Hacía un año que no veía a Joaquín, aquel amigo del último año de la secundaria, en el cuál me había hecho de un grupo de amigos muy lindo y un poco numeroso.
Entre ellos estaba Joaquín, ¡Oh... que hermoso él!
Rubio, ojos claros, delgado pero fibroso, no tenía un cuerpo atlético, pero era hermoso a su manera y su piel demasiado blanca atraía a todas las chicas... y bueno… algún chico también.
Él era como el papá del grupo, un chico muy maduro para su edad. Le gustaba cuidar de todos nosotros, escucharnos cuando teníamos problemas y aconsejarnos en lo que podía. Además estaba de novio y muy enamorado de la chica con la que salía. Yo siempre pensé que él era demasiado bueno para ella, no por que estuviera enamorado de él por aquel entonces ni nada por el estilo. Simplemente porque él era muy buena gente y ella... no era una tan buena persona... era de esas personas que más vale perder que encontrar, pero en fin, él estaba muy enamorado de ella.
Con mis amigos siempre nos decíamos que luego que termináramos la secundaria nos íbamos a seguir viendo y que la amistad iba a seguir fuerte como un roble, pero bueno, terminaron las clases, pasaron los períodos de exámenes y el contacto con todos ellos se disolvió por completo, solo el hablar un par de minutos si nos encontrábamos en la calle y nada más.
Una tarde estando yo muy aburrido decidí salir a caminar por la costa y disfrutar del aire libre aprovechando que el día estaba muy lindo. En un momento dado llegue hacia un punto en el cual estaba muy solitario, la gente que salía a caminar o trotar por el lugar en su inmensa mayoría se retiraba antes de llegar allí. Pero la cosa es que en uno de los bancos que había para sentarse se encontraba Joaquín. Lo reconocí al instante, había cambiado un poco su look desde la última vez que nos vimos. Se había cortado el pelo casi al ras y se había afeitado aquella barba poco crecida que solía dejarse y lo que lo hacía verse tan atractivo (según los comentarios de los demás). Él era el único al que no había vuelto a ver luego de que terminamos la secundaria. Él estaba ahí, completamente solo, contemplando el mar, con una inmensa expresión de nostalgia en su rostro.
Yo me le acerqué y le salude con gran alegría, él se puso muy contento de verme también y comenzamos a charlar de qué había sido de nuestras vidas en este último año que había pasado.
Finalmente le pregunte por su tan querida novia y en tono de chiste le pregunte si se habían casado o si lo iban a hacer. Él se puso muy triste cuando la mencioné, me contó que lo había abandonado por un amigo de ella y que con ese chico ya tenía algo desde la secundaria. Eso lo había dejado devastado. Me contó que ella era la primera persona de la que se había enamorado de verdad y que nada más se había burlado de él.
Sentí una gran pena, aunque yo siempre noté que ella no estaba muy enamorada de él, pero le comencé a decir cosas como que no tenía que decaer, que él era alguien muy bueno y atractivo y cosas así. Su ánimo comenzó a cambiar y me dijo:
En ese momento alzó su mano y con una suave caricia a mi rostro me dijo que yo era un gran chico y que deberíamos retomar el contacto entre nosotros, así que me dio su número telefónico para mantenernos en contacto.
Esa caricia fue hermosa, sentí como un cosquilleo en el pecho cuando tocaba lentamente mi rostro con su mano suave y la expresión dulce de su rostro cuando me hablaba mientras lo hacía. Eso me hizo delirar por un momento.
Nunca había prestado atención en lo lindo que Joaquín era, como era mi amigo nunca lo había visto de otra manera que no fuera esa, pero en ese instante todo cambió, de pronto se había convertido en alguien hermoso para mí.
Luego de ese día nuestra amistad se reanudó, nuestra relación se hizo mucho más estrecha que cuando estábamos en secundaria y nos hicimos mejores amigos.
Muchas veces en el día pensaba en Joaquín, por mi cabeza se cruzaban fantasías de nosotros dos besándonos y haciendo el amor, todo ese momento en mi cabeza era perfecto y romántico. Cada vez que tenía esos pensamientos de nosotros dos, una sensación de cosquilleo invadía mi pecho y abdomen. No lo podía creer ¡me había enamorado de él!
Cuando salíamos juntos y veía como se besaba con otras chicas, me moría de la envidia, deseaba ser una de ellas para poder besarlo, acariciarlo y que me tocara de esa manera tan erótica que las tocaba a ellas.
Una noche sin decirle absolutamente nada, decidí llevarlo a la disco que fui bailar la primera vez que salí como mayor de edad, fue ahí que conocí al primer chico con el que intimé, una disco liberal en el que valía todo, ellas con ellos, ellas con ellas, ellos con ellos.