Jolly Rogers. Un viaje entre historias

El Hombre En El Espejo

-"¡Cálmate Lisbeth!"- se decía la chica a si misma mientras bajaba las escaleras- "no hay nadie aquí, es solo tu imaginación, aunque la bandera haya arriba era muy real, y la nevada, y las voces, y el hombre del espejo... "

 

 

 

¿Fueron simples alucinaciones todos esos episodios?, ¿jugarretas de una imaginación fecunda y por años reprimida que ahora tomaba de nuevo las riendas de lo que era suyo por derecho?, a estas alturas, la chica ya no sabia que pensar, en especial por que mientras mas bajaba aquellas escaleras de piedra con barandales de hierro forjado mas fuerte se volvía la sensación de que no estaba sola, sentía el peso de múltiples miradas, pero no veía a nadie cuando se voltea, escuchaba sus pasos tras ella, pero no lograba divisar alma alguna en sus cercanías, ni siquiera habían cucarachas ahí, y le constaba, pues ella era quien hacia la limpieza, y junto al profesor Ángel fue quien fumigo una semana antes. Pronto los pasos fueron acompañados por una risa ahogada a sus espaldas, de esas que suelta la gente cuando procura no ser detectada, pero que no logra controlar, y que inútilmente trata de reprimir poniéndose las manos contra la boca, y por voces, las cuales susurraban al risueño en cuestión: "¡Cállate insecto!, ¿no vez que la pones nerviosa?", lo cual no parecía surtir ningún efecto, pues las risotadas se volvían mas fuertes cada vez, hasta que estallaron en una fuerte carcajeada, que basto para que la chica se volteara nuevamente, y y viera algo que le conguelaria la sangre, sombras.

 

 

 

Si, en la pared, a espaldas de ella habían tres sombras, la de ella misma, que se veía por razones mas que entendibles, la de una mujer que a juzgar por su posición estaba cargando algo entre sus manos, y la de un hombre, cuyo cuello estaba siendo presionado y sacudido por la mujer antes mencionada, que al parecer ya obstinada decidió callarlo ella misma. Lo impresionante no era la fuerza que debía de poseer la chica para hacer aquello, ni el que evidentemente estaba funcionando, sino que no había nadie para dichas sombras se proyectaran. Intentando salir de su asombro, Lisbeth lanzo su mano para ver si podía tocar a quienes estuviesen ahí, pero no palpo nada, solo estaba ella. Si eso le pareció poco para asustarse, cambio de opinión cuando la sombra femenina dejo de sacudir cual muñeco de trapo a la sombra masculina, y ambos voltearon la cabeza en dirección a ella, para ver a una aterrorizada muchacha, con los ojos casi en blanco, que simplemente salio corriendo con todas sus fuerzas de aquel lugar para encerrarse en el área de empleados, mientras escuchaba como en las escaleras una voz femenina gritaba indignada: "¡Tarado!, ¡¿vez lo que me hiciste hacer imbécil?!; ¡Zoquete!; ¡Cabeza hueca!; ¡Mal...!" y el resto lo dejo a la imaginaron de cada quien.

 

 

 

-"Lo sabia, ¡Lo sabia!, ¡No debí tomarme ese te que me dio papa anoche!, las hojas de menta no son tan verdes, ni tienen cinco puntas, ¡y tampoco huelen así!, ¡Ahora pago por aceptarle esa basura!, si, es eso, ¡Es eso!, no hay nadie aquí ademas de mi, y el profe que se quedo arriba, y me jugo una broma para poder obligarme a leer todo lo que me recordaría a mi hermano, y que mi madre me prohibió... ¡Si!, ¡esa es la explicación!"- pensó Lisbeth en voz alta, y después de llegar a esa conclusión se repetía a si misma que aquella era la única explicación para aquel extraño episodio, y como sabia que tenia otras cosas en las cuales pensar, como por ejemplo en no ir al curso de verano, y conservar su empleo, decidió ponerse cómoda en su sillón favorito, y comenzar a leer.

 

 

 

Eran las diez con treinta minutos de la mañana, y tras mucho debatirse la chica decidió empezar con Peter Pan, precisamente el primer libro que Tony le leyó, y con el que había iniciado ese intimo romance con la literatura, por lo que se puso cómoda en el diban que había ahí, saco su mp3, y coloco una de sus canciones favoritas, "mi nuevo vicio", de la banda "Morat", y tras haber visto el reloj, como le habían indicado, comenzó a leer. En menos de media hora, ya se había devorado el libro entero, sin saltarse ni un solo detalle, entre risas y y suspiros con las travesuras de aquel que fue el segundo héroe de su perdida infancia, y las maquinaciones de su archi nemesis, dando cuenta de que en aquella historia "jolly Rogers" era también el nombre del barco del capitán garfio, y recordando como su hermano le decía que garfio no era tan terrible en verdad, cosa que parecía contradictoria por lo que acababa de leer, pero a la que no le dio importancia en el momento. De ahí se fue directo con "la maldición de capristriano"y se emociono con las románticas aventuras de El Zorro, lo que no le tomo mas de una hora, y de ahí siguió leyendo, todos los demás libros, dejando de ultimo a "la reina de las nieves"por considerarlo mas fuerte que los demás, y octando por leer antes "El fantasma de la opera". ¡No paso mucho antes de que se arrepintiera de su decisión!, pues la narración era mas bien lenta, algo como la de este intento de libro que usted esta leyendo ahora, pero con un toque mas profesional, como era de esperar del maestro Gaston Leroux, y la trama un tanto macabra, cosa que le aburrió un poco al principio, pero que en su opinión quedaba compensada por lo interesante que era el personaje de Erik, el supuesto fantasma que tenia hechizado aquel teatro, pero que en realidad era un hombre de talento desbordante, mente privilegiada con un intelecto superior, pero al que su corazón le había traicionado llevándolo a enamorarse de manera obcesiva de una... por razones de decencia diré "chica", que solo le interesaba su ayuda para sacar adelante su carrera en el teatro, o al menos, eso es lo que ella entendió, y lo que me contó, ¡No lo se!, ¡Al final nunca me leí el libro!, ni vi ninguna de las películas, ni de las adaptaciones teatrales del mismo, ¡y eso es todo lo que diré al respecto!



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En el texto hay: reflexion, referecias, homenaje

Editado: 20.03.2019

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