Juego Del Destino.

7-Zapatos número 36.

Los siguientes días transcurren sin ningún operativo en especial, ya viernes y cerrando la semana solo vengo a cumplir horario y llevarme algún material para el apartamento y así revisarlo este fin de semana. Roberto no vino hoy al trabajo por el festival de su hijo, así que a cada rato mi móvil suena con un mensaje de texto notificando que aún no ha comenzado la actividad.

Estoy saliendo del estacionamiento en camino al apartamento, una vez allí, dejo las carpetas con la información y me ducho, cuando salgo busco en el clóset algo más formal para la actividad de Rodrigo, y muy en el fondo sé que existe la probabilidad de que la vuelva a ver. Me visto y luego de aplicar un poco de perfume salgo tomando esta vez el auto para minutos después ir en camino al colegio de los niños.

Cuando llego y puedo encontrar un lugar para estacionarme, pido la dirección al guardia de seguridad de donde es el auditorio que Roberto me indicó, fácilmente lo encuentro, veo a la familia Marchán haciendo señas para que me siente con ellos, y me dirijo hacia la fila donde se encuentran, luego de pasar algunas personas en sus asientos, llego donde están, ocupo mi asiento al lado de la hermosa Victoria quien esta preciosa con un vestido rosa.

-Me alegra que estés aquí. Me saluda Vanesa con un abrazo y Roberto lo hace con un estrecho de manos.

-¿Ya pasó?.

-Aún no ha comenzado, como siempre esto se tarda un poco más de lo normal.

Tomando mi asiento veo que el auditorio está lleno de representantes de los niños, esperamos al menos 10 minutos y después me excuso a buscar algo para tomar, así que salgo hacia el pasillo en busca de alguna cafetería y es cuando veo a una hermosa mujer en vestido a unos metros de mi. Se encuentra en compañía de alguien más, pero lo que me sorprende en este momento son las emociones expresadas en el rostro de mi chica color zanahoria.

¿Le sucedió algo? Pienso y es que al verla no se me olvida que estuve a punto de matarla.

En ese momento, veo que se aleja pero antes se agacha y se desprende de sus sandalias para irse descalza a otro lugar y es en ese instante cuando alguien estrecha mi mano, al bajar la mirada veo que un pequeño niño, vestido de época y con una especie de barba pintada en su rostro es quién sostiene mi mano.

-Tío estas aquí.

-Ey, te ves... muy...adulto. Le digo a Rodrigo.

- ¿Viste eso?

-¿Qué vi qué? Pregunto agachándome para estar a su altura.

-A mi maestra le ocurrió algo que solo le ocurre a las chicas.

-Y para saber que le ocurrió. Digo mirando su carita asustada.

- No lo se, escuché que se irá a su casa. Tío si ella se va no podré actuar... ella es mi buena suerte.

Ay no...

-A lo mejor vuelve pronto. Digo.

- ¿Y si no? Tío tienes que ir y ver que le pasó.

-Rodrigo ella estará bien. Lo tranquilizo pero estoy seguro que nada de lo que diga, lo hará cambiar de parecer, así que me doy por vencido.

-Okey, okey lo haré...Y tú, creo que no deberías estar aquí.

-Tío ayúdale por favor. Promételo. Al verlo levantar su meñique sé que esto es serio para él, por lo que levanto el mío y lo cruzo con el suyo.

-Lo prometo, ahora ve dentro.

Veo como se retira corriendo hasta perderse en una puerta que dice AUDITORIO, yo por mi parte tomo el mismo camino que la pelirroja, y después de caminar por el pasillo me encuentro con una habitación con las letras CAMERINO enmarcadas, toco dos veces y nadie contesta, así que tomo la manilla y giro para así abrir la puerta y encontrarme con una habitación repleta de distintos trajes y vestidos. Lo que más llama mi atención es que la mujer que antes estaba afuera ya no lleva un hermoso vestido, sino que viste esta vez pantalón, chaqueta y converse.

-¿Qué haces aquí? Pregunta sorprendida.

-Te vine a ayudar.

-¿¡¡Que!!?

-¿Que pasó por que te cambiaste?

-No es nada, deberías de salir de aquí.

-No me iré hasta que no me digas que te pasó y si no lo haces, no me iré. Te lo aseguro.

Al decir esto, ella me observa con ojos de par en par, la veo suspirar y camina para darme la espalda, pero enseguida toma un recipiente con agua y se lo lleva a los labios para luego contestar.

- Es una ridiculez...

-Te escucho.

-...Mi sandalia se dañó, y así no saldré.

¡Oh no! En el lío que me vine a meter.

¿Solo eso? Pienso y de repente se me ocurre una idea.

-Déjame ver. Digo mientras me acerco a su lado y me agacho para sostener un pequeño pies en mi rodilla.

-¿Qué haces? Protesta mientras se sacude de mi agarre.

-A ver pelirroja, cuando regrese necesito encontrarte vestida, maquillada y lista para salír. ¿Me entiendes? Pregunto y veo que ella me observa como si estuviese loco. Y es que de hecho estoy allí de rodillas con su pie en la mano, lo parezco.




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