JoachÍm (completo)

7

Me desperté pero no quise abrir los ojos. Lo primero que percibí fue su aroma. Y al reconocerlo me envolvió una pacífica sensación. Sentí que mi rostro era atravesado por una sonrisa apenas recordar aquellos ojos azules que brillaban como zafiros. Y me estremecí de pies a cabeza al recordar su cercanía y su calor cuando me abrazo en el tren. Alargué, inconscientemente, mi brazo, sintiendo las sábanas y suspiré, sabiendo que tenían su aroma. Mi sonrisa entonces se hizo más evidente. Me moví un poco y estiré los dedos, buscando los bordes de la almohada para acercarla más a mi nariz pero entonces…me topé con algo inesperado, muy cálido y suave. Sólo tardé un segundo en darme cuenta de que era la palma de una mano. Entonces me senté en la cama de golpe y abrí los ojos grandes como platos.

Joachím me observaba sonriendo, en cuclillas, al lado de la cama. Su mano todavía estaba donde yo la había rozado. Y me miraba con ojos hipnotizados y profundos. Se le percibía con un halo de felicidad a su alrededor. Y sus siguientes palabras me lo confirmaron:

- Estoy feliz…de que estés aquí. No sabía si habías aceptado mi invitación. Me alegro que fuera así.

Yo no sabía qué responder. Me encontraba completamente obnubilado por aquella mirada. Joachím, entonces, ante mi silencio se puso de pie al tiempo en que se le borraba la sonrisa del rostro.

- Lo siento…Tendría que haber llamado a la puerta y no entrar así de golpe. Es que…Mutter Ava me confirmó que estabas aquí…y ya no pude esperar a que bajaras. Quería ver por mí mismo que era verdad que estabas aquí. Lo siento…- volvió a repetir mientras caminaba cabizbajo hacia la puerta. Parecía avergonzado.

- Joachím…,¡no te marches!- le dije.

Me incorporé de la cama de un salto. Aún sentía el calor de su mirada. Y se me hacía difícil hilvanar dos frases seguidas coherentes en su presencia. Sentí que el rostro se me encendía de la vergüenza. Para mi alivio, Joachím volvía a sonreír y tomó la palabra otra vez:

- Yo…llegué hace unas horas…Y vine a verte. Estaba a punto de despertarte cuando…te moviste y abriste los ojos. Te veo mejor esta mañana…

- Gracias a ti…

- No, no. Creí que ya habíamos dejado atrás la etapa de los agradecimientos.- bromeó.

¡Cómo le brillaban los ojos cada vez que sonreía!

Aparté mi mirada de él con rapidez y me puse a tender la cama para evitar que se diera cuenta cuánto me temblaban las manos. Seguía sin entender el porqué aquel extraño me provocaba esas sensaciones tan profundas…y tan fuera de lugar.

- Y…¿qué te parece la habitación? ¿Estás cómodo aquí?

Sentí urgencia en su voz y no pude evitar volver a mirarlo. Y como preveía, sus ojos estaban clavados en mí. Me miraba sonriendo. Esperaba una respuesta. Se veía tan…lindo…Allí parado…con su altura envidiable, su camiseta de manga larga, blanca con cuello alto, ceñida al cuerpo. Parecía un ángel. Y esa imagen sólo hizo que precipitara mi decisión de dejar aquel lugar lo más pronto posible.

- Joachím, yo te agradezco todo lo que estás haciendo por mí.

Una vez más, al escucharme decirle gracias, intentó interrumpirme pero con un gesto de la mano lo hice callar y proseguí:

- Ayer, yo me encontraba muy mal. Pero…hoy las cosas han mejorado. Pienso con más claridad. Por eso, he decidido que…volveré hoy mismo a Berlín.- le mentí- Hoy mismo…

Yo sabía que era mentira. Pues no tenía ni un centavo para tomar un tren, ni a Berlín ni a cualquier otra parte. Y en cuanto lo recordé, pareció que Joachím también lo hacía porque se acercó a mí y dijo:

- Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites.

Cambié de estrategia. Sabía que no podía seguir mintiéndole.

- No tengo dinero, Joachím.

- Yo te daré el dinero para tu boleto de tren. No debes preocuparte por eso.- dio un paso más hacia mí.

Mis manos seguían temblando así que busqué qué hacer. Me puse a doblar una manta, aparentando mucha concentración. Cuando terminé, miré de reojo a joachím. Aún seguía con sus ojos fijos en mí y no se había movido ni un solo centímetro. Respiré profundamente y decidí encarar la situación. Me paré frente a él, erguido, muy cerca y lo miré a los ojos.

- No puedo quedarme.- le dije casi en un susurro.

- ¿No puedes o no quieres…?

¡Qué dulce podía sonar su voz cuando me hablaba de aquella forma! Parpadeé desconcertado ante el fulgor de aquella mirada azul.

- No tengo dinero para pagar el alojamiento, ni la comida.

Seguíamos susurrándonos el uno al otro.

- Y no lo necesitas. Eres mi invitado.

Su aliento me rozó la cara. O al menos eso sentí yo. Era tan fuerte la atracción que aquel joven me provocaba que pensé que quizás me estaba imaginando cosas…

- Quédate… por este fin de semana…- me rogó con voz extremadamente dulce.

Tragué saliva. Y lo consideré. ¿Y si me quedaba? Al fin y al cabo, un par de días no me causaría demasiados problemas. ¿Qué prisa tenía de volver a Berlín? No estaba listo para enfrentarme a Eric y su traición.

- El domingo es la boda.- me dijo Joachím. El alma se fue a los pies y a penas pude seguir escuchándolo- Tendremos un gran movimiento por los preparativos…

¿Qué me causaría más dolor: hablar con Eric o ver a joachím contrayendo matrimonio?

Me costaba respirar. Sentía un nudo formándose en mi garganta.

- Piénsalo…Te espero abajo.- me dijo caminando hacia la puerta.

Y antes de que pudiera decirle algo, se marchó. Suspiré y me dejé caer en el borde de la cama. Era totalmente consciente de que no quería irme. No me hacía ninguna gracia volver a Berlín. Ya no tenía una vida allí. Sólo quedaban pedazos. Aunque también sabía que, tarde o temprano, debía enfrentarme a la realidad. Y eso incluía tener frente a frente a Eric. 

Volví a inspirar profundamente y me llené los pulmones de aquel dulce perfume a pinos silvestres. Miré el dormitorio con repentina curiosidad. Ahora, con la luz de la mañana temprana, el lugar me causó aún mayor impresión de lo que lo había hecho la noche anterior. No había mucho mobiliaria. Las paredes estaban pintadas de un suave tono celeste. Junto a la cama había una vieja mesa de luz y más allá una cajonera pequeña Y había una media docena de estantes atestados de libros. Me puse de pie para echarles una mirada más de cerca. Pero cuando iba hacia allí, alguien golpeó la puerta. Me acerqué y la abrí.



#10405 en Novela romántica

En el texto hay: conexion, gaylove, romancelgbt

Editado: 08.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.