Troyen
Camino con prepotencia hasta mi habitación y abro las puertas con intensidad. Macdrell me sigue detrás. Roxellane se sobresalta al verme, aunque se sorprende más cuando recibe un golpe de mi parte y termina en el suelo, agarrándose de la mejilla, adolorida.
—¡¡ME ENGAÑASTE CON UN SER INFERIOR!! —me quejo, indignado—. ¡¿CÓMO TE ATREVES?! ¡¡CON ZIRREJON!! ¡¡ME DAS ASCO!!
Reacciona, entonces alza la vista, dándose cuenta.
—¿Lo…? ¿Lo mataste? —tartamudea. No le respondo, así que sus ojos se humedecen. Se levanta del piso, luego comienza a golpearme y chillar—. ¡¿Lo mataste?! ¡¡Lo mataste!! —De sus ojos brotan las lágrimas.
Sostengo sus muñecas y forcejea.
—¡¡LLORAS POR TU AMANTE!! —grito, furioso.
—¡¡Te odio, te odio!! —Tironea para soltarse, pero le es imposible.
—No está muerto —aclara Macdrell y le tiro una mirada asesina, entonces no agrega nada más, no obstante, gracias a eso, ella se detiene.
—¿No lo mataste? —Respira con agitación, entonces vuelve a alzar su vista hacia mí, como si se lo hubiera permitido—. ¿Dónde está? ¿Se encuentra herido? ¿Está agonizando? ¿Lo lastimaste?
—Es un demonio, se curará rápido —declaro, indignado—. ¿Por qué no te preocupas por ti? ¿Por qué no me pides disculpas?
—Vete al infierno. —Me escupe.
Paso mi mano para limpiarme, luego la observo, enfadado.
—¿Te parece que estás en posición de agredirme?
—Olvídate de tu mujer sumisa si lo lastimaste —advierte.
Ruedo los ojos.
—Dile —le ordeno a Macdrell.
—El señor ZirRejon Fontaine ahora trabaja para Kireya Larsh —informa Sergius, luego agrega—. Ahora yo seré su escolta.
—¿Kireya Larsh? —Roxelane mira al demonio canoso.
—Una demonia muy hermosa.
—Sí —comento yo—. La maldita se interpuso. Pude haberlo matado, pero no lo conseguí.
—¿Hermosa? —Noto el enojo de Roxellane cuando frunce el ceño, así que me doy cuenta de que Macdrell lo dijo a propósito.
—¿Estás celosa? —gruño—. Seguro ZirRejon se sentirá encantado con su compañía. Mejor que se quede con ella o pronto le quitaré la cabeza —advierto.
—No hay nada entre Zijo y yo. —Se sonroja—. Solo fue sexo.
Está a la defensiva, lo que demuestra que miente.
—Quizás no tienes una relación con él, pero te gusta.
Su silencio dice muchas cosas.
—Máster —interfiere Macdrell, y mejor, porque siento que voy a estallar—, ha sido un día muy fuerte para todos, acabémoslo con calma.
Mi mandíbula se tensa y mantengo la mirada en Roxellane.
—Sí.
Zijo
La habitación de Kireya es muy espaciosa y rústica. A un lado hay un baño, apenas entras, luego, al fondo, una ventana con telas celestes y muy finas. Además, al otro costado hallas la cama. Por último, en donde estoy, en el centro, hay una pequeña mesa redonda, con un set de té. Me mantengo sentado en la silla de en frente de la demonia, mientras ella bebe la sangre caliente de su taza.
—¿No tomas? —consulta.
Miro mi pocillo.
—¿Tiene alguna cosa extraña para controlar mi mente? —sugiero.
Se carcajea.
—Había oído que eras muy buen parlanchín.
—Siendo sincero, no sé cómo hablarte, ya que siempre estás en tu cuarto, no te conozco muy bien.
—El amante de la mujer del máster es todo un galán —opina—. Te subestiman, ZirRejon.
—Zijo, gracias —la corrijo.
—Zijo —acepta mi sugerencia en un tono suave y sensual—. ¿Te gusta la ropa que te presté? Es de uno de mis subordinados.
Miro la chaqueta negra que tiene algunas tachuelas plateadas.
—Muy moderna —acoto—. Aunque prefiero algo más holgado.
Se ríe.
—Qué divertido.
—Seamos claros. —Enarco una ceja—. Me salvaste porque quieres que te diga secretos de Máster o que te hable de Roxy, pero de mi boca no va a salir nada. No hay ninguna relación con Roxellane. Tuvimos sexo, eso es todo. Dije que era su amante, ya que me acosté con ella, sin embargo, no tiene ningún significado más profundo.
Junta sus manos y apoya su barbilla allí.
—Te encanta —afirma.
—¿Qué?
—Roxy.
—Nah. —Enarco una ceja—. ¿Por?
—Por cómo lo dijiste, Roxy —repite su apodo.
Me río, entonces ella hace lo mismo.
—Nos odiamos, nos insultamos todo el tiempo, así que…
—Se ve que la pasan muy bien.
Es evidente que no importa lo que le diga, no me va a creer. Aunque, de todas formas, yo tampoco lo hago. Ya me di cuenta de que me enamoré de Roxellane.