Joven Sanguinario

Primer crimen

Era una noche de verano, no tan fría, ni tan calurosa, tranquila... al parecer.

Dog se encontraba sentado en su trono escuchado al primer ministro hablar y hablar, el solo veía lo grande que era la sala del trono, pues no prestaba mucha atención a lo que decía aquel hombre, solo asuntos de su pueblo y de los campos de cultivo, cosas que a él no le importaba ni en lo más mínimo.

El príncipe de cabello negro intentaba concentrarse en lo que decía o leía el primer ministro, pero sus ojos quienes se encontraban agotados se lo impedían, Dog solo escuchaba hablar y hablar, pues solo era un príncipe que no le importaba si su pueblo se moría de hambre, además de que era un adolecente de diecinueve años de edad.

-¿Me está escuchando su alteza? - viendo al chico quien le daba vueltas a su corona.
-¿Como dice?- viendo por el centro de su corona.
-Su alteza, el pueblo está muriendo y usted no hace nada al respecto para salvarlo, ha rechazado a las personas que quieren hablar con usted-
- problema mío no lo es, ¿cómo quieres que recupere las tierras?, ¿Soy el Dios de la lluvia? ¡No!, Entonces… ¿qué hago?- Dijo poniéndose de pie.
El primer ministro solo negaba con la cabeza - Usted quiso tomar el poder de la coron...- es interrumpido por el joven.

- cuentas veces te he dicho que está prohibido hablar de eso, y no quiero hablar más, me iré a mi recamara- decía mientras subía las escaleras que lo llevarían a cualquier parte del segundo piso de su castillo.

-¿y que se supone que les diré a las personas?-

-Que estoy en trámite de arreglar sus problemas... ¡Yo que sé! Inventa algo - lo ve – Oh ya se… diles a esas personas…que seré el próximo dios del trueno - ríe a carcajadas.

-No olvide que mañana tendrá la visita de los reyes Woods Williams -

- sí, si... Lo que digas... ¡Ordena un buffet! No lo sé... - entra a su recamara tirando su corona a cualquier parte de la habitación - otro día viviendo... - se acuesta en su cama y se queda dormido.

- ¡La espada lleva desaparecida dos semanas!, ¿¡cómo es que desaparezca nadie la podría tomar!?- Decía el rey Otis.
- era una reliquia de mi familia y de la nada desapareció... ¡No puedo creerlo! – abrió su abanico la reina Otis.

Solo observaba detrás de la puerta - pronto sabrán donde ha estado esta espada - pasando sus dedos por el filo de la espada - Hola Papi y mami… ¿Aún siguen despiertos? – el pequeño solo sonrió con ternura.

-Dog... Pues como veras… seguimos preocupados por la espada desaparecida - El rey se agacha a la altura de su pequeño hijo de 8 años.

-¿sabes? yo la encontré... – enseñándole la espada.

- ¿y porque no lo dijiste? – pregunto su madre acercándose a él.

-¡por esto! - El pequeño le enterró la espada a su padre y en un movimiento rápido le enterró la espada en la cabeza a su madre, saco la espada de la cabeza de su madre con brusquedad y la enterró en el corazón de su padre.

- ¡príncipe! ¿¡Que ha hecho!? – viendo la escena que tenía ante sus ojos, puesto que era la nana, en ese momento la mujer lo vio con una cara de horror, acercándose a los cuerpos sin vida de los reyes.

-¡¿Pero que pasa aquí?! ¡Dog! ¿Estás bien? – pregunto el primer ministro.

-Si....-casi llorando- es que… ¡ella mató a mis padres! - señalando a su Nana.

-¡ yo no lo hice! ¡Dogman di la verdad! - Decía desesperada.

- será condenada a muerte por la madrugada, ¡guardias! ¡Arréstenla! – los guardias se llevaron a aquella mujer, quien lloraba y forrajeaba para que la soltaran.

- Ven pequeño travieso tu y yo bien sabemos quién lo hizo.. - tomando a Dog de la mano.

El príncipe asustado, cómo si ese momento apenas hubiese ocurrido - ¡Solo fue ese horrible recuerdo!... - Dijo agitado - tranquilo Dog… todo está bien, han pasado 11 años y nadie sabe la verdad... – el príncipe de ojos café claro sonrió para sí mismo, al recordar lo que hico cuando era niño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-V-




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