—¡Ahhhhhhhhhh! —gritaba un joven quien descendía en caída libre en un vacío interminable, sin ningún tipo de protección o algo que pudiera desacelerar su caída. A pesar de eso, la preocupación era escasa, ya que el vacío parecía extenderse al infinito, más de lo que podía ser captado con la vista humana —¡Ayúdennos! —gritaba desconsolablemente, sin obtener respuesta alguna a su clamor.
—¡Deja ya de hacer berrinche! —otra voz joven exclamaba con austeridad y curiosa tranquilidad ante cierto drama del muchacho que clamaba por ayuda —¡Todavía te dije que no tocaras esa porquería de libro!¡Maldita sea! —dijo entre regañadientes.
—Realmente no pensé que sucedería algo así. Se miraba como un libro cualquiera —expresó apacible el joven de rasgos amerindios, tez blanca y cabello castaño, largo hasta la oreja.
—No vuelvas a mencionar ni una sola palabra Jonny. Te advertí sobre eso, el libro tenía un sinfín de marcas y signos por todas partes, y aún así hiciste caso omiso a mi maldita petición. En lugar de estar gritando como leona enlunada, mejor ayúdame a buscar una forma de como escapar de este lío en el que nos has metido —. Eliott era el muchacho que acompañaba a Jonny en esta odisea, este era de tez más morena pero clara, su cabello era liso color completamente negro y mantenía un semblante más áspero y reflexivo, caso contrario a Jonny que era de semblante intrépido e aventurero.
—Estamos rodeados de completa oscuridad Eliott, no parece que esto vaya a tener alguna salida. Esto se trata simplemente de caer y caer aún más hasta que llegar al final, claro, si es que lo tiene —exclamó Jonny el cual no dejaba de observar alrededor.
—Deja de ser tan pesimista Jonny y ayúdame a encontrar una solución —la desesperación y el estrés se apoderaban de Eliott —. Voy a tratar de realizar una llamada o ver en dónde nos encontramos con el mapa del teléfono —introdujo su mano a uno de los incontables bolsillos que tenía su pantalón para sacar el teléfono. Jonny aún no comprendía el porqué de tener un pantalón con tantos bolsillos —¡Mierda! —expresó molesto Eliott
—¿Qué pasa? —inquirió Jonny cuando estaba escurgando en su bolsillo a ver si encontraba algo de mascar.
—¡No hay señal! Y así no puedo ver nuestra ubicación y peor aún, realizar alguna llamada —dijo mientras movía ávidamente su teléfono en todas direcciones para que pudiera recibir aunque sea un barra de señal.
—Relájate —expresó Jonny con atonía —. Recuerdo que en una serie infantil, bueno, realmente no parecía infantil, pasaron un episodio donde los personajes estaban cayendo en un vacío, similar a como estamos nosotros, y estuvieron por horas hasta que llegaron al final y volvieron a la entrada —dijo optimista.
—¿Qué mierdas quieres decir con eso Jonny? —dijo frustrado Eliott.
—Que esperemos que suceda algo similar, solo mira hacia abajo y trata de estar al pendiente por si se ve algún destello de luz al final.
—¡Eres un idiota! —gruñó Eliott —. Deja de creer que situaciones de dibujos animados pueden suceder en la vida real.
—Pues, estamos en algo que parece un portal, y eso es muy alejado de la realidad ¿No te parece? —manifestó burlesco.
—¡Ya cállate Jonny! —dijo enfurecido Eliott.
Los dos quedaron observando hacia debajo de sus pies, tratando de encontrarle algún fin a este interminable... vamos a llamarle portal. Jonny seguía haciéndole bromas a Eliott para estresarlo y enfurecerlo aún más —. Te imaginas que esto desaparezca y caigamos con una fuerza brutal al suelo, y nuestros cuerpos sean completamente destrozados y nuestros sesos sean esparcidos por todos lados —exclamaba sádicamente. En realidad, era probable que sucediese algo así, al fin y al cabo, cualquier cosa podía suceder. Después de un tiempo incalculable, se percataron que debajo de ellos apareció un pequeño punto, una luz diáfana lo atravesaba y, a pesar de ser insignificante, era suficiente como para iluminar tenuemente el ambiente. Al ocurrir esto, los muchachos llegaron a la conclusión de que estaban cerca de llegar al final del portal, o al final de sus vidas. De repente, una brisa invernal arropaba a nuestros personajes, no eran tan fuerte debido al tamaño del agujero, pero esto no impedía que diminutos copos de nieve ingresarán y que, seguidamente, al ser estos golpeados por la luz diáfana, se iluminaran tal como si fuesen pequeños puntos azules en un inmenso mar de oscuridad. Aún así, el punto parecía nunca crecer. El miedo, la duda y la curiosidad invadía la mente de los amigos que, sin necesidad de emanarlo, sus miradas expresaban la angustia y el desespero.
Era difícil percibir el avance del tiempo. Sus teléfonos se habían vuelto inservibles ya que, debido a un extraño suceso, habían dejado de encender. Entre más descendían, el frío se hacía cada vez más intenso, y Jonny lo demostraba aún más. Su cuerpo temblaba como si un terremoto se estuviese desarrollando en su interior.
Al cabo de un largo y muy desesperante tiempo, al fin parecía que el punto se agrandaba. Rápidamente, el punto se hacía más y más grande. De repente, se llevaron la sorpresa de que aquel pequeño punto ya está cubriendo gran parte de la zona inferior de aquel vacío. La luz iluminaba por completo el lugar, ya no estaba oscuro, se había tornado de un lugar completamente blanco. El frío era tan abrupto que incluso las lágrimas que desprendían los amigos debido a la caída, se congelaban al instante. Sin más preámbulos y con una gran pizca de suerte, aquel vacío oscuro infinito, que se había tornado blanco debido a la iluminación, se había desvanecido por completo y ahora se podían percibir paisajes repletos de montañas verdosas alrededor. Eliott, a pesar de la vasta neblina producida por la distancia, pudo observar un pequeño castillo que se imponía al sureste entre medio de las montañas. La vista era simplemente hermosa, pero sus almas, al parecer, habían sido despojadas de sus cuerpos; la caída prometía que al momento de impactar con la tierra sería un golpe fuerte. Jonny y Eliott gritaban, pero no quedaba más opción que aceptar su terrible destino. De nuevo, retando a la muerte y gastando su suerte, su caída fue desacelerada por un fuerte torrente de viento helado, que los empujaba hacia arriba. A medida que iban bajando su altitud, la velocidad de caída se veía interrumpida por el viento; el cual desapareció a pocos metros de que los jóvenes tocaran el suelo. El golpe no fue fuerte, debido a que el suelo estaba completamente cubierto de una gruesa capa de nieve que se extendía a kilómetros a la redonda.