Juegos de Amor

Capitulo 15

Débora tenia mil cosas en la cabeza, tenia que actuar rápido por que el policía estaba muy cerca de ella, estaba insistente con la información financiera de Alberto, estaba en su oficina cuando entro la nueva psicóloga

  • Señora Alcántara, me parece muy injusto de su parte aceptar al alumno Laviada y dejar por fuera a Fernández – Le recrimino Luna, Débora suspiro mentalmente, ese era otro problema que le estaba quitando mas tiempo del debido, no le importaba quien quedaba por fuera o quien seguía en el colegio, por ella y los mandaba a la mierda a todos
  • Le agradezco que no intervenga – le dijo finalmente a Luna
  • Señora, con todo respeto, con que reglas administra esta institución ¿con la ley del que mas tenga?
  • Señorita Ortega, se esta usted metiendo en terrenos ajenos a su trabajo

El teléfono fijo sonó, Débora rodo los ojos, seguro era algún padre quejándose de alguna estupidez de uno de sus tontos alumnos, estaba harta

  • Alo – contesto fastidiada y el alma se le fue a los pies
  • Asesina, Asesina, Débora eres una asesina – decía una voz muy parecida a la de Alberto desde el otro lado de la línea
  • ¿Quién habla? – girito aterrorizada - Por Dios ¿Quién habla? – Tiro el teléfono con la respiración agitada
  • ¿Qué le pasa señora? – le pregunto Luna sorprendida, tomo el teléfono y escucho lo que seguían diciendo por el teléfono
  • Asesina, asesina – la llamada se corto
  • ¿Quién habla? Conteste ¿Quién es? – insistía Luna, cuando se dio cuenta que era inútil colgó el teléfono, miro a Débora que parecía fuera de si y gritaba como loca
  • Tu estas muerto Alberto, muerto, yo te mate

 

¿Que estaba pasando? ¿Quién era Alberto? ¿era esto acaso una broma? Débora seguía alterada, como loca, Luna no sabia que hacer, se acercó a ella

 

  • Señora ¿Qué ha dicho?
  • Tu estas muerto Alberto, yo te mate, los muertos no resucitan, no – seguía gritando Débora
  • Señora, señora respóndame, ¿Qué el pasa? ¿de que habla? ¿Quién es Alberto? ¿Quién esta muerto? – Débora no le prestaba atención, estaba delirando fuera de si, reía, gritaba y lloraba al mismo tiempo
  • Estas muerto y enterrado Alberto, no me van a volver loca, esto es una broma – rio - si, una broma, esto es una maldita broma, pero ¿Por qué?

 

Cuando Luna trato de preguntarle nuevamente, Alfonso entro repentinamente a la oficina

 

  • ¿Qué pasa? ¿Por qué esos gritos? – Pregunto
  • No se, parece que tiene un ataque de histeria – Alfonso escucho lo que seguía gritando Débora y abrió mucho los ojos
  • Luna por favor, déjame a solas con la señora Alcántara
  • ¿Por qué? Yo puedo…
  • ¡Retírate! – le grito, suspiro y le dijo en tomo mas suave- Luego te explico

 

Luna lo miro sospechosa, aquí estaba pasando algo muy serio, pero no era el momento para interrogar a Alfonso, le echo otro vistazo a Débora que seguía hablando incoherencias y salió.

 

Alfonso cerro la puerta con seguro y se acercó apresuradamente a Débora, la abrazo y empezó a calmarla, lentamente Débora recobro la compostura, al verse rodeada de los brazos de Alfonso se sorprendió, como si acabara de despertar de un sueño

 

  • ¿Qué paso? – pregunto confundida
  • No lo se, te encontré hablando como una desquiciada, gritando incoherencias
  • Yo… yo no recuerdo nada – se separo de el, no tenia idea de lo que estaba pasando – te agradezco que me dejes sola
  • Pero…
  • Pero nada Alfonso, retírate

 

El la miro aun mas sorprendido, ¿se estaría volviendo loca?, no quiso presionarla mas y salió, Débora se sentó en el sofá que tenia en la oficina, ¿Qué le estaba pasando? Se llevo las manos a la cabeza, no recordaba lo que había pasado, su mente estaba nublada como si la ensombreciera una nube negra, como una cortina de humo, por más que se esforzaba no lograba concentrarse, se sentía desorientada, se levanto y camino en círculos, tenia que calmarse y pensar con calma, no podía derrumbarse en estos momentos, algo mas que su libertad estaba en juego en estos momentos; arreglo su ropa, tomo una botella de agua y  tomo asiento, en ese escritorio se sentía poderosa, sentía que por lo menos había ganado algo, después de la difícil vida que había tenido en su niñez y juventud, ahora no podía perder el estatus con el que contaba, nada se lo iba a arrebatar.

 

Luna seguía intrigada por lo que había sucedido en la rectoría con la señora Alcántara, hablaba que había asesinado a alguien, a un tal Alberto, ¿Quién era Alberto? ¿Seria verdad que lo había asesinado? ¿Y porque? Tenía tantos interrogantes y no sabia quien se los podía resolver, con Alfonso no podía contar, lo deducía por su actitud cuando ingreso a la oficina, no, el no iba ser quien despejara sus preguntas, por el momento claro esta, el tarde o temprano tenía que responderle por lo que había pasado, por el momento tenía que buscar a alguien mas que por lo menos le ayudara con un indicio de lo que estaba pasando.




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