Roxellane
Creo que esto es lo más tonto que he hecho en toda mi vida y mi enemigo mortal me lo confirma. La puerta de la habitación se abre, entonces veo los zapatos de Troyen entrar. Creo que el apodo que me puso Zijo cuadra muy bien conmigo.
Estúpida.
―Si sabes que huelo tu carne, ¿verdad? ―acota mi captor―. Aunque te escondieras en un hueco perfectamente ubicado, te encontraría. Sobre todo, porque mi olfato es mejor que el de cualquier demonio. Ya muévete de ahí.
Suspiro, entonces me arrastro para salir de debajo de la cama. Mira todos mis movimientos cuando lo hago. Una vez que me desplazo por completo me levanto, entonces me encuentro en frente de él.
―¿Por qué no estás durmiendo? ―cuestiona cuando solo me quedo mirándolo fijo, sin decir ni una sola palabra, luego frunce el ceño―. Contesta ―exige.
―¿No percibes los pensamientos? ―Trago saliva.
―Los tuyos, cada vez menos, supongo que avanzas en tu transformación. ―Camina y me esquiva, quitándose la capa. La apoya en un perchero. Yo lo sigo con la mirada, despacio. Me sobresalto cuando se da la vuelta abruptamente a observarme―. ¿No vas a responderme?
―Yo… no iba a dormir, pensando que te quedarías aquí.
Sonríe.
―Ah, cierto. ―Asiente―. Es verdad.
―¿Estoy equivocada? ―Mis labios tiemblan―. ¿Especulé cosas?
Se ríe.
―Tienes razón, hay mucho sentido en lo que dices, es habitual que una pareja duerma junta, no estás errada. Perdóname, olvidé por completo mi empatía, en ningún momento analicé tus pensamientos sobre mí.
―No te ves muy afligido. ―Refunfuño.
―No lo estoy, me burlaba.
―Lo entendí a la primera, yo me quejaba ―aclaro.
Enarca una ceja.
―Y bien, ¿vamos a seguir aquí parados o vamos a dormir?
―¿No te puedes ir a la otra habitación?
―Eso sería muy raro, luego de mi aclaración de hoy.
―Quedó demostrado que a ellos no les importa, te obedecerán igual ―le recuerdo. Me sobresalto cuando se aproxima y toma un mechón de mis cabellos negros―. ¿Qué pretendes? ―Retrocedo, pero me agarra de la cintura.
―Tengo que ser consistente con lo que digo. Si estoy contando que eres mi mujer y luego te abandono a tu suerte, entonces mi palabra no valdrá nada. Comprende que este es un lugar lleno de demonios, pueden tomar cualquier oportunidad. ―Se aproxima a mi boca, entonces siento su respiración―. No olvides que eres como una joya invaluable y que en tu estado vulnerable sirves para que alguien suba o se mantenga en su rango en este clan.
―Yo no… ―Posa su dedo en mi boca, así que me callo.
―No tengas miedo, no te haré daño. ―Me estremezco cuando mueve su cara a mi cuello―. Hueles horrible ―comenta, entonces se aleja.
El alivio llega hasta mí, entonces suspiro.
―Gracias al cielo.
―Al infierno ―me corrige, entonces señala la estatuilla―. No olvides que eso le cambió el gusto a tu carne.
―También eso me está convirtiendo en algo que no quiero ―me quejo.
―Lo que sea.
Comienza a cambiarse, así que me giro.
―¿Podrías al menos…?
―Vamos, te investigué, has estado con muchos hombres, que no te dé vergüenza ver a otro desnudo. Además, somos pareja, es muy normal cambiarse delante de esta ―se burla.
―¡¡No voy a ver!! ―me quejo―. ¡¡Y ya termina de una vez!!
―¿Tú no vas a cambiarte? Sabes que tienes un baño en esta habitación, ¿verdad? Y tus maletas están aquí, incluso hay un armario lleno de ropa nueva. Deberías prestar más atención. Quizás por eso hueles tan mal.
―¡¡Me he bañado!! ―Bufo con frustración y repito―. ¡¡Termina de una vez!!
―Ya lo hice.
¿Y ahora cómo le creo?
―¡¡Ah!! ―chillo cuando me agarra de los brazos y me gira.
Con esa ropa para dormir, se ve hasta más normal. Se le marcan los músculos. Alzo la vista y lo veo a sus ojos grises. Son oscuros, opacos y profundos. Puedes ver el infierno acechándote en ellos. Este silencio me está alterando.
―Deberías cambiarte ―aconseja.
Me suelto, entonces retrocedo. Corro hasta mi ropa, luego agarro mi camisón, después voy hasta el baño. Él solo me sigue con la vista.
Una vez que acabo de cambiarme, salgo y me encuentro que aquel demonio ya está en la cama, dándome la espalda. Parece que duerme, así que avanzo, entonces me acuesto allí. Me doy la vuelta y también me pongo de reverso para no mirarlo.
Me cuesta dormirme y una vez que pasan unas cuantas horas, como las otras veces, me dejo vencer por el sueño.
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Doy un respingo cuando escucho la puerta, así que despierto de golpe. Es obvio que no hay respeto por los que duermen aquí. Me inclino, entonces refriego mi ojo. Debo ver el lado positivo, Troyen se ha ido temprano, ni me lo he cruzado, es la mejor suerte. No quiero verlo más, gracias.