Juego Del Destino.

32-Miedo.

Mi cuerpo detecta enseguida una piel cálida a mi lado y su suave perfume hace que mis sentidos estén alertas, cuando digo Alerta es porque una parte en especial en mí cobra vida. Cuando abro los ojos caigo en cuenta de todo lo que ha ocurrido en estas últimas horas. Veo a Elisa dormida y recostada en mi pecho, su mano está a la altura de mi corazón y su pierna izquierda reposa sobre mi abdomen. Su presencia no me inquieta, lo que lo que me perturba en este instante es la posición de su pierna muy cercana a mí... A mi enorme erección matutina.

¡MIERDA!

Si se despierta y en todo caso si hace un movimiento descendente de seguro la sentirá y no creo haya un momento más vergonzoso que ese. En otra ocasión me gustaría ver su rostro, pero con todo lo vivido ayer, no es momento de bromas. Así que me preparo para salir rápido de la cama antes de que cometa una locura.

Como puedo poco a poco y sin despertarla me libero de su agarre. Una vez de pie me detengo al verla en mi cama y no sé por qué un extraño pensamiento de esta imagen todos los días me hace sentir algo extraño dentro de mí pecho.

Como las demás veces.

Pero algo llama mi atención y es que al estar desarropada veo que mi camisa se le subió hasta el abdomen, logro distinguir otro pequeño tatuaje en la cadera, pero no me quedo a detallarlo porque en cualquier momento puede despertarse, sin pensarlo dos veces me lavo los dientes y me coloco ropa de correr... Un buen trote hasta el parque es mejor que una ducha fría, tomo algunas cosas que necesito y salgo en silencio de allí.

Veo que la ciudad está completamente despierta, hago un rápido estiramiento y enseguida siento como cada zancada llena mi cuerpo, corro y corro más fuerte hasta que poco a poco la imagen de Elisa en mi cama sale de mi mente. Cuando son las  8 de la mañana ya he trotado más de lo que he hecho estas últimas semanas, así que me dirijo esta vez al supermercado cercano a mi edificio y consiente de que en mi alacena no hay nada decente para comer hago algunas compras.

Cuando vuelvo al apartamento la Pelirroja sigue durmiendo, esta vez esta boca abajo por lo que entro sin hacer ruido al baño y me ducho para quitar todo el sudor del trote, salgo y busco algo cómodo. Como siempre en el apartamento y odiando cada vez los lentes de contacto tomo mis gafas y salgo a la cocina. Total no es la primera vez que Elisa me ve con ellos, aunque por la cantidad de alcohol que tomó esa noche, no sé si lo recuerda.

Veo que son las 8 de la mañana y tengo hambre pero la cuestión es que a pesar de toda la comida que acabo de comprar. Yo no sé cocinar nada más que café.

¡Mierda, ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Y AHORA?

Recuerdo la vez que estuve enfermo y Elisa cocinó para mí. También recuerdo que Roberto sabe cocinar muy bien y sopeso la idea de llamarlo, aún con el teléfono en la mano decido que es mejor otro método, porque este comenzaría con sus miles preguntas, y no estoy de humor para esto. Por otra parte una idea viene a mí, así que busco rápido en el móvil la aplicación Youtube y me veo escribiendo en la barra de búsqueda sopa de verduras. 

-¡Diablos! No se ni siquiera cocinar un maldito arroz. Susurro.

Hago todo lo que el tutorial me indica y en pocos minutos tengo las verduras hirviendo en una olla... Por último hago el café algo de lo cual no necesito ayuda de Youtube y cuando estoy pasándolo por la coladora siento su presencia.

No sé qué me pasa con ella, desde que la conocí mi cuerpo comenzó a reaccionar de forma extraña cuando ambos estamos cerca. Y es que esta energía nunca la había sentido, sino hasta que comencé a conocer a esta Pelirroja. Desde que nos conocemos cada vez siento una especie de electricidad que envuelve la estancia donde ella y yo nos encontramos. No sé si a Elisa también le sucede pero es que esta vez aquí, de pie en la cocina soy consciente de que está allí en algún lugar detrás de mí.

-Hola. Dice en voz baja.

-Buenos días. Contesto dejando todo y volteando a verla y al hacerlo la encuentro de pie en el umbral de la puerta, aún con mi camisa puesta, su cara se ve hinchada de tanto dormir, su cabello está rebelde y húmedo signo alguno de que se duchó. Me doy cuenta que por su forma se ve hermosa, esta descalza y con sus piernas desnudas, mis ojos la observan detalladamente para guardar esta imagen, que de seguro quedará por siempre en mi memoria.

Ella de pie en mi apartamento semidesnuda.

-No sabía que cocinaras. Dice mientras se acerca al mesón y la veo acomodarse en una silla frente a mí.

No se describir lo que siento en este momento, no sé si es vergüenza o nerviosismo de que ella me vea cocinándole, siento mi rostro enrojecido y soy consciente de que nunca en mi vida he hecho esto, soy de los hombres que come en la calle, pero en mi interior sé que una vez ella lo hizo conmigo.

 ¿Por que no devolverle el favor?.

-Pensé que no te apetecía salir a comer en la calle. Digo para cambiar el tema.

-Me duele mucho la cabeza. Confiesa sosteniéndosela entre las manos y trato de no sonreír.

-Lo sé, anoche estabas bien tomada. Por eso te compré esto.

Saco de la caja un blíster de aspirinas y le entrego una con un vaso de jugo de naranja. Ella lo recibe y veo como se la lleva a la boca y la baja con el jugo.

-Gracias. Huele delicioso. Dice secándose la boca con su dedo pulgar y señalando lo que estoy terminando de servir en las tazas.

-Es... te preparé sopa de verduras. Para la resaca lo bueno es que sea de pollo, pero en tu caso te preparé de verduras. Promete fingir que esta buena. Digo mientras sirvo en una pequeña taza y se la extiendo.

Soy de los hombres que puede infiltrase en cualquier reunión de bandas y no sentir ningún tipo de nerviosismo, pero aquí estoy, nervioso como un maldito adolescente el día que perderá su virginidad. La veo tomar la cucharilla y servirse el primer bocado, ella lo saborea, estoy atento ante cualquier signo de repulsión o lo contrario, pero su rostro no dice nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.