; es una locura y apenas mi cabeza puede analizar todo lo que está pasando.

Todos me miran a fin de responder, pero siento que, si lo hago, me terminare derrumbando en un instante. Yo no quiero que ella muera, fue suficiente saber que se iría de mi casa para ahora imaginarme una vida sin Danika. Mi madre sigue sosteniendo a Hades en sus brazos, por lo que, al darle una mirada, me doy cuenta que aún no se ha podido recomponer del mal rato que se le hizo pasar; trago hondo con solo pensar que si Danika no sale viva de esto, «¿cómo en un futuro podré decirle a Hades todo lo que paso?» Explicarle que su madre dio su vida por él, de la forma en cómo murió, de la carta que le dejo y que confió en mí para cuidarlo cuando fui poco hombre para ella mientras me revelaba sus sentimientos y no hice más que destruir sus sueños e ilusiones de querer estar a mi lado mientras que sus últimos días solo le di disgustos y dolor.

Cierro los ojos e inhalo fuerte, me siento un completo cobarde al pensar que tengo miedo que todo eso suceda y que en un futuro mi propio hijo me odie por no haber sido valiente en luchar por un amor que debía de haber correspondido porque sabía que me traería buenas cosas no sólo para mí, sino que para él.

Al quedarme callado, mi padre es el que toma mi lugar para explicarle a los demás sobre lo poco que se sabe de Danika, mientras él hace eso, me acerco a mi madre para que pueda darme a Hades quien ya se ha puesto inquieto al estar rodeado de tantas personas que han cambiado de humor al escuchar sobre su madre. Me siento en uno de los sofás y veo como el pequeño empieza a ver por todos lados como si estuviera buscando a alguien, sé a quién quiere encontrar, pero es imposible que ahora mismo aparezca, pero me hiere más ver como Hades me hace un puchero y nuevamente determino que empezara a llorar.




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