Roxellane
Cuando entramos al cuarto, logro sacarme el pantalón y los zapatos. Mi espalda cae sobre la cama y me beso seguido con Zijo, sin soltar sus labios, casi ni para respirar. Él ya está desnudo, así que no tengo que pelearme con la molesta ropa. En cambio, mi acompañante, abre mi blusa con agresividad y rápido, aun así, termina hundiendo su cabeza en mis pechos, como sugirió. Mi espalda se enarca extasiada. Besa mi cuello mientras mis dedos se mueven en su arremolinado cabello y miro alrededor. Mi respiración sube y baja, por el calor.
La habitación es grande, no tanto como la de Troyen, pero también tiene un baño en suite. Además, me genera mucha relajación. Siento que trasmite un lado de Zijo muy diferente o que no muestra mucho. No sé cómo describirlo, irradia paz. Paredes blancas, adornos de fuentes de agua, plumas, cosas muy de relax. Casi podría decir que no parece demonio, pero él mismo lo dijo: su apariencia de humano es glamorosa y encantadora. Por no decir excitante.
—Oh, mierda. —Lo pensé tanto que no tengo idea cuando sus besos llegaron a estar entre mis piernas—. Justo así. —Mis manos se agarran fuerte de su cabello.
Su lengua sabe cómo moverse.
Suelta la tela de mis bragas empapadas, agarra mis rodillas y cuando alza la vista, me encuentro con sus ojos celestes, así que me sonrojo.
—Oye, estúpida. —Se relame los labios, luego se ríe—. Casi me trago uno de tus bichos.
Me avergüenzo.
—¿Qué?
—Es broma. —Vuelve a reír.
Lo pateo y se cae de la cama.
—¡Eso por bromear con algo tan asqueroso! —me quejo y se sigue riendo en el suelo—. ¡¿De qué te ríes?!
—Tampoco para tanto. —Se levanta, entonces veo por completo su figura al desnudo, así que olvido cualquier razón por la que me enojé—. ¿Quieres ver?
—Sí. Digo, ¿qué? —Enarco una ceja.
Gatea sobre la cama, toca mi mejilla y acerca muy despacio su boca a la mía.
—Ellos se entienden.
—¿Se entienden?
—No te asustes.
Posa su boca en la mía y percibo que algo se mueve en mi garganta. Lo que sea que camina, se toca con la esencia que pasa por su lengua también. Tiemblo cuando intensifica el beso y puedo notar como si un baile ocurriera ahí dentro. Zijo separa sus labios de los míos, así que me siento un poco extraña.
—¿Qué…? ¿Qué hiciste? —exclamo, confundida.
—Viste que no fue tan asqueroso, eso se puede hacer hasta ya sabes dónde. —Mira su entrepierna y mueve las cejas, luego alza la vista—. Y si quieres detenerlos, los preservativos no sirven, los pinchan, pero no te preocupes, la reproducción demoniaca es asexual.
—¿Asexual?
—Sí, si tú quisieras podrías tener un hijo propio ahora mismo, yo no tendría nada que ver en ello, sale por la garganta en un instante.
—Entonces el sexo entre ustedes es para…
—Disfrutar o comerte a tu presa —dice, sin importancia—. Hay muchos demonios que les encanta comer cuando tienen sexo.
—¿Tú haces eso?
—¿De verdad quieres que te responda? —pregunta en tono burlón.
—¿Crees que Troyen haga eso? —cambio de objetivo.
—No estoy seguro, es un poco amargado, ¿no?
—Tiene sus momentos de sádico.
—Touché. —Hace una pausa—. ¿Y tú?
Frunzo el ceño.
—¿Yo qué?
—¿Tú comerías teniendo sexo?
Presto atención a su olor y mis fosas nasales se dilatan.
—Su… supongo. —Me sonrojo, luego reacciono—. ¡Pero sin matar a nadie y solo si me gusta! —chillo, nerviosa.
Mueve las cejas.
—Bueno, puedes comer demonios y humanos, tienes para elegir.
—Te mordería a ti. —Mis labios tiemblan.
Se acobarda un poco.
—¿A mí? Me vas a matar.
—Y tú también puedes morderme —sugiero—. A menos que hayas mentido y no huelo delicioso como dijiste.
—De hecho, tu fragancia es bastante fuerte, el aroma se ha acrecentado y se nota más dulce que antes. —Hace una pausa—. Tengo una teoría, ¿y si en realidad puedes elegir quién puede morderte?
—¿Eh?
—Sí, como te gusto, físicamente, tu carne se vuelve deliciosa. —Se ríe—. Aunque solo es una teoría.
Me quedo mirándolo estupefacta. ¿Será? Aunque él cree que es por su físico y, en realidad, es por mis sentimientos. Por eso huelo horrible para Troyen, porque lo aborrezco y detesto.
—In… inténtalo.
—¿Quieres que te muerda? —Enarca una ceja—. ¿Ahora?
—Estamos en medio de una pausa del sexo, hay que retomarlo, ¿y qué mejor forma que con un mordisco? Además, tú eres un experto, enséñame.
Sonríe.
—Ahora estamos hablando en mi idioma.