Juegos Peligrosos

《Capítulo 3. ARCOÍRIS》

Me siento como un vampiro al salir a la calle.

El sol radiante en el cielo nunca me había parecido tan molesto.

Las horas han pasado rápido, lo que parecía ser sólo un desayuno, se convirtió en unas horas de conversación con Matth.

Ya es casi medio día del 23 de mayo, para mi ayer fue 15 y hoy ya son 8 días después.

¿Qué habrá pasado estos días en la universidad, en la vida?

Me intriga saber porqué Cañetano no ha estado buscándome.

Al salir de la casa del doctor sexy, veo un Mustang Shelby estacionado en la acera, me quedo con la boca abierta observando este clásico, es una belleza, quisiera poseerlo, sin duda Matth no deja de sorprenderme, prácticamente estoy babeando frente al auto negro.

—Es un gran atractivo para las mujeres— guiña un ojo y abre la puerta del auto invitandome a subir.

—No parece que te afectara tanto que tu novia se haya ido con tu mejor amigo— me intriga esa historia y quiero saber más, él solo le mira con una sonrisa indescifrable.

—Bueno, ¿vas a subir o no? Ser tu doctor personal podría costarme el trabajo en el hospital.

—No tienes porque llevarme a casa Matth, ya te he causado muchas molestias.

—Como quieras.

¿Qué? ¿No va a insistir para que suba al auto con él?

Enciende el motor y se dispone a irse cuando me regresa el alma al cuerpo y me pongo a gritar agitando las manos.

—¡Espera! ¡Espera!— camino hacia el frente del auto y me quedo mirándolo con las manos en mi cintura.

—¿Qué estás haciendo Summer? ¿Acaso te golpeaste la cabeza y no me di cuenta? Podría atropellarte.

—No tienes porqué ser un cavernícola, ni tampoco porqué dejarme varada en este lugar que ni siquiera conozco.

—No tenía planeado dejarte Summer.

—¿No? Estabas a punto de irte, encendiste el auto y lo pusiste en marcha, eso es muy contradictorio.

—Sube ya y deja el drama mujer— agita sus manos —Me está saliendo muy complicado esto de ayudarte.

Subo al auto sin decir una sola palabra y pongo la vista al frente.

Siento sus ojos sobre mí, volteo y me encuentro con su mirada. Tiene ojos pardos muy bonitos y unos labios que se ven deliciosos.

¡Ay! Summer que haces mirando los labios del doctor, recuerda a Cañetano, lo amas, ¿recuerdas?

Las vos de mi cabeza se hace presente para hacerme entrar en razón.

—Entonces ¿a dónde vamos Summer?— su pregunta me hace volver a la realidad, le doy la dirección de mi casa y vuelvo a poner la mira al frente.

En el camino veo los autos pasar, los árboles a los costados, las aves en el cielo azul y acalorado, a todos lados menos a él.

Matth enciende el reproductor de música y se escucha la canción So Fine de We The Lion.

Empieza a cantar y levanta la voz para decir.

Cause you're fine, so fine And I know you'll be mine

Me mira sonriente, como si disfrutara decir esas palabras mirándome, tararea por unos segundos y vuelve a mirarme cantando

I ain't got nothing to lose You can see me move, I know Something is going on Now I'm walking down to you

—Podría tomarme muy personal esa canción y empezar a creer que me estás cantando, Matth.

Apaga el reproductor de música, me mira y vuelve a tener la vista al frente.

—Nah, ¿porqué haría tal cosa?— mira con diversión cada parte de mi cuerpo, esos ojos tienen una mirada intensa, siento que me devoran, empiezo a sentir mucha calor, si no aparta la mirada, el sudor empezará a caer a los lados de mi rostro, en ese único momento amo el sonido de las bocinas de los autos en la autopista, el semáforo está en verde, Matth debe avanzar, me da una última vista y sonríe al mirar al frente.

El resto del camino es puro silencio, ya estamos llegando a la calle de mi casa, le digo por dónde debe seguir y se detiene frente a mi casa ¿Cómo supo que era ahí?

—¿No vas a bajar?— su mirada está en el frente del auto

—Eh, yo quería, darte las gracias por haber cuidado de mi estos días, en serio muchas gracias— al escuchar mis palabras Matth recién voltea a verme, estoy jugando con mis manos sobre mis piernas, estoy nerviosa.

—Pensé que nunca lo dirías, está bien, acepto tu agradecimiento.

Como puede ser tan, tan, tan Matth, ¿no dirá nada más que eso?

—Gracias por traerme a casa también— abro la puerta del auto.

—Espera— esta quitando el cinturón de seguridad y se acerca a mi para darme un beso en la mejilla derecha muy cerca de mis labios.

Me quedo quieta sin decir o hacer nada, mis rostro está inmóvil.

—Ahora si puedes irte.

¿Qué fue eso?

Salgo del auto, y al segundo este ya no está, se ve que tenía mucha prisa por irse.

Al entrar en casa noto que hay un gran desastre.

Una ola de recuerdos invade mi mente.

Un hombre alto y robusto entra en mi habitación,

Aquí estas muñequita— se acerca para intentar cogerme, pero no lo dejo, intento salir de la habitación, pero este me detiene, me da una bofetada, lo golpeó, intento escaparme, me tiene sostenida del cabello, y me da otra bofetada, otro sujeto entra a la habitación, él se distrae y me deja libre por unos segundos, tiempo suficiente para que yo pueda coger un tacón negro que al intentar salir de la habitación se lo clavo en el hombro del hombre que entró a la habitación, el hombre robusto me jala del cabello y me empuja con fuerza contra la puerta, el golpe es fuerte a penas puedo mantenerme en pie, me sujeta y me lleva afuera, al salir de casa veo a Cañetano conversando con un hombre vestido de negro que esta fumando un cigarrillo.

¿Qué hace aquí, y porqué está con ellos?

Sus ojos apenas me miran, y cuando lo hace quita la mirada con rapidez.

Aparto esas imágenes de mi mente, los recuerdos son muy dolorosos y confusos para tener que lidiar con ellos ahora.

Entro a mi habitación, todo está tirado en el piso, lo que menos quiero hacer ahora es ponerme a organizar este desastre.



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En el texto hay: misterio, peligro, amor

Editado: 01.11.2021

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