— Amor que bueno que estas bien, no sabes la angustia que sentía al pensar que algo te hubiera pasado en el accidente. —le dije a Joy al despertar.
— ¿Te sientes bien Mau? —me respondió de manera extraña.
— Si mi amor, yo estoy bien, gracias a Dios no nos pasó nada. ¡Te amo! —le dije intentando agarrarle la mano.
— ¡No me toques! Y ¿Por qué me dices amor? No entiendo. —me dijo Joy y en ese momento entró la doctora a la habitación en donde me encontraba.
Al entrar la doctora Joy salió de la habitación molesta, aun no comprendía su actitud pero pronto lo haría. La doctora me empezó comentar sobre el fallido tratamiento de mi enfermedad, nada salió como se esperaba, yo llevaba casi tres años en sueños profundos y despertaba ocasionalmente por un corto tiempo.
Lo que sospechaba era realidad, en mi vida Joy existía en dos versiones, una en mis sueños donde ella me amaba y la otra en la realidad donde yo no significaba nada para ella, al darme cuenta de la verdad todas mis ilusiones se cayeron.
— ¡Doctora! ¿Dónde están mis padres? —le pregunté.
— Hay Mau, de verdad que no soy quien para darte esta noticia pero tienes que saberlo. —me dijo la doctora.
— ¿Saber qué? —respondí temiendo a lo peor.
— Tu padre falleció hace un año, tu madre no soportó el dolor de haber perdido a tu papá y además de tenerte aquí postrado en una cama y falleció hace como seis meses. —me dijo la doctora.
Al escuchar la noticia sentí una tristeza profunda, mis ojos se llenaron de lágrimas y estas se empezaron a derramar sobre mis mejillas, sentía un gran dolor por la muerte de mis padres, también culpable por no estar para ayudarlos y me sentía aún más peor porque nunca los volvería a ver.
Empecé a llorar amargamente por ya no tener a nadie en la vida. Ahora estaba solo.
Dos semanas después…
Desde el día en que desperté no he vuelto a ver a Joy, pregunté por ella a una de las enfermeras que llegan a atenderme y solo me ha dicho que ya no regresara para atenderme, que me haga a la idea de que ya no la veré más.
Me siento solo en este mundo y en estas cuatro paredes, nadie ha venido a visitarme, mi cuerpo cada vez está más débil, ya no puedo valerme por mi mismo ni siquiera para comer o beber, quisiera morirme ya y dejar de sufrir. Los dolores dentro de mí son cada vez más fuerte ¡tanto! que me son insoportables, la vida se me esta yendo de las manos. Yo quiero morir ya, pero la doctora se aferra a que viva.
Siento que voy cayendo en un sueño profundo, mi respiración se vuelve más lenta mientras poco a poco voy dejando de sentir los dolores que me atormentaban.
— ¡No te mueras Mau! no te mueras por favor, tienes que luchar. —escuchaba la voz de la doctora cada vez más lejos mientras mi vista se hacía cada vez más borrosa.
Iba perdiendo el sentido poco a poco pero antes de perderlo por completo, con la vista borrosa miré que entraron otras personas entre ellas Joy casi corriendo con unos aparatos, al ver a Joy sonreí y mis ojos se cerraron por completo...
— ¿Por qué lloras amor? —me preguntó Joy tomándome de la mano.
— Ya no quiero irme de aquí, no quiero perderte, quiero estar a tu lado siempre. —respondí.
— Ya no tienes por qué irte amor, ya todos estamos aquí juntos. —me dijo Joy mientras volteaba hacia la puerta.
Miré hacia la puerta, en ese momento iban entrando mis padres, se notaban muy felices, mi madre llevaba entre sus brazos a un bebé.
— ¡Mira mi amor! esta precioso tu hijo. —me dijo mi mamá.
— ¡Regresa Mau! ¡Regresa por favor! —escuche la voz de la doctora muy a lo lejos…
Tomé entre mis brazos a mi hijo, Joy estaba a mi lado abrazándome.
— ¡Vámonos hijo, ya es momento! —me dijo mi madre mientras mi padre abría la puerta para que saliéramos.
Mis padres salieron primero Joy y yo íbamos abrazados mientras cargábamos a nuestro bebé.
— ¡Te amo Mau! —me dijo Joy antes de cruzar la puerta.
— Yo te amo mucho más Joy. —le dije mientras una sonrisa de felicidad se dibujaba en mi rostro.
Mauricio murió un día Jueves a las 23:37 horas, su cuerpo fue consumido por la enfermedad que le quitó la vida, la misma enfermedad que le dió la dicha de encontrar el amor aunque solo fuera en sus sueños. Mau murió con una sonrisa de felicidad dibujada en su rostro.
Fin.