Juegos del corazón

Capitulo 10

[Capitulo 10]-

(Javier) 

 

Desde el balcón de mi habitación en la villa, observaba el paisaje sereno y majestuoso que se extendía ante mis ojos. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y dorados, mientras las suaves olas del mar rompían suavemente en la playa cercana.

Mi mente estaba inmersa en un remolino de pensamientos cuando, de repente, un movimiento en el camino llamó mi atención. Alcé la mirada y la vi: Blanca, radiante como siempre, caminando hacia la entrada de la villa con elegancia y gracia.

Sus largos mechones oscuros se balanceaban suavemente con el viento, y su figura se destacaba contra el resplandor del atardecer. No pude apartar la vista de ella mientras se acercaba, como si estuviera hipnotizado por su belleza.

Blanca parecía estar perdida en sus propios pensamientos, ajena a mi presencia en el balcón. Observé cada uno de sus movimientos con fascinación, maravillado por su aura de serenidad y elegancia.

Cuando finalmente llegó a la entrada de la villa, se detuvo por un momento y levantó la vista hacia el cielo, como si estuviera admirando la misma vista que yo. En ese instante, nuestros ojos se encontraron y sentí un estremecimiento recorrer todo mi ser.

Fue como si el tiempo se detuviera mientras nos mirábamos el uno al otro, conectando de una manera que trascendía las palabras. En ese breve instante, supe que había algo especial entre nosotros, algo que iba más allá de la simple amistad.

Después de unos segundos que parecieron una eternidad, Blanca continuó su camino hacia la entrada de la villa, pero su imagen quedó grabada en mi mente para siempre. Desde aquel balcón, contemplé la belleza de Blanca y su presencia iluminó mi fin de semana familiar con un brillo especial.

 

Desde mi perspectiva, la noche estrellada parecía pintada por los propios dioses, y el momento con Blanca estaba impregnado de una energía eléctrica que hacía palpitar mi corazón con fuerza. No pude resistir la tentación de actuar según mis sentimientos más profundos, así que me lancé hacia ella, impulsado por un impulso que no podía contener.

Blanca: (sorprendida) ¿Qué pasa, Javier?

Mi corazón latía con fuerza mientras me acercaba a ella, y antes de que pudiera decir una palabra, mis labios encontraron los suyos en un beso apasionado. La suavidad de sus labios contra los míos enviaba oleadas de calor por todo mi cuerpo, y me perdí en el momento, entregado completamente a la intensidad del beso.

Mis palabras se perdieron en el aire mientras me sumergía en el beso, sintiendo cómo cada fibra de mi ser se fusionaba con la suya en un torbellino de emociones. Pero la magia del momento fue interrumpida abruptamente por la voz de mi madre llamándonos desde lejos.

Mi madre: ¡Javier, Blanca, están llamándolos para la cena!

Nos separamos con brusquedad, y me encontré mirando a Blanca con una mezcla de deseo y angustia en los ojos.

Aunque Blanca trató de hacer de cuenta que el momento no había sucedido, pude ver la tormenta de emociones reflejada en sus ojos. Y mientras nos dirigíamos hacia donde nos llamaban, no pude evitar preguntarme si algún día sería capaz de revelarle la verdad sobre mis sentimientos, o si esos recuerdos seguirían siendo solo un sueño efímero en el resplandor de la noche estrellada.

 

Después de un fin de semana familiar lleno de emociones, me encontraba de vuelta en su rutina diaria en la empresa. El lunes había llegado y con él, un día agotador de trabajo que me mantenía ocupado desde temprano en la mañana.

La jornada laboral comenzó con una serie de reuniones y compromisos que llenaron mi agenda desde el amanecer. Me sumerjo en mi trabajo con determinación, enfrentando cada tarea con profesionalismo y dedicación. Sin embargo, el cansancio del fin de semana y la falta de sueño comenzaban a hacer mella en mi energía.

A medida que avanzaba el día, me sentía cada vez más cansado y abrumado por la cantidad de trabajo que tenía por delante. Las horas parecían arrastrarse mientras me esforzaba por mantenerse concentrado y productivo. 

Pues, mientras me sumergía en las demandas del día laboral, no pude evitar que mi mente divagara hacia los recuerdos del fin de semana familiar en la villa. A pesar del agotamiento y la agitación del día, las imágenes de esos momentos especiales seguían surgiendo en mi mente, trayendo consigo una sensación de calidez y felicidad.

Recordaba claramente el brillo en los ojos de Blanca mientras compartiamos risas y conversaciones durante la cena en la villa. La forma en que su sonrisa iluminaba su rostro y la manera en que su risa llenaba el aire con alegría seguían grabadas en mi memoria.

A pesar de las responsabilidades y el estrés del trabajo,  no podía evitar sonreír al recordar el momento en que compartimos un beso bajo la noche estrellada. La suavidad de sus labios, la calidez de su abrazo y la magia del momento me transportaban a un lugar de serenidad y dicha.

Incluso en medio del caos y la presión del día,  encontraba consuelo en esos recuerdos. Recordar la dulzura y la belleza de esos momentos me ayudaba a recargar energías y afrontar los desafíos con renovada determinación.




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