Rachel está en su habitación con Mónica, está nerviosa buscando unos zapatos, se dirige a la puerta y dice en alto:
- ¿Tan difícil os resulta encontrar unos piii zapatos en la piii casa?
Mónica sale del armario con unos en la mano:
- ¿No serán estos?
- No Mónica, azules, ¡Ala, tu busca!
Joey entra en la habitación:
- ¿Va todo bien? Me ha parecido oír algún que otro pitido aquí.
- ¡Es una emergencia! - Rachel se dirige a Joey. - ¿Donde están mis zapatos?
- ¿Qué? ¡Y a mi que me cuentas!
- ¡Pues tú eres el que se dedica a ir por ahí recogiendo cosas!
- Si, me encanta esconder tus zapatos para que debas buscarlos, igual que con los huevos de pascua. ¿Porque te arreglas así para ir a una reunión de la oficina?
- Por que a los empleados les gusta ver que sus ejecutivos se toman su trabajo muy en serio,y nada es más serio que unos tacones y un canalillo.
- Si tú lo dices...
- ¡Venga busca, vamos!
- ¡Eh, podías pedirlo por favor!
- Por favor. - Rachel empuja a Joey fuera de la habitación para que busque los zapatos. - Gracias ¡Qué haría yo sin ti! ¡Ufff! ¡Pero mira qué sensible!
- No vamos a llegar a tiempo a la sesión.
- Hoy es fiesta si, solo hoy, siempre decimos que vamos a ir a ese bar nuevo y luego nunca vamos.
- ¡Uuyy! Yo estuve anoche y fue bestial, pero me sentí sola sin ti.
- ¿Y qué pasa con Chaendler?
- ¡Bah! déjalo últimamente está insoportable, lo dejé con los mellizos.
- Me paso el día trabajando, y me gusta y vengo con los niños y me gusta, pero necesito un ratito para mí de autoplacer. Por ahí no van los tiros.
- ¡Vale buscamos los zapatos y al bar! Te invito yo.
- ¡Ah! oye no lo cuentes vale, paso de las miraditas de los niños y de Joey...
- ¡Los he encontrado!
- ¡Ah! Y por eso la sesión de fotos de hoy es tan importante. ¡Oh, Joey!
- Perdona, me los puse para salir ayer.¡Vaya! Aquí no se puede encontrar nada. Es como el cerebro de una mujer.
- Si este fuese el mío, sería París y tú una tarjeta oro sin límite. Y que sepas que lo tengo todo controlado.
- Sabes, deberías de contratar una empresa qué instale vestidores y te organice todo. - Dice Mónica.
- ¿Qué? No tires el dinero, - Dice Joey. - lo haré yo.
- ¡Buena idea! - Dice Mónica dando una palmadita en el brazo a Rachel.
- No lo sé, nunca dejo que los hombres entren aquí, un armario es lo más secreto, íntimo y personal qué hay.
- Cenamos pizza aquí hace unos días. - Dice Joey sosteniendo un plato con restos de pizza.
- Vale, ponte a ello, impresioname.
- Genial, empezaré ahora mismo. Pero antes, si tienes alguna cosita personal qué quieras guardar tú.
- ¡Oh, si! - Rachel coge una pequeña cajita de zapatos y sale corriendo mientras se ríe.
Joey se encuentra ahora en el salón con Robert:
- ¡Oh! ¿Qué tal caníbales dos, carne fresca? - Dice Robert.
- No sé tío no vi caníbales uno y me voy a liar. - Dice Joey viendo las carátulas de las películas.
- Bueno, pues va de unos caníbales que comen carne.
- Ahora sí lo pillo.
Rachel y Mónica bajan las escaleras para salir.
- Buenas noches no me esperéis, estas sesiones se eternizan pero, es mi trabajo. ¡Uhoo! - En ese instante Drew entra en el mismo momento que Rachel sale.
- ¡Ah, hola! ¿ Puedo ir mañana con Justin al centro comercial? - pregunta Drew a su tía.
- Claro, está bien.
- ¡Genial!
- Adiós. - Rachel se va y Drew entra, pero Joey llama la atención de Rachel.
- Oye Rachel, ¿no quieres saber quién es ese Justin?
- Sí, si por supuesto. - Dice Rachel volviendo a entrar.
- Es un tío... Dice Drew.
- Un tío que ha dejado el colegio. - interrumpe Robert.
- ¿Qué? - Exclama Rachel.
- No fue él el que lo dejo - responde Drew. - suspendío el curso y decidio dedicar más tiempo a su coche.
- ¡Para que estudiar si solo es tu futuro! ¡Jejeje! Qué cursi - Dice sarcástico Joey.
- Oye, tampoco hace falta que todo el mundo vaya a la universidad, Justin ya tiene trabajo.
- Sí, reparte pizzas. - Dice Robert.
- ¿Y si te reparte la cara? - Drew está enfadada.
- Vale, vale, bien, solo esta vez, me tengo que ir. - Rachel se dirige la puerta pero Joey la detiene.
- ¡Eh! - Rachel no le hace caso y sale. - Espera, oye, ese repartidor de pizzas que pensamos de él.
- Será un noviete, ni que saliera con Charles Manson, o Shin. - Dice Rachel.
- Pues esos terminaron el instituto. Es que a los malotes le llaman malotes por eso, algo.
- Joey tranquilo, es un centro comercial y no hay ni probadores, ¿vale? Por favor deja que me vaya, mis empleados esperan para oírme.
Rachel se encuentra sentada en la barra del bar acompañada de Mónica, un chico se la cerca para hablarle:
- Gracias por tus consejos, han sido, - Dice mientras el chico se aleja. - un rollo. ¡Qué pesado! ¿Crees que ya estará cerrado el metro?
- Aun quedan tíos con pelo aquí mira, esos de ahí.
- Por favor, abogaduchos, no me excitan los trajes con BlackBerry, menos Chaendler claro, a el si le pega.
Repente un chico se le acerca:
- Ya te lo habrán dicho, pero esos zapatos son preciosos, igual que tus ojos.
- ¿De verdad?
- ¿De verdad? - pregunta irónica Mónica detrás.
- Me han llamado la atención. - Responde el chico. - Bueno, y tu sonrisa.- Dice dirigiéndose a Mónica.
- ¿De verdad? - Pregunta tímida y nerviosa Mónica.
- ¿Te recuerdo que estás casada y tienes hijos? - Dice Rachel.
- Aguafiestas.
- A ver si lo adivino, obviamente eres profesora de pilates, - Le dice a Mónica. - Y tú la princesa de algún sitio, a que sí.
- Jejeje, vas muy bien. - Dice Rachel.
- ¿Qué queréis beber?
- Sorpréndeme. - Dice Rachel.
- Vodka solo. - Responde Mónica.
- Bien dicho, ahora vuelvo.
- ¡Eh! No pierdas la dignidad. - Dice Mónica.