Después de un largo rato caminando, llegamos a la mansión embrujada de los Hill Black. Mariano saca de su mochila un martillo para comenzar a darle al candado y después de un rato por fin lo rompe, abriendo la reja. Así todos entramos a llegar a la puerta principal. Se acerca Jeison, fuerza como puede la cerradura; afortunadamente abrió, dándonos paso a entrar.
– Dios mío ahora si tengo miedo – comenta Amarilis agarrandome del brazo y todos solo nos reimos.
Cuando entramos, nos ponemos a mirar a nuestro alrededor. Se veía antigua, llena de polvo, parecía que nadie la había habitado durante siglos. De repente, la puerta se cierra sola, haciéndonos soltar un grito del susto de muerte a mí y a Amarilis; sin embargo, los chicos solo se rieron de nosotras.
– Solo ha sido el viento que la ha empujado – dice Mariano acercándose a la puerta para abrirla, pero parece que no puede – Joder, chicos, no abre.