Jerarquías y demonios

27: Una cita con el máster

Roxellane

Tengo encaminada la conquista de Troyen, pero no debo olvidarme de la maldita estatuilla. Me cuestiono, si ya lo tengo un poco embobado para que me ayude a investigar. No me importa si tengo que ir con él, ya que el plan del mapa está perdido mientras siga encerrada en el cuarto.

Me muerdo la uña mientras estoy sentada al borde de la cama, entonces me sobresalto cuando en quien pensaba abre la puerta. Me encuentro con sus ojos grises, luego me levanto, despacio, intentando no mantenerle la mirada. He entendido varias de sus instrucciones, así que estoy mejorando mi actuación.

—Máster. —Pongo la vista en el suelo.

Sé que me está observando muy fijo, no obstante, me ignora y se dirige al mueble a cambiarse.

—¿Qué haces levantada todavía? —me recrimina.

Me mantengo de espaldas hacia él.

—Quería volver a pedirle algo —susurro lo más que puedo.

Se ríe.

—Qué atrevida, discúlpate ahora —ordena.

Mi mandíbula se tensa.

—Lo siento, yo… —Trago saliva. Tiene que parecer creíble. Él sabe que actúo, pero trato de que sea en la forma en que desea que realice mis acciones, así que tiene que ser a su manera—. Tengo nervios… —Me giro a mirarlo, despacio—. Quería salir, averiguar sobre mi estado y quizás tener una cita contigo.

—Casi, pero… —Vuelve a reír y enarca una ceja—. Una chica tímida no tomaría la iniciativa, ¿verdad?

Bajo la vista otra vez.

—Algunas sí.

—Cierto. —Se me acerca, su mano se apoya en mi mejilla y me estremezco—. Nada más, sería más creíble si te arrodillaras, ¿no? —me provoca.

Maldito, sádico, me quiere humillar, pero no voy a dar el brazo a torcer, ya llegué muy lejos como para rendirme. Desciendo mis rodillas al suelo y apoyo mis manos en ellas, manteniendo la vista baja, entonces trago saliva antes de pedir mi deseo.

—Por favor, Máster, ayúdeme… necesito averiguar sobre lo que le pasa a mi cuerpo y solo usted puede auxiliarme. Se lo ruego, acompáñeme.

Espío un poco, por lo tanto, veo que se relame los labios.

—Está bien, te ayudaré.

Sonrío.

—Gracias, Máster.

—No te saldrá gratis, ¿sabes? —advierte—. Me tomaré el día libre, así que más vale que te prepares.

No sé qué responder a eso, pero supongo que no tengo que contestar nada. Al parecer, estoy en lo correcto, pues está satisfecho, se le nota en el gesto. Luego me ofrece su mano para levantarme, después nos vamos a dormir.

~~~

Es la mañana, salimos temprano del clan. Es la primera vez que veo el cielo, sin que sea a través de una ventana. Aunque, no me dura mucho, pues tengo que entrar a la limusina. Miro a Zijo desde mi ventanilla, él se encuentra en el jardín. Troyen se detiene de entrar al vehículo cuando lo ve.

Sostiene la puerta mientras lo mira.

—ZirRejon, me voy a una cita —le avisa—. Volverás a hacer tu trabajo muy pronto. Infórmale a Macdrell, así deja de molestarme.

—Lo que usted ordene, Máster —responde, el rubio, animado y alzando la mano como si fuera un soldado.

Troyen ingresa al auto, cierra la puerta, luego me observa.

—Los de rango bajo son tan graciosos —opina. Capaz esperaba un asentimiento, pues se me queda mirando largo rato, no obstante, mi silencio también le gusta, ya que mantiene la sonrisa—. ¿A dónde quieres ir? Es tu oportunidad de hablar.

Me sobresalto.

—No sé, tú eres el jefe, tú conoces Norville.

—Me encanta esa respuesta —declara, complacido, después presiona un botón y le habla al chófer—. Iremos al museo, luego a la biblioteca y resérvame una habitación de hotel. —Suelta el interruptor.

—Creí que todavía…

—No adelantes conclusiones, un motel no es solo para el sexo y, en todo caso, mi mujer no debería pensar en ese tipo de cosas, ni siquiera en sugerirlo. Yo decidiré cuándo puedas fingir esas fantasías.

—¿Y qué vamos a hacer en el hotel? —cuestiono.

—Vamos a comer, obvio.

—¿Comer?

—Es una cita, en estas te alimentas, pero no podemos ir a un restaurante y devorarnos a la mesera, eso causaría un escándalo, así que saciaremos nuestra hambre con el botones del hotel.

—¿Es…? ¿Es en serio? —Mis labios tiemblan—. Pe… pero ya comí. —Intento solucionar la situación.

—Nunca has consumido carne fresca, te va a encantar.

—Ma… Máster, no puedo. —Trago saliva.

—Claro que sí, yo te enseñaré. —Acaricia mi barbilla—. Esa sí es una auténtica cara de terror, me emocionas.

Apoya sus labios en mi boca mientras sigo petrificada. Creo que es la primera vez que me besa, así que reacciono, muevo mis labios para que continúe. Agarra mi cintura y me aproxima a su cuerpo, entonces intensifica el beso. Me termina sentando de piernas abiertas sobre él, entonces sus manos recorren mi cuerpo. Hago un sonido involuntario, cuando me permite separar nuestras lenguas.




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