Pasé el fin de semana viendo como esa sabandija ocupaba mí tiempo al lado de Jimena. Desde el primer encuentro, la pequeña de ojos azules y cabello azabache, revolvía mi mundo. Parecía inofensiva, como una gata acechaba entre las puertas cerradas, en el campo, río, seguía nuestros pasos, hasta en aquellos momentos imperfectos donde podíamos estar a solas, ella aparecía con algún pretexto para alejarla de mis brazos. Conocía su modo de actuar, muchas veces hice lo mismo, reconocía sus movimientos, trataba de anticiparlos, pero Alma se gradúo con honores en estas artes.
Juno cariño, no debes temer por Alma, es mi hermanita. Decía Jimena. Mis ganas de estrangularla superaban a ratos la lógica.
-¡Allá viene otra vez! ¿Cuál será el pretexto ahora? La sabandija sonreía de lado y sus cabellos se alborotan corriendo hacia donde nos encontramos. Jimena la observa y abre los brazos para sostenerla.
-Jimena, mamá dice que está listo el almuerzo, pide que vayan para que alcancen a empacar y volver temprano a la ciudad.
-De inmediato vamos, levantaremos las mantas del suelo y nos acercamos a la casa ¡No te preocupes Alma!
-Yo las espero entonces.
-¡No! ¡Vete, déjanos a solas alguna vez carajo! Exprese en voz alta mis pensamientos, cuando me di cuenta del error, la niña retrocedió asustada y Jimena estuvo en silencio, la mirada perdida, luego respiró profundamente fijando su mirada en la mía.
-No voy a pedir te disculpes, no eres una niña. Creo aun no tienes claro lo que hay entre nosotras, Alma lo sabe. Tiempo atrás esa pequeña pasaba sus días conmigo, desde su nacimiento nuestra relación fue estrecha, no me ha visto en 6 largos años ¿Qué esperas?
-Yo Juno… Yo lo siento, no sabía que molestaba, pensé… creí todo andaba bien, yo… disculpa. Sale corriendo hacia la casa. Me sentía como la persona más imbécil de la tierra, no sabía cómo actuar, me invadió el miedo solo de imaginar lo que Jim estaba pensando de mí. Ella tomó mi mano, la beso suavemente, trato de esbozar una sonrisa, pero en sus ojos vi desconcierto, pena, enojo… un poco de todo.
Juno cariño, disculpa pero debo tomar unos minutos para pensar… Voy detrás de Alma, necesito que lo sepas, luego hablamos.
Está bien Jim, recogeré las mantas para ir a la casa. Asintió con la cabeza y se alejó. No me arrepiento de mis palabras hacia esa espantosa niña, me molesta todo, como Jimena la mira, la dulzura que hay en sus palabras cuando se refiere a ella, siento celos; unos enormes celos que hacen grietas en mis pensamientos, no la veo como su hermanita, sino como mi rival más próxima.
Al volver a la casa pasé por el comedor encontrando a mis padres conversando alegremente con Julia. Alma estaba en su computadora mostrando algo a Jimena, era mi oportunidad para limar asperezas con la sabandija, lo haría sólo por no tener problemas con Jim, pero mamá interrumpió mi pensamiento pacificador.
-Juno querida, acércate que estábamos esperando para almorzar, tu padre quiere llegar temprano a casa.
Ahora mismo les serviré la comida dijo Julia. ¿Me ayudas Jimena? Se fueron juntas a la cocina, Alma va tras ellas, yo la seguí con la mirada. Sentí en la cara una servilleta lanzada por mi madre, cuyo dobladillo cayó dentro de mi ojo derecho el cual no alcance a cerrar a tiempo, me raspo, volví el rostro hacia ella, observándola con disgusto.
-Juno hija ¿Qué haces? Deja en paz a esa niña, no caigas en ese juego de novia celosa, ¡Pobre Alma, la asesinaras con la mirada!
-Hija ese tipo de relaciones no son buenas, ¡Tranquila pequeña! Jimena es una excelente persona, te quiere mucho, baja la guardia, terminemos este día bien, por favor. Dijo mi padre.
- ¡Me choca que Alma ande todo el día detrás de Jimena!
-Tendrás que acostumbrarte a su presencia, escuché que entrará a estudiar odontología en una de las universidades de la ciudad y Jimena le ofreció se quedara en su antiguo departamento. Quizás con el tiempo sean grandes amigas ustedes dos, dale una oportunidad a esa chica, recuerda que tu novia la quiere mucho, no te aconsejo ser su enemiga, eso te llevaría varios problemas con Jimena, ¿No creo quieras eso o sí?
-No mamá.
Almorzamos todos juntos. Mi madre trató de alegrar esa tarde con anécdotas de su trabajo e historias de su juventud. Jimena mientras los demás hablaban entre sí, toma mi mano, la besa, se acerca a mi oído y me dice muy bajito.
-Cariño quédate esta noche conmigo, quiero aprovechar estas últimas horas a tu lado, mañana empieza una semana de intenso trabajo, necesito abrazarte, dormir contigo. Tan solo escuchar esas palabras mi entrepierna se humedeció, si fuera por mí, no esperaría hasta la noche, hace tanto tiempo deseaba fundirme con ella… Logré rescatar un poco de lucidez para responder cerca de su oído a tan tentadora oferta.
-¡Me encanta la idea Jim! Me acerque más a ella olvidando donde estaba y nos fundimos en un beso. Todos comenzaron a carraspear, para luego sonreír al vernos sonrojadas.
-Julia y su hija nos acompañaron al auto, en cuanto todo estaba guardado en el maletero Alma abrazó a Jimena dejando un beso en su frente, su madre la separa malhumorada de su lado, con un gesto pidiéndome disculpas por la acción. Jimena se vuelve hacia la niña sonriendo.