Todos en el hospital están muy tensos, el nombre de Patricia se escucha por los pasillos, el ambiente no es para nada agradable.
Creí que de lo único que tendría que preocuparme en este lugar sería por salvar vidas.
—Lercari, sígueme— Matth paso por mi costado con pasos apresurados con dirección al subterráneo del hospital.
—Eh, ¿yo?— Él sigue su camino sin poner atención a mi protesta. Le miro desaparecer por los pasillos mientras pienso en seguirle o ignorar su petición, al cabo de unos segundos interminables termino optando por lo primero.
Sigo a Matth ceñuda, pasamos pasillos, doblamos esquinas y bajamos escaleras hasta llegar a la puerta que da al subterráneo.
—Después de ti— señala la puerta para que ingrese. Al hacerlo él me sigue asegurándose que nadie se percate de nuestra visita al piso inferior.
Ya en el subterráneo, Matth empieza a dar vueltas desesperadas por el lugar, coloca sus manos en su cabeza de vez en cuando, hasta que por fin voltea a verme y empieza a hablar.
—¿Qué le dijiste a la detective?— me toma por los hombros, sus ojos tienen un brillo desafiante.
Matth es un hombre muy atractivo físicamente y él está muy consciente de ello, pero yo no soy una ilusa más que cae a sus pies por su belleza exterior.
—¿Porqué te importa?— lo enfrento sin temor alguno. No me va a intimidar.
—Sólo responde- sus manos empiezan a presionar mis hombros.
—¿Tuviste algo que ver con la desaparición de Patricia?— le increpo muy firme en mis palabras.
—No sabes lo que dices— sus vehementes ojos no quitan la mirada de los míos en un intento de hacerme flaquear —Sólo intento protegerte. ¿No lo ves?
—¿De qué?— lo miro ceñuda esperando una respuesta —¿Porqué?— necesito respuestas para entender su extraño comportamiento.
—De lo que pueda pasarte porque eres importante para mi— suelta mis hombros y da un paso atrás —eres importante para el hospital— aparta la mirada y agacha la cabeza.
El hospital, hace todo esto por el hospital. No tiene porque tomarse tan personal el papel sobreprotector que está adaptando.
—De acuerdo, haces toda esta escena porque no quieres perder otra enfermera más, ¿verdad?— camino hacia él hasta tenerlo lo suficientemente cerca como para sentir su respiración y captar toda su atención, la sorpresa en su rostro es exquisita —No me lo creo— le rodeo y me dispongo a salir, pero su agarre en el brazo me lo impide.
Me mantengo quieta y en silencio esperando su siguiente movimiento, parece estar pensando mucho, no me molesto en voltear a mirarlo, sólo espero. Pero no llega nada, él suelta su agarre y se coloca detrás de mi, en mi cuello puedo sentir su respiración calmada, no muevo ni un músculo, estoy a la espera de lo que pueda o quiere hacer, cuando pienso que por fin dejará de resistirse me pasa de lado y se retira de la habitación tan rápido que apenas logro verlo atravesar la puerta mientras ésta resuena detrás de él.
¿Qué fue todo esto? Nunca sabré lo que sucede en la cabeza de Matth, es tan extraño su comportamiento que me desconcierta. Me tomo unos minutos para pensar en lo sucedido hasta que decido regresar al trabajo, si lo que quería era provocar alguna reacción en mi, le demostraré que necesita más que intimidarme en el subterráneo para conseguir siquiera una pequeña muestra.
En las puertas del subterráneo me encuentro con un hombre con bata blanca, guantes y mascarilla, doctor sin duda.
Se detiene a mirarme, sus extraños ojos observan los mios y mis rodillas empiezan a temblar, pero el uniforme de enfermera que llevo impide que lo note. Estoy a salvo, respiro aliviada.
—¿Alguna emergencia en el subterráneo?— dice el doctor muy serio mientras sus ojos me inspeccionan.
¡Mierda Matth! Vamos, inventa algo rápido. Algo que se pueda creer al menos.
—Necesitaba un descanso, ha sido un día... intenso— mis manos empiezan a sudar, mientras yo estoy perdida en el celeste y jade de sus ojos.
Arquea las cejas ante mi respuesta, y se toma unos segundos en responder.
—Heterocromía— responde como si estuviera leyendo las preguntas en mis pensamientos.
—Lo sé, es sólo que jamás lo había presenciado de cerca— digo más para mi misma que para él. Sus ojos son de diferentes colores, uno es un celeste como el cielo en un día soleado, el otro es jade, lo he estudiado personalmente y me parece una anomalía fantástica.
—Hay mejores lugares que el subterráneo para tomarse un respiro— ignora la atención de sus ojos y vuelve al primer tema.
—No quería toparme con Marshall— respondo sin molestias y me encojo de hombros. Despues de unos segundos caigo en cuenta que él no sabe quien es ella —es la detective a cargo de— me interrumpe impidiendo que termine.
—Sé quién es— inspecciona mi apariencia -no me parece haberte visto antes. ¿Eres nueva?
—Pasante, nueva, y ocupando el lugar de la difunta, el blanco perfecto para Marshall— el doctor camina hacia mi y se detiene a una distancia prudente.
—No lo veas así, sólo hace su trabajo, todos en el hospital queremos que se resuelva el caso lo antes posible— su voz se escucha cálida y amable —Soy Wilson. Cirujano— hace un saludo de los Niños Exploradores, sus ojos apenas se pueden ver con esa sonrisa enchinada mientras su cabello rubio oscuro se ve muy alocado.
Wilson, es muy... tierno, el hombre rudo que me inspeccionaba al verme salir del subterráneo ha desaparecido por completo.
—Summer— repito torpemente su saludo.
—¿Pasante a cargo de quién?
—Del doctor Matth Muzio— descargo mi mirada en alguna parte del lugar que no sea Wilson. Mencionar ese nombre después de lo que acaba de suceder, no estoy lista para lidiar con él ahora.
—¿Matth?— se hecha a reír, tiene dientes perfectamente alineados y una sonrisa muy bonita —ahora supervisa pasantes. No me lo ha contado— era más que evidente que se conocen, es un hospital Summer y los dos trabajan en el mismo, ¿qué esperabas?
Editado: 01.11.2021