Juegos Peligrosos

《Capítulo 6. DOLOR》

Llevo días en este lugar, no he visto salir el sol, no tengo una ventana, no sé si es de día o de noche, mi único contacto con el exterior es una puerta que sólo se abre cuando el hombre enmascarado aparece con comida.

No sé qué es lo que busca de mi.

Lleva días preguntado la razón por la que estoy aquí. Él me ha tomado, él debe tener una razón, yo no tengo porqué dársela.

Mi fortaleza empieza a derrumbarse, mi cuerpo ya no tiene fuerzas.

Mis labios arden por las heridas de sus golpes.

El frío del invierno es escalofriante en las noches

¿Porqué me tiene aquí?

Escucho abrirse la puerta, no tengo fuerzas para levantar la cabeza y ver quién ha llegado, además ¿porqué hacerlo? sé quién es, la única persona que podría venir a mi.

Siento unas manos cálidas en mi rostro.

—Tienes fiebre— su voz es suave y dulce, su mano derecha coge mi mentón y lo levanta para encontrar su mirada. Mis párpados se siente pesados, a penas puedo mirar sus ojos café.

Mi vista es borrosa, me cuesta mantener la mirada en sus ojos.

Es él, está aquí, apenas logro pronunciar su nombre cuando el me interrumpe.

—Shh... no gastes tus fuerzas— toma mis rostro en sus manos para quitar mi cabello de el —ya todo acabó te sacaré de aquí.

Lleva puesto el uniforme de su trabajo, me ha encontrado y me llevará a casa, estoy a salvo.

Besa mi frente y empieza a quitar el nudo de la cuerda que sujeta mis manos a mis espaldas.

—Ahora nos iremos de este lugar— me toma en sus fuertes brazos para salir del lugar pero un repentino ruido hace desvanecer esas imágenes, no era más una ilusión creada por mi imaginación.

Abro los ojos y estoy sentada en una silla de madera, con mis manos atadas a mi espalda. Me duelen los brazos y todo el cuerpo.

Escucho el chillido de la puerta al abrirse, siento sus pasos hacia mi, se coloca al frente con un plato de comida y una botella de agua que trae sobre una bandeja en sus manos.

—¿Ya estás dispuesta a responder mis preguntas?— el tono de su voz es indescifrable.

Sigue llevando esa ridícula máscara negra que sólo deja ver sus ojos que no puedo distinguir su color.

—Prefiero morir antes que seguir tu juego.

—Como quieras, con los días irás dejando ese orgullo inquebrantable que pretendes mostrar. Soy paciente y esperaré.

—¡No te diré nada!

—No gastes energía, la necesitarás.

Se acerca a mi, se sienta justo al frente de mi con la bandeja en sus piernas.

Lo volverá a hacer.

—No soy un maldito animal al cual debes alimentar de esta manera— saco mis último aliento para pronunciar esas palabras.

—Guarda silencio y come.

Haz lo que te dice, necesitas que crea que tiene el control si quieres salir de aquí.

La voz en mi cabeza vuelve a manifestarse.

No puedo darme el gusto de rechazarlo, pero no me resisto a escupirle la comida en la ridícula máscara que lleva.

Deja el plato a un lado y se para de la silla, se está limpiando los restos de comida de su saco.

Toma mi rostro en sus manos.

—Estás acabando con la poca paciencia que me queda— su molesta voz es irritante para mis oídos

Sonrío a carcajadas en sus manos.

—Pronto se te quitará esa sonrisa, bonita.

Y con esas últimas palabras, se retira de la habitación.

Puedo escuchar afuera su voz enojada conversar con alguien.

Al cabo de unos minutos entra el hombre que me trajo aquí.

—Tienes suerte que el Señor esté de buen humor— se dirige a mi y suelta mis manos y pies —Come, vendré por ti en 1 hora.

Ni siquiera me molesto en mirarlo, o tomar mis manos para calmar el dolor de las ataduras.

Cuando sale de la habitación, me arrastro hacia la mesa del frente para poder comer.

Con mis manos tomo un poco de fideos para llevarlo a mi boca, la comida está deliciosa, es pasta con albóndigas, a penas logro masticar bien, tengo mucha hambre, estoy comiendo rápido sin ningun cuidado.

Hasta el agua me sabe deliciosa a estas alturas.

Termino de comer y planeo mi huida de este feo lugar.

Tal y como lo supuse, el hombre que me trajo entró solo y dejó la puerta abierta, no habló con nadie al entrar, por lo que deduzco que me está cuidando solo.

Se agacha para acercarse a mi, y hacerme reaccionar, ya me que me encuentro en el piso con mis brazos y cabeza sobre la mesa, aparentando dormir.

Empuja mi cabeza con sus manos —Despierta— aparento estar desorientada y me pongo de pie con lentitud.

Se voltea para tomar la cuerda de la silla, tomo la bandeja y lo golpeo en la cabeza, pero no le hago ningún daño, solo logré enfurecerlo.

Lleva su mano derecha a su nuca y la izquierdo me da una bofetada tan fuerte que me hace dar unos pasos al costado derecho.

—Eres una tonta— sus ojos desbordan ira y un brillo oscuro se ve en el —me voy a divertir haciendo esto.

—No lo creo— le doy una sonrisa de boca cerrada y lamo la sangre que brota de mi labio ya lastimado.

Lleva su mano izquierda a su espalda baja para tomar su arma, pero un gesto de confusión inunda su rostro.

Camino por el lugar y me acerco lentamente a él.

—¿Buscas esto?— tengo la pistola en mis manos, la tomé cuando se agachó para  despertarme bruscamente.

—Eres una mojigata escurridiza.

—¡Shh!— juego con el arma.

—¿Qué haras? ¿Dispararme? No lo creo, no eres capaz, conozco a las de tu clase.

—¿Las de mi clase?— apunto a su rodilla derecha y disparo. Su cuerpo se desploma y cae al piso —¿Las de mi clase te hacen esto?

—Eres una maldita zorra— toma su rodilla haciendo presión en el disparo.

—Esa no es la respuesta correcta, ¿qué te parece si jugamos un poco?.

—No jugaré contigo, si quieres mátame.

—Respuesta incorrecta— disparo a la rodilla izquierda, él chilla del dolor.

—El Señor te encontrará y te hará pagar por esto.

Me acerco a él y le sonrió —Eso es lo que quiero— lo rodeo y lo tomo por el cuello —¿Porqué me trajiste a este lugar con él?



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En el texto hay: misterio, peligro, amor

Editado: 01.11.2021

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