Jolly Rogers. Un viaje entre historias

“judas ; ¡Judas…!”

-“¿Te das cuenta de a donde vamos?”- le pregunto Lisbeth a Jubilo, sin poder disimular el éxtasis que sentía en el momento.

 

-“si”- dijo con simplicidad la chica mutante, mientras ambas corrían al templo de las artes erigido frente a ellas –“a casa de tu amigo el psicótico de media mascara”-

 

-“¡no es un psicótico!”- dijo Lisbeth, ofendida como si ella fuese de quien hablaban –“¡es un genio incomprendido!”-

 

-“¡aja!”- respondió jubilo –“de donde yo vengo esas dos palabras son sinónimos”-

 

Ambas chicas corrieron tanto como pudieron, con el sol poniéndose tras de ellas, y el miedo apoderándose de sus mentes. Lisbeth se negó a entrar por la puerta principal, asi que Jubilo tubo que limitarse a seguirla a la parte de atrás del teatro, y a penetrar en el mismo por medio de una ventana de lo que parecía ser una iglesia privada. De todas las historias que le leyó su hermano, Lisbeth se acordaba sobre todo de la del fantasma de la opera, por lo que no le costo nada recordar que en esa habitación, detrás del retrato de Jesus crucificado, había una de las puertas hacia el laberinto subterráneo, que a su vez, llevaba al que lograba pasarlo sin perderse al hogar de Erik. Jubilo no pudo hacer mas que seguir a Lisbeth, pues era ella la que conocía el camino, y por ende, su única esperanza de salir de ahí con vida, eludiendo las trampas concebidas por aquel genio, para proteger su hogar. A medida que iban descendiendo, ambas sentían como si la presencia de Erik las estuviera observando, protegiendo, guiando a través de aquellos oscuros pasajes, que apenas ellas atravesaban, comenzaban a iluminarse, con candelabros cuyas velas se incendian sin que nadie les acercara flama alguna, solo con que ellas pasaran cerca bastaba, mostrándoles la ruta al lago subterráneo, que solo Erik había sido capas de dominar, y en el cual, ya había un bote esperándolas, al que Lisbeth subió sin demora, e hizo que Jubilo la siguiera, para luego remar siempre al frente, con dificultad, ya que ninguna de las dos practicaba aquel ejercicio, que resulta mas complicado de lo que aparenta, pero aun asi, lograron llegar al gran arco de piedra, donde una reja caediza comenzó a levantarse, a la vez que nuevos candelabros se encendían, algunos emergiendo del agua, otros en sus lugares respectivos en los muros, y en el techo, revelando un cómodo escondite, adornado con exquisito gusto, y diseñado y colocado en torno en derredor de enorme órgano de vapor, semejante a los usados en antaño en las iglesias, junto al cual había un piano a la izquierda, un clavicordio a su derecha, y junto a ellos, en la pared, un magnifico violín, de la casa estradivarios, y muchos otros instrumentos musicales, que eran los mayores tesoros del fantasma de la opera.

 

-“¡Aquí estamos a salvo!”- declaro Lisbeth.

 

-“¿en serio?”- le pregunto Jubilo, con mucho escepticismo – “¿no hay trampas mortales aquí?, digo, acabo de ver unas velas salir del agua y encenderse como si estuvieran secas, pero sin que nadie les acercada fuego alguno, y en una época en la que apenas si se estaba descubriendo la electricidad, ¿Qué sigue?, ¿no va a aparecer por ahí el loco mala cara entre humo y luces, o si?”-

 

-“¡espero que si lo haga!”- dijo de manera retadora Lisbeth –“ahora, ¿en las mochilas hay algo de comer?, es que dudo que Erik tenga algo aquí”.

 

-“si”- paso a decir jubilo, enumerando con sus dedos, a medida que hacia memoria y hablaba –“hay frijoles, papas fritas, pan integral, chocolate, agua, mas frijoles, ante todo frijoles… y además de eso ropa y medicinas básicas”-

 

Después de decir eso, Jubilo tomo un par de latas de frijoles, y las calentó al ponerlas entre sus manos, y utilizar sus poderes sobre ellas, después de esto, abrió una, y se la paso a Lisbeth junto a un par de rebanadas de pan, para después hacer lo mismo para si.

 

-“¿y eso que ya tuvieras esto preparado?”- pregunto Lisbeth intrigada por la previsión de Jubilo.

 

-“si leyeras las historia en las que yo aparezco…”- paso a decir Jubilo – “¡lo entenderías!”-

 

-“¿tienes que huir mucho?”- pregunto Lisbeth preocupada.

 

-“¡por lo general!”- dijo Jubilo –“no se que pensaran los que escriben esas historias, pero en todas aparece algún loco cazándonos como a animales, y torturándonos horriblemente, ¿Qué tendrá eso de entretenido?, ¡No lo entiendo a decir verdad!”-

 

-“bueno… “- paso a decir Lisbeth –“¡tu sabes que hay muchos sádicos en el mundo!”-

 

-“¿y por ser mayoría hay que complacerlos?”- pregunto con reproche jubilo –“¡ese el problema con este mundo!, a diferencia de ustedes, que su creador les dio libre albedrío, y con ello libertad para vivir, nosotros solo somos juguetes de alguien con mucho tiempo libre, y algo que expresar, por desgracia, no todos los escritores aprecian en realidad a sus creaciones, en especial en los comics, así que solo expresan aquello que deja en claro que necesitan ayuda psiquiátrica, pues son asesinos reprimidos”-



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En el texto hay: reflexion, referecias, homenaje

Editado: 20.03.2019

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