Lisbeth caminaba de una lado a otro de la habitación, como si de una leona enjaulada se tratara, con Erik aun parado en medio de la misma, con actitud solemne y un poco flemática, observando a la chica, que evidentemente estaba sufriendo una severa crisis nerviosa en aquel instante, por lo que el virtuoso artista simplemente se sentó en el divan, mientras la observaba hiendo de un lado a otro, haciéndose a si misma las preguntas mencionadas al final del capitulo anterior, y jalándose los cabellos, acción intrascendente, por no mencionar que dolorosa e inútil, que por alguna extraña razón la gente cree que reactiva las capacidades analíticas. ¿Como aran los calvos entonces?, ¿no pensaran?.
La chica muy seguramente no habría salido de aquel trance si su mp3, que seguía reproduciendo la música a todo volumen no hubiese llegado a una canción también conectada con sus cesiones de lectura de la infancia, el tema "mi nuevo vicio" de morat, que se repetía una y otra vez, y que ahora tenia veces adicionales, ¿por que en la banda antes mencionada habían nuevos miembros?, ¡nada que ver!, sino por que Erik comenzó a cantarla, y junto a el, otros tantos, que le hacían el coro.
-"¿por que seguimos jugando a los dados, si sabemos que esto esta cargado a tu lado?"- dijo Erik en un principio sin muchos resultados, pero con una voz perfecta.
-"¿por que seguimos jugando a las cartas, sabiendo que tienes un ace bajo la manga?, ¿por que vivimos bailando este tango?, acabo en el piso con cada paso que damos"- cantaban ahora todos ellos al unisono, y fue entonces cuando la chica se volvió la mirada hacia el divan, hallándose incapaz de contener una pequeña sonrisa que se le dibujo al ver a aquel peculiar grupo ahí sentado.
Primero sintió miedo, y casi por reflejo se retiro el sombrero de la cabeza, y se les quedo viendo por un rato, dándole muy poco crédito a sus ojos y a su cordura por lo que tenia frente a ella. Poco a poco se giro para quedar totalmente de frente a ellos, y comenzó a acercarse, pero se detuvo al ver que todos ellos se levantaron. Con cierta cautela comenzó a pasar de una a otro, viéndolos con detenimiento y atención, mientras que su mente comenzaba a resetiar su memoria, y a permitirle recordar sus nombres.
-"¡Jack Frost!"- fue el primer nombre que le bino a la mente, y de inmediato dirigió su mirada hacia aquel joven alvino de ojos glaciales y aspecto elfico, vestido con una sudadera azul cubierta de escarcha invernal, con sus pantalones andrajosos, sus tenis tipo "Converse", y su callado de madera en la mano, el cual puso una sonrisa arrogante, y con su natural vanidad exclamo sin asco alguno: "¡ya sabia yo que no me habías olvidado!, ¡siempre tuviste buen gusto!", logrando sacarle una pequeña risa a la chica, y también consiguiendo que se ruborizara.
-"¡Oh si!, ¡El 'Adonis'!"- exclamo con notorio sarcasmo una chica al lado de Jack, ligeramente mas alta que el, vestida con un vestido azul de princesa celta, con cabellos rizados, y rebeldemente desordenados de un color rojo fuego muy intenso, que ademas llevaba un arco, y sus flechas, pero no en la espalda, sino en un cinturón por razones de comodidad personal, a la cual la chica no tardo en reconocer y nombrar: "Merida".
Al lado de Merida estaba un muchacho, aparente no muy mayor comparado con Lisbeth, pero si veinte centímetros mas alto que ella, de cabellos anaranjados, mirara traviesa pero a la vez inocente, vestido con un traje verde hecho en su totalidad con hojas, un gorro tejido también verde decorado con una pluma roja, y un cinturón de cuero con una hebilla de oro, del cual colgaba un puñal en su funda, y una flauta de caña, al que Lisbeth sin necesidad de mucha perspicacia identifico: "Peter Pan".
-"Supongo que de mi no te acuerdas"- dijo una chica que no se hallaba de pie, sino pegada al muro, con los pies y las manos adheridos al mismo, la misma era de rasgos asiáticos, cabellos negros y muy lisos que le llegaban a los hombros, y que vestía un leotardo negro, con el pecho y el vientre blancos, decorados por un diseño rojo que recordaba a una telaraña, y que tenia en el cuello una pañoleta roja, a la cual Lisbeth solo llamo "Silk", para luego sacudir la cabeza, y corregir sus palabras llamándola "Cindy", con lo que consiguió sacarle una sonrisa a la susodicha, pues en efecto aquellos dos apelativos eran su alias, y su nombre, respectivamente.
-"¿era tu sombra la que vi en la escalera, verdad?"- pregunto Lisbeth con una sonrisa en su rostro mientras recordaba los acontecimientos anteriores de aquel dia.
-"quisiera decir que no, ¡pero si!"- dijo con cierta timidez Cindy mientras se despegaba de la paret y se acercaba a la chica -" disculpa esa, no era mi intención asustarte, pero..."-
- "¡No digas mas!"- dijo Lisbeth al notar el rápido cambio de animo de Cindy que pasaba de tímida a irritada, y clavaba su mirara llena de ira hacia el ultimo personaje ahí presente, al que la pequeña también vio con notorio descontento, para luego pasar a decir su nombre con un notorio desprecio.