Lisbeth se despertó sobresaltada y sudorosa, levantándose de golpe, y viendo a su alrededor. Se encontraba en el área de empleados de la biblioteca, rodeada por los libros y los comics que había estado leyendo, con el sombrero de su hermano junto al diván, y su mp3 reproduciendo la canción "Ya no estas tu", de la banda morat. Al los pocos segundos entro el Profesor Ángel a la habitación, y viéndola con cara de preocupación le pregunto:
-"¿Qué sucede Lisbeth?"- a lo cual la chica le dio una mirada confusa mientras respiraba hondo y apresuradamente.
-"¿Qué día es hoy profe?"- pregunto la aturdida muchacha.
-"sábado, veinte de febrero, a las siete y media de la noche"- dijo el profesor Ángel –"¿Por qué?"-
Lisbeth no lo podía creer, era como si solo hubiesen transcurrido unas horas, cuando ella había vivido las experiencias de cuatro meces, pero luego la chica recordó que hacia funcionaban las cosas con los libros, y sus historias, que nos hacen vivir años enteros, siglos incluso, en apenas unas horas.
-"¡Gracias profesor!"- dijo la niña, cumpliendo asi con lo que el viejo literato sabia que ocurriría.
-"¡De nada!"- respondió con una gran sonrisa el madrileño –"ahora vamos a ordenar estos libros, y cerremos, antes de que tu madre se preocupe, ¡ya pasas de tu hora de salida!, ¿sabes?"-
Después de poner cada tomo en su lugar, Lisbeth tomo su sombrero y su mp3, y se fue a su casa, tranquila porque sabía que el reloj habida vuelto a su dueño legitimo, y a la vez aterrada, por que sabia que el regaño que le esperaba iba a ser terrible, e incluso superior a la furia de Ororo. ¡Y así fue en efecto!
Después de ese día, Lisbeth siguió su vida como si nada hubiese ocurrido, trabajando de sol a sol, hiendo a la escuela, ayudando a su madre en la casa, viendo a su padre dormir catorce horas al día, y leyendo para distraerse, pero sin olvidar jamás a los amigos que había hecho en su viaje entre historias a bordo del Jolly Rogers. Fiel a su promesa, se puso a escribir lo que había sido su aventura, pero solo consiguiendo con ello que su padre, al encontrar el manuscrito, se lo llevara para leerlo, y lo terminara extraviando. ¡Jamás se le recupero!
Fue entonces que la chica decidió que si podía, volvería a escribirlo todo, ¿pero para que?, para cumplir con su promesa nada mas. ¿Qué importaba lo que el mundo pensara?, ella sabia la verdad, y jamás la cambiaria ni olvidaría, ni siquiera cuando las cosas se hicieron mas difíciles, cuando volvieron a tildarla de loca por querer ser escritora, y relatar con tanta convicción sus historias, y por decir que su hermano descubrió y exploro aquel mundo paralelo, tampoco cuando el profesor Ángel murió, y el nuevo director de la biblioteca la despidió, tampoco cuando la situación de Venezuela la obligo a ella y a sus padres a emigrar a Colombia, en ningún momento olvido, ni dejo ser quien era, ni perdió los valores que había aprendido.
Antes de morir, el profesor Ángel le había dicho que escogiera de entre toda la biblioteca que libros quería conservar, y que los que eligiera serian suyos, y ella obviamente eligió los que la habían llevado a vivir esa aventura, mas los comics en los que había aparecido su amiga Jubilo, y estos fueron por años su único contacto con ese mundo, y con el recuerdo de su hermano, asta ese día, un diez de enero, tres años después de lo ocurrido en este relato, cuando al regresar a casa, encontró junto a sus libros una rosa roja, el borrador que usted acaba de leer, y sentados en sus cama, al Capitán James Garfio, consorte y amante de Elsa, reina de las nieves, al jefe vikingo Hippo Horrendo Abadejo y su dragón Chimuelo, a Jonathan Lowell Spencer "Johnny" Storm, o la antorcha humana, a Jack Frost, Cindy "Silk" Moon, la princesa Merida, Jubilo Lee, Don Diego De la vega, o El Zorro, al niño eterno Peter Pan, el ya redimido Peter Parker, que tal vez ustedes conozcan como "Spider-man", y un servidor, Erik, o "El fantasma de la opera", si lo prefieren.
-"¿Qué?, ¿no lo viste venir?"- pregunto Jubilo con su acostumbrado buen humor, mientras que todos nos poníamos de pie.
Al momento de vernos parados, Lisbeth corrió hacia nosotros, y abrazo, como era de esperarse, a James. ¡Parece que es al que mas extraño!
-"No has crecido nada; ¡que pena!"- dijo entre risas Hippo, contagiando de su buen humor a la pequeña, que en realidad, si había crecido veinte centímetros desde la ultima vez que los vio.
-"¿Cómo hicieron para venir?"- pregunto Lisbeth, con la lagrimas en sus ojos.
-"con la rosa de Erik"- digo Diego.
-"De hecho es una historia interesante"- dijo James –"¿tienes tiempo de escucharla mi 'lady'?"-