Juegos Peligrosos

XV: Desesperación

—¡JANA! —sigo gritando con todas mis fuerzas mientras trato de safarme del agarre de ellos—. ¡HAGAN ALGO!

—¡Calma, Sonia! —ignoro sus palabras y sigo—. No vas a llegar a nada si sigues gritando así.

—A ti no te importa, pero a mí sí, porque a diferencia de lo que haces, yo no trato a los que quiero como un juguete más.

—¡Calla!

—No me callo, Agar. Acepta que haces eso —cierra sus manos formando puños, he dicho la verdad.

—¡Que te calles! —me tapa la boca otro manteniéndome callada y alejada de él—. Tendremos que hacer algo... y ahora. Llamen a los demás, deben buscarla por el camino que va hacia el pueblo, búsquenla bien.

Otro sale corriendo hacia adentro y al rato salen dos camionetas grises con varios colaboradores.

Agar me vuelve a mirar, ahora está más calmado pero se que le preocupa a ella. Solo espero que no se rinda y deje todo como la vez anterior porque en esa sí que no le daré mi perdón y me encargaré que los demás hagan lo mismo.

—Esperemos a ver que sucede, todos volvamos a nuestras actividades y... después veremos —hace una seña y me liberan—. Pueden irse.

Espero que se vayan los que estaban aquí para poder hablar con Agar sobre el tema. No me gusta hablar mucho en frente de los otros, nunca se sabe quién es el que está al lado tuyo.

—Dije que se fueran —habla con su frío tono de voz.

—¿Sólo harán eso? —mira hacia el bosque dándome la espalda—. Así que quieres que se repita la historia.

—No me provoques —me advierte con voz amenazante pero lo ignoro.

—Tómalo como quieras, pero te estoy diciendo una verdad que no quieres admitir, que quieres aún quedarte sordo, ciego y mudo. Agar... —no me deja reaccionar y se tira arriba mío intentando aorcarme.

—¡CÁLLATE! —aprieta mi cuello y siento como empieza a quemar por dentro.

Mantiene mis piernas y brazos inmovilizados y sus manos en mi cuello apretando cada vez más.
Esto es como lo hacía antes cuando le sacaba la poca paciencia que tenía o cuando hacía algo grave y como castigo del juego, yo recibía eso.
Pero ha cambiado, su mirada es de terror, ya no es el mismo de antes, en su mirada sólo dice una palabra: muerte.
No le importa cuánto nos duele, no le importa si algo nos gusta o no, sólo hay que hacer todo a su modo... como desde el primer día...

 

"Después de tanto caminar horas por el bosque, encontramos un camino distinto, dónde nos llevaba a otra mansión.
Iba a decirle que no siguiéramos, que ya era muy tarde, pero siguió el camino y no me quedó otra que acompañarlo.
Una gran reja negra había delante, al pasar esta, había un gran jardín... o lo que era un jardín porque así descuidado como está, esto parece un callejón vacío y oscuro.

—Creo que... —levanta la mano haciéndome callar.

Gruño frustrada pero hago caso.

Nos quedamos parados en la gran puerta de madera oscura con diseños de líneas delicadas en los costados. Lo veo decidirse si abrir o no, hasta que lo hace.

—Recuerda que esto será un nuevo comienzo para la historia de los Juegos Peligrosos —sonríe con malicia y entra".

 

Ya no sé si respiro, ya no sé cuánto más duraré así. Soy masoquista, siempre vuelvo a caer y creer en sus palabras.

Abro los ojos un poco, veo borroso por un momento hasta que puedo verlo mejor. Él está rojo, sus ojos desprenden odio y enojo, aprieta tanto la mandíbula que se le nota ya las venas del cuello.

Y no sé cómo ni dónde saco la fuerza.

Logro sacar mis manos colocándolas en su pecho, mi cuerpo reacciona y ahora yo me quedo arriba suyo. Mis manos van a su cuello y lo aprieto con todas las fuerzas que me quedan.

—Ya... no... seré... tu juguete —con voz baja y rasposa hablo.

Él se muestra sorprendido por mi acción, pero es que hasta yo misma me desconozco.

Y empiezo a ver negro y dejo de sentir nuevamente mi cuerpo...

 

Owen:

Con la desaparición de Jana, todo el mundo está alterado.

Han ido al pueblo y nadie la ha visto, preguntaron en las otras mansiones y tampoco saben de ella. Esto se está volviendo demasiado preocupante.

Ya han pasado ocho horas y aún no hay noticias de ella. Es martes, se supone que todos los que están en el juego, deben volver a sus rutinas normales, pero con lo sucedido, no dejan a nadie salir de sus habitaciones.

Ahora estoy sentado al lado de la camilla en donde está Sonia. Me da rabia ver su cuello con marcas de dedos que ahora han tornado de un color morado oscuro.

Ya no sé cuántas veces más tengo que decirle a Agar que no le haga esto, ni que ella lo provoque. Siempre estoy en el medio de estos dos, soy el mal tercio... o buen tercio, mejor dicho. Si no fuera por mí, estaríamos todos en el funeral de ella.
Según el médico dijo que Sonia ya debería estar despertando, aunque sucede todo lo contrario.

—Vete a descansar... te hará bien —habla Agar atrás mío, está casi sin voz porque Sonia le hizo mucha fuerza en el cuello antes de que se desmayara.

—No quiero. Debo estar con ella.

—Es una... orden.

_ No me importan tus órdenes. No es no.

—Owen... —me advierte con su típica voz amenazante.

—No —escucho que suspira cansado y se va—. Idiota.

Siento que algo tira de mi ropa, miro de golpe a Sonia y la veo asentir.

—¿Escuchaste todo? —asiente otra vez—. Es cierto, es un idiota.

La abrazo con fuerza sin tocarla mucho, ella apenas levanta la mano y toca mi abdomen.

—Estarás mejor, ya lo verás —me separo un poco para mirar sus hermosos ojos azules que ahora están llenos de lágrimas—. Tranquila, se solucionará todo.

Dejo que llore y se desahoge. Me parte el alma verla así, y de aquí en más no me separaré de ella.

—Voy a estar contigo —dejo un pequeño beso en sus labios suaves y finos, ella se sorprende por un momento aunque después sonríe de lado.



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En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

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