Dia uno. El viento fue mas que favorable la noche anterior, permitiéndoles ganar bastante terreno en muy poco tiempo, pero ya para las seis de la mañana del dia siguiente, a escasas doce horas de haber iniciado el viaje, la brisa comenzó a escasear, razón por la cual, Jack tubo que utilizar sus poderes para provocar una ventisca, y así mantenernos en movimiento. En ese momento James le pidió a Diego que lo relevara en el timón, mientras el se retiraba a su camarote para resolver un asunto de importancia con Elsa, que ruta iban a tomar ahora que ya estaban lejos de las fronteras de la reina.
El capitán entro en su camarote tras dar una patada a la puerta del mismo, pues llevaba en brazos a Lisbeth, que se había quedado dormida recostada junto al palo mayor en la cubierta. Con delicadeza suma la coloco sobre su cama, y la cubrió con una manta, sin darse cuenta de que Elsa lo había observado con atención desde que tomo a la niña en brazos, y que ahora se encontraba en la puerta, viendo con atención todo lo que ocurría, por la simple razón de que le intrigaba la actitud del susodicho para con la pequeña. Finalmente, la reina toco la puerta tres veces, con la elegancia que la caracterizaba, llamando la atención de James, que de inmediato volteo a verla, y al darse cuenta de quien se trataba, le hizo una seña con la cabeza para que entrada.
Apenas cruzo el umbral, Elsa cerro la puerta tras de si, y se dirigió en silencio al escritorio, donde coloco un gran cilindro de hierro, de donde extrajo las cartas de navegación, por las que se había ganado un puesto en aquella embarcación. Sin perder tiempo las desplego sobre la mesa, y se quedo sorprendida al ver que James no le daba importancia alguna a nada de lo que ella estaba haciendo, sino que se había concentrado únicamente en colocarle cojines y almohadones a Lisbeth, para que durmiera a gusto y en plena comodidad.
-“ ¡Parece que te interesa mucho esa niña!”- Dijo Elsa con cierto reproche –“¿de ser así, por qué no trazamos una ruta a seguir, para que llegue con bien a su casa?”-
-“¡Tranquilícese su majestad!”- le respondió James con cierto desapego en su voz- “¿y que si me importa la pequeña?”-
-“solo decía”- le respondió Elsa, sin mostrar emoción alguna – “es extraño imaginarte interesado en alguien mas, ¡Es todo!”-
-“¿sigues molesta por eso?”- le pregunto James de manera burlona, mientras se levantaba y se giraba para ver a la reina.
-“¡Si!”- Fue la seca respuesta de Elsa, acompañada por una mirada cargada de furia, que a cualquiera hubiese aterrado y amedrentado, pero que al parecer, no le había causado impresión alguna a James –“pero ahora eso no importa”- agrego Elsa, devolviendo su atención a las cartas de navegación.
-“¡a mi me parece lo contrario!”- le susurro James al oído, colocándose detrás de Elsa, y provocándole además de un notorio rubor, un fuerte estremecimiento, que la reina no pudo disimular.
-“deberíamos intentar superarlo, ambos, ya que tendremos que estar juntos al menos dos meces”- dijo James mientras se colocaba a un lado de Elsa, pero sin quitarle la mirada de encima, y prestando atención a la menor señal de que la reina fuese a decir cuestión alguna.
-“ ¿Por qué te interesa eso?”- pregunto Elsa con un tono de notorio cansancio –“¿no han pasado ya cinco años?”-
-“En efecto”- respondió James mientras se retiraba el sombrero –“pero si a pesar de eso tu aun estas molesta con migo, significa que hice daño, y créeme cuando te digo que esa jamás fue mi intención”-
-“¿entonces cual fue James?”- le pregunto Elsa con reproche, y a punto de reventar en llanto.
-“fue solo evitarnos a ambos un problema mayor”- le respondió James –“mira, Tony no quería que lo supieras, pero esa noche, cuando expulsamos a Ororo de nuestro circulo, ella se enfureció, y se dirigió al otro mundo, indignada mas que nada por que te dábamos a ti mas voz y voto que a ella, y bueno, el creyó que yo podría negociar con ella, para que se aplacase y eso…”-
-“¿y ese beso por que fue James?”- le pregunto ya molesta Elsa, sin querer creerle nada de lo que le decían, o al menos, intentando aparentar que no le creía.
-“¡eso fue cosa de ella!”- respondió James, de forma firme, pero sin alterarse ni un poco- “sabia que estabas cerca, y te recuerdo que nunca le agradaste, tal parece que por pura rivalidad en base a los poderes de ambas. ¡En fin!, ella creyó que en tu enfado harías algo por lo que quedarías como la culpable de todo aquel embrollo, y por lo que te terminaríamos expulsando, pero como recordaras, fue ella la que quedo mal, pues yo la rechace, fui contigo, discutimos, me sacaste de tu castillo provocando una ventisca… ¡Yo dije un montón de idioteces!, te ofendí, y el resto es historia, supongo yo”-