Summer
Después de que el hombre de las sombras terminó de atenderme me quedé completamente sola, el dolor de los golpes de esa mujer ha disminuido y el frío es insoportable, en ocasiones me recuerda a la habitación del hospital psiquiátrico.
Ese lugar era deprimente como este, y al igual que en está situación, me encontraba encerrada en contra de mi voluntad, bueno creo que era más fácil meterme a ese lugar para que no haya nadie quien pueda reclamar el seguro y los bienes de mis padres, era menor de edad, de todos modos no podía acceder a ellos hasta que cumpliera la mayoría de edad pero no dejaba de ser una amenaza.
Mi estadía en ese lugar es algo que me he esmerado por olvidar, las pastillas me hacían volar, mi mente estaba en otro mundo todo el tiempo, y cuando no, utilizaba todas mis fuerzas para intentar escapar, pero todas las veces que lo intenté, fracasé, después de que me descubrían me llevaban al patio y me daban un baño frío con la regadera del jardín, el impacto del agua fría tocando mi cuerpo con la fuerza con la que salía de la regadera era nada comparado con mis esperanzas desvaneciéndose, pero aún así, con todos mis intentos fallidos por escapar, siempre creí que en el siguiente lo lograría.
Ahora estoy aquí, en esta fría habitación, tramando un nuevo plan, porque, no sería yo sin tramar algo.
La puerta se abre y entra el hombre de nombre Max, me sorprendo al notar que no trae consigo la bandeja de comida.
—Coge tus cosas. Te vas —su voz es fría y se oye con desprecio.
—¿Me voy? —no lo puedo creer, saldré de este lugar, veré el cielo nublado del invierno que nos regala Crowald.
—Te vas a cambiar de habitación —interrumpe mis pensamientos con diversión y mis ilusiones creadas hace pocos segundos se desvanecen.
Por supuesto, pensar que podría ser libre era demasiado bueno para ser cierto.
—No estoy cómoda en esta miseria de habitación, pero eso no quiere decir que voy a permitir que me trasladen de una a otra como si estuviera en un hotel, porque no es así, estoy recluida en este lugar en contra de mi voluntad, estoy secuestrada.
—No me obligues a llevarte a rastras a la otra habitación, porque no quiero desperdiciar mi energía en ti —sus ojos me observan lentamente.
—Entonces déjame aquí.
—Eso no lo decides tú. ¿Aún no te queda claro? Sólo eres un juguete con el que el señor se divierte.
¿Un juguete? ¡Suficiente! no planeo ceder.
Me siento sobre la cama con mis brazos sobre mis pechos, y lo miro desafiante.
El hombre me coge del brazo y me lleva detrás de él, su caminar es rápido y su agarre es fuerte. A penas puedo tomar el chaleco antibalas en mis manos y lo sostengo con fuerza.
—¡Suéltame! —grito fuerte, si Cañetano está en este lugar, me escuchará.
Estaba en lo cierto, es el sótano, es grande, tiene un pequeño pasadizo y a la derecha las puertas de las habitaciones, le doy un vistazo a la habitación de la que acabo de salir, el pasadizo continúa y al final de el se encuentra una puerta negra con un lector biométrico en la parte dónde debería ir la cerradura.
—Camina o te arrastraré —agrega Max enfurecido.
Dejo de mirar la puerta pensando en que él puede estar ahí.
Tengo que estar segura de que él está bien, en un momento de descuido en el que el hombre me suelta para que pueda caminar por mi cuenta, lo golpeo en la cara con mis puños, el primer golpe llega con éxito, pero el segundo es detenido en el aire por su mano.
—¿Qué crees que estás haciendo? —sus ojos saltones desbordan ira.
No le respondo e intento soltarme de su agarre pero su mano no cede, entonces me acerco más a él dejando que mi rodilla llegue a su entrepierna dejando un fuerte golpe, el hombre me suelta al instante y se inclina al piso, es mi momento, no dudo ni un segundo y voy corriendo hasta la puerta del fondo, golpeo sobre ella y grito su nombre.
—¡Cañetano!— golpeo la puerta con mis puños —Por favor responde.
Después de unos minutos de insistir en vano, me dejo caer en el piso, mis puños arden del dolor y están enrojecidos.
—¡Dónde estás! —grito en el pasadizo mirando a todos lados
Él no está en esa habitación ni en ninguna otra que se encuentre en este sótano, mis lágrimas caen con decepción, mi nariz duele, pero ningún dolor físico que estoy sintiendo se comprara con el que siento en el corazón.
—¿Has terminado?— el hombre al que golpee hace unos minutos está frente a mi, no me molesto en levantar la cabeza para mirarlo.
—¿Porqué?— mi voz es un susurro, intento buscar una respuesta a estos acontecimientos —¿cuándo nos dejarán en paz?
—Puedes balbucear en tu nueva habitación. Ahora vámonos.
—¿Por qué?— levanto la voz —¿Por qué ese hombre nos hace esto?— me pongo de pie y lo enfrento —¿eres consciente de que me está destruyendo la vida? Aún así lo apoyas sin titubear, ¿por qué le eres fiel a alguien cómo él?
Estoy furiosa, impotente, cansada de esta situación, una lagrima escapa de mis ojos y baja por mi rostro pero la aparto de mis mejillas con amargura. El hombre frente a mi sólo me mira indescifrable.
—Vámonos— me toma del brazo —No lo vas a encontrar, él no está aquí.
Algo dentro de mi se ha roto, mis esperanzas de encontrarlo.
Cañetano...
Camino al lado de Max con la cabeza gacha pensando, estaba segura de que él también estaba en este lugar.
Los últimos días todo en lo que he creído estar segura, ha resultado una desilusión.
Llegamos al final del pasillo, en el hay un ascensor, no hay más puertas, no hay escaleras. El hombre saca una tarjeta del bolsillo y la usa para abrir el ascensor, ya veo, esta es la única forma de salir, por eso no me detuvo cuando lo golpeé, aun sin saber que mis intenciones no eran escapar, sino ir a la puerta de esa habitación, él sabía que no podría salí de aquí sin tener esa tarjeta.
Las puertas del ascensor se abren y paredes altas color beige nos reciben, a unos metros se encuentra una ventana ancha abierta, el frío viento del invierno golpea mi rostro, sin pensarlo voy hacia el, a través de ella veo un jardín grande con flores y un viejo sauce cerca de una fuente, es un jardín hermoso, la vista es espectacular, por un instante olvido todo y me pierdo en lo verde de las plantas y en los colores de las flores.
Editado: 01.11.2021