Abrí los ojos instintivamente. Cinco y media de la mañana, esa era la hora a la que siempre me despertaba desde que los hombres de negro irrumpieron en mi casa y mataron a mis padres delante de mí con tan solo seis años. Volvía a tener una pesadilla como todas las noches, supongo que las pastillas tranquilizantes habían dejado de hacer efecto desde hace tiempo.
En una hora tendríamos que despertarnos, no podía dejar de darle vueltas, ¿una reunión más? si es la tercera esta semana, algo malo debe suceder y hoy nos aclararían las dudas. Por otra parte la persona que también ocupaba mi mente era Ryan, llevaba tres semanas en aislamiento y a ninguno de nosotros nos habían informado de lo sucedido, ni tampoco del porqué estaba allí. Quería pensar que cometió un error o simplemente había infringido una norma ¿pero tres semanas por infringir una norma? No lo creo.
Podía oír como mis compañeros de habitación roncaban y tragaban saliva una y otra vez, era incómodo. No podía concentrarme en dormir otra vez, era imposible. Tampoco podía ver nada, todo estaba completamente a oscuras. Dormía en la parte de abajo de la litera que compartía con Jay así que me dispuse a encender la pequeña lámpara que había colgado de la cama que estaba encima de la mía. Veía cómo los minutos avanzaban, así que decidí contar hasta cansarme y así olvidarme de las preocupaciones que rondaban en mi mente y conseguir que me entrara sueño, pero me di cuenta de que no serviría de nada al llegar a contar hasta el número cuatro cientos y seguir sin ganas de dormir, a veces me funcionaba pero también muchas otras no, así que debía imaginarme que mi tiempo de descanso había terminado hace media hora. Al volver a mirar el reloj de manecillas que estaba colgado de la pared solo faltaban treinta minutos para que sonase la alarma, cerré los ojos con la intención de relajarme hasta quedarme dormido y de repente oí el horrendo reloj haciendo un ruido estridente cuando por fin había conseguido quedarme dormido. Me levanté con rapidez y apagué el despertador que se encontraba debajo de mi cama. Antes estaba enchufado a una corriente en lo alto de una pared, que duraba en apagarse alrededor de dos minutos, pero después de años Jay encontró la solución arrancándola de la pared para convertirlo en un despertador móvil que se lograba desactivar con un botón.
Me levanté de la cama frotándome la cara. Hoy iba a ser un día duro pero había llegado el día de saber qué es lo que estaba pasando. Pensé al encenderse las luces automáticamente.
—Buenos días. —Dijo Jay con voz ronca y con pocos ánimos de comenzar el día. Miré sus ojos rasgados mientras podía notar su piel desnuda bajo las sábanas mientras él miraba a Alexis que estaba echo un ovillo entre las sábanas blancas.
—Buenas serán para ti. —Masculló David bostezando manteniendo los codos sobre el colchón y pasándose las manos por el pelo rubio hasta la nuca dejando ambas manos detrás de ella.
—¿Estáis listos? —Les pregunté con la conciencia intranquila mientras me dirigía al armario común que teníamos para coger una camiseta blanca. Estaba nervioso por lo que pudiera suceder en la reunión, quería pensar que era por una misión nueva pero algo me decía que el problema se relacionaba con Ryan.
—¿Para qué? —Preguntó David enterrando nuevamente la cabeza en la almohada.
—¿Cómo que para qué? —Le repliqué un poco molesto por su pregunta. Entonces me di cuenta que mientras unos se comían la cabeza toda la noche otros dormían como cachorrillos.
—Juan, eh. —Dijo Jack haciéndome unas señas desde su litera de arriba para que lo observe. —Déjale anda, no sabe ni en qué mundo vive.
—Te he oído. —Dijo David apuntándole con el dedo índice sin sacar la cabeza de la almohada.
—Hoy es la reunión con el superior Eric, así que quiero que estéis listos para el momento. —Les dije como las pocas exigencias que les daba como líder.
—¿Listos para qué? —Se asomó al fin Alexis.
Miré por un momento a Jack que al igual que yo debía lidiar con cada miembro de la habitación.
—Ya me encargo yo. —Dijo Jay agarrando su almohada para tirársela a la cabeza con fuerza. —Espabila enano. —Todos sabíamos que a Alexis le molestaba que le llamasen así por el simple hecho de no gustarle ser el menor del grupo.
—¿Listos para qué? —Volvió a preguntar Alexis bajándose de su cama para dirigirse hacia la litera que compartía con Jay.
—Para la reunión Alexis, para la reunión. —Le respondí con poca paciencia.
—¿Listos para la reunión? Pensaba que sería otro día. —Se sentó Alexis en mi cama mientras se ponía los pantalones que Jay le había pasado desde el armario para luego hacerle compañía estando apoyado con uno de sus brazos sobre el acero que sujetaba su cama.
—Mierda... la charla, lo último que me apetece es oír al superior Eric dando malas noticias. —Dijo Leo pasándose las manos por el pelo despeinado.
—¿Y a qué hora se supone que es la reunión? —Preguntó Jack dirigiéndose al baño de puerta abierta que teníamos al final del cuarto, le seguí con la mirada.
—Después de la prueba de disparo con armas. —Le contesté al ir detrás de él hacia los lavabos y en seguida se unió Jay a nosotros.
—¿Por qué siempre sois los primeros en lavaros la cara? No tengo tanto tiempo como para perderlo, así que me daré una ducha. —Avisó Leo sin coger la ropa de cambio teniendo en la mano solo una toalla blanca mientras se adentraba en una de las tres cabinas de ducha que había detrás de nosotros.
Sabían que no me gustaba que se duchasen por la mañana ya que siempre se demoraban y de seguro llegábamos tarde por culpa de uno de ellos.
—¡Voy! —Se unió Alexis con rapidez adentrándose en la cabina central de las duchas cerrando la puerta y encendiendo el grifo con rapidez para que no pudiéramos reprenderle ya que siempre tardaba más de lo necesario.
—No tardéis mucho, a las siete debemos estar en el comedor y a las ocho en la prueba con armas ¿¡oído!? —Les dije al saber que siempre se despistaban entreteniéndose por el cuarto de baño y por la habitación.
Editado: 30.10.2024