Juegos Peligrosos

XXIX: ¡¡¡VENDIDA!!!

Narra Jana:

Termino de organizar mis cosas y salgo para decirle a Agar que todo está arreglado. Les debo mucho, me dejarán terminar mi carrera. ¡Estoy contenta!
Al salir no está. Dijo que estaría aquí. Comienzo a caminar por muchas partes hasta que lo veo. Está de espalda y parece frustrado, me acerco sin hacer ruido y lo que dice, me deja decepcionada e impresionada.

—Mierda. No puedo olvidarte —apaga el teléfono y suspira frustrado—. Aún sigo estando enamorado de ti Vanessa. ¿Qué hago ahora?

¡¿QUÉ?!

—¿O sea que mentiste cuando dijiste ese te amo? —reacciono y me coloco delante de él.

—Jana... —estira su mano para agarrar la mía pero me separo rápido.

La mano que muchas veces me ha ayudado a levantar, pero a la vez me dejó caer.

—Y yo que creía eso... —susurro mirando el piso.

—Y debes todavía creer eso. Por favor.

—No, ¡no! —lo miro a los ojos—. ¿Para qué, para que sigas jugando con mis sentimientos?

—Claro que no. Jana por favor debes escucharme... —está desesperado y se lo ve con temor.

—Pero si ya lo escuché —mi labio tiembla pero contengo el llanto—. Yo creí que por fin habías... habías cambiado...

—Yo sí cambié —lleva una mano a su pecho y me mira con súplica.

—No lo hiciste... —siento deslizarse una lágrima por mi mejilla—, seguiste, nunca cambiaste.

—¡Jana! —levanta la voz sorprendiendome más—. Yo...

—Eres un mentiroso, una farsa —le doy la espalda y camino hacia la parte de atrás de la universidad para dar toda la vuelta y salir por otra parte.

Abrí mi corazón también, lo abrí y me entregué. Ahora me han lastimado.

Agar Feder. Has jugado conmigo. Vas a pagar las consecuencias.

Llego a otra calle, hago seña a un taxi y subo indicándole el departamento.
Escuchamos radio en el camino. Música tranquila pasan después de unas noticias.
Pienso una, otra y otra vez lo que ha pasado y lo que me da a entender esto. Mi tía ha vuelto por mí... está cumpliendo lo que prometió antes de irse...

"—Pase lo que pase Carla, recuerda que soy tu tía más querida y la que más puedes confiar. Vendré por ti y todo estará mejor. Necesito enseñarte algo pero debemos esperar a que seas mayor de edad. Sólo nosotras dos lo sabremos, nadie más. Te lo prometo. Espero que prometas y cumplas también porque yo sí lo hago..."

—Aquí por favor —le digo al taxista al llegar a la esquina de la cuadra donde se encuentra el edificio. Pago y salgo.

Comienzo a caminar de vuelta para llegar. Pero lo que veo me deja aún más sorprendida. ¡Ella está aquí!

—No es difícil de reconocerte, somos muy parecidas —se da vuelta rápido y palidece en el momento.

—Eh... no sé quién eres —tartamudea un poco mirando a otras partes.

—¿Qué quieres Vanessa? —digo en un tono cansado.

—Te vengo a buscar —pone los ojos en blanco y suspira—.Tus padres te necesitan y...

—Deja de ser mentirosa y por favor no quiero que me hables de ellos. Me dieron la espalda y jamás se los perdonaré.

Jamás.

—Te ayudaron con la rehabilitación —da un paso hacia mí.

—Sí, eso. ¿Y después qué?

—Lo hicieron por tu bien.

—¡Claro! —comienzo a reír—. ¿Ahora me tengo que tragar eso?

—Carla... —extiende su mano.

—Mi nombre no es Carla. Esa se murió, murió cuando me dieron la espalda todos ustedes —la apunto con el dedo.

—Yo te hice una promesa y vengo a cumplirla —vuelve a acercarse.

Lo sabía.

—Pues yo no. Y menos con esas otras personas —retrocedo y en eso mi pie se dobla un poco.

¡Ay duele!

—Jana... ven —extiende sus dos manos.

—No quiero. No volveré a tener esa vida. Yo estoy tratando de comenzar desde cero.

Aunque aún me resulta difícil por las personas que me rodean.

—Ellos también quieren comenzar desde cero —dice con tono y mirada de advertencia.

—Con ellos no y contigo tampoco —muevo un poco el pie intentando calmar el dolor.

—Necesito hablar contigo. Te necesito, no tengo a nadie más —vuelve a acercarse pero unas manos en su cintura la para.

Agar.

—No estás sola —aguanto las lágrimas que están amenazando en salir.

Era de esperarse. Ellos tienen las mismas edades. Yo sólo fui el polvo para Agar, para complacerlo ya que a la que en verdad ama no estaba al lado suyo.

Como puedo paso por al lado de ellos. Ninguno dice nada.

Llego lo más rápido al departamento. Al entrar, Sonia está sonriendo con dos copas de champán. Pero al ver mi expresión ella se preocupa.

—¿Qué...?

—Vanessa —me dejo caer en el sofá y las lágrimas salen.

—Esa perra... ¿Está aquí? —asiento sin mirarla—. Pasó de límites.

Escucho que cierra la puerta con fuerza.

—Ya ni me interesan... —como no dice nada, doy vuelta y no está—. Ay no...

De seguro que fue a quejarse... se lo agradezco porque yo no tengo la suficiente energía como para hacerlo.

Maldita la hora en que hizo esa promesa y maldita la hora en que conoció a Agar.

Como dije, el juego no se fue. Sigue aún.

Y recordando eso, me acuerdo de lo que traje. Rápido voy a mi habitación y al entrar cierro con seguro. Busco entre uno de mis bolsos y lo encuentro: el antifaz negro.

—¿Qué significas? —está envuelto en una fina tela de encaje negra con algunos bordados delicados.

Saco el libro de los juegos y busco desesperada hasta que lo encuentro. Se ve que es reciente porque está casi al último y es distinta la letra.

—Juguete sexual —tiro de golpe al antifaz, comienzo a leer la pequeña descripción—. La jugadora especial que reciba el antifaz, cambiará su vida. Está pactado el intercambio, ellos se la llevan y la subastan mientras el jefe compra a otra y esa ocupará su lugar.

¿Ellos? ¿Quiénes?

Como si me leyeran la mente, golpean la puerta.

—¡Jana! ¡Jana! —Sonia golpea desesperada.

Guardo desesperada todo en los lugares que estaban, menos el antifaz.



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En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

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