Juegos del corazón

Capitulo 12

[Capitulo 12]-

(Blanca)

Iandra y yo nos encontrábamos en mi carro, rumbo a nuestra empresa de diseño gráfico, después de un fin de semana familiar en la villa que había resultado bastante revelador para mí. Mientras conducía, no podía evitar que mis pensamientos se centraran en el beso que Javier y yo compartimos bajo la noche estrellada.

Blanca: ¿Sabes, Iandra? Todavía no puedo sacar de mi mente lo que sucedió el fin de semana en la villa.

Iandra: ¿Te refieres al beso con Javier?

Asiento, con una mezcla de emoción y confusión.

Blanca: Sí, exactamente. Fue tan inesperado... y tan intenso.

Iandra: ¿Y cómo te sientes al respecto?

Blanca: No lo sé. Quiero decir, por un lado, fue mágico. Pero por otro, no quiero ilusionarme demasiado. ¿Y si solo fue un impulso del momento para él? No quiero salir lastimada, Iandra.

Iandra: Entiendo tus preocupaciones, Blanca, pero ¿no crees que vale la pena explorar lo que podría suceder entre ustedes dos?     No puedes dejar que el miedo te impida seguir tu corazón.

Reflexiono sobre las palabras de Iandra mientras continuábamos nuestro camino hacia la empresa. A pesar de sus dudas y temores, una pequeña chispa de esperanza comenzó a encenderse en mi  interior. Quizás, solo tal vez, valdría la pena arriesgarse un poco por el amor.

 

Mi amiga y yo nos encontrábamos estacionando el carro frente a nuestra próspera empresa después de nuestra conversación reveladora en el camino. Decidí hacerle una promesa a Iandra, una promesa que sentía que necesitaba hacer por mí misma.

Blanca: Iandra, he estado pensando mucho en lo que dijiste. No quiero dejar pasar una posible oportunidad por miedo o indecisión.

Iandra: ¿A qué te refieres, Blanca?

Blanca: Me refiero a Javier. Si él muestra algún interés esta semana, si da alguna señal de que lo que sucedió el fin de semana fue más que un impulso del momento, entonces... estoy dispuesta a darle una oportunidad.

Iandra: ¿Estás segura de eso, Blanca?

Blanca: Sí, estoy segura. No quiero arrepentirme de no haber intentado seguir mi corazón. Y tú, como mi amiga, tienes que asegurarte de que lo cumpla.

Iandra asintió con una sonrisa, comprendiendo la importancia de esta decisión para mí. Juntas, nos dirigimos hacia la entrada de nuestra empresa, lista para enfrentar lo que la semana nos deparaba, con mi  promesa flotando en el aire como una declaración de esperanza y valentía.

Después de un largo día en la empresa, con la cabeza llena de números, diseños y plazos, finalmente llegó el momento de tomar un respiro. Mientras recogía mis cosas y apagaba el ordenador, mi mente se desvió hacia los momentos felices que había compartido con mi familia durante el fin de semana en la villa.

Recordé la calidez del sol en mi rostro mientras compartíamos risas alrededor de la mesa, las historias compartidas y, por supuesto, el inesperado y emocionante encuentro con Javier bajo la noche estrellada. Su rostro y su sonrisa se grabaron en mi mente, trayendo consigo un cálido cosquilleo a mi corazón.

Sin embargo, entre mis pensamientos, no pude evitar sentir la ausencia de Vanesa, la hermana de Javier, en ese momento especial. Sabía lo mucho que significaba para ella estar presente en los momentos importantes de su familia.

Decidí tomarme un momento de mi ocupado día para escribirle a Vanesa, mi amiga de la infancia. Quería compartir con ella mis pensamientos y emociones, así como asegurarle cuánto la extrañamos ese fin de semana. Con dedos ágiles, comencé a redactar un mensaje lleno de cariño y recuerdos compartidos, con la esperanza de traer un poco de alegría a su día.

 

Mientras me disponía a salir de la empresa, algo inesperado capturó mi atención en la recepción. Allí, en un rincón apartado, vi a Iandra siendo besada apasionadamente por el Sr. Rodríguez, uno de nuestros más fieles clientes. Mi sorpresa fue evidente al presenciar tal escena, especialmente considerando la reputación y la seriedad que siempre había asociado con el Sr. Rodríguez.

El Sr. Rodríguez, también conocido como Hugo, es un hombre de 30 años que irradia confianza y elegancia en cada gesto. Su presencia es imponente, con una estatura notable y una complexión fuerte y musculosa que denota determinación y seguridad en sí mismo. Siempre viste de manera impecable, mostrando una predilección por trajes formales que realzan su porte distinguido. Su cabello castaño, perfectamente peinado, agrega un toque de sofisticación a su apariencia.

La mirada del Sr. Rodríguez es penetrante, reflejando una mente aguda y calculadora detrás de sus ojos oscuros y profundos. Su rostro, marcado por rasgos bien definidos, transmite seriedad y autoridad, aunque ocasionalmente se ilumina con una sonrisa cautivadora que revela su lado más amable y cordial, la cual es más usual cuando está frente a mi querida  amiga Iandra.

 




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